BARROCO
El tocomocho del Brexit
Kebedo
Hoy me sorprendió, una vez más, mi vecina Marisol cuando nos encontramos en el portal. Me sorprendió, digo, no porque no considere que tiene la preparación suficiente como para comentar lo que a continuación voy a exponer, sino porque no me imaginaba yo que estaba tan puesta, permítaseme la expresión, en éstos asuntos internacionales.
Empieza diciéndome que los ingleses quieren darnos el timo del tocomocho, o de la estampita, a nosotros, sin darse cuenta que eso ya lo inventó el inefable Tony Leblanc. Ella se refería no solo a los españoles, naturalmente, más bien a toda la comunidad europea, a la Unión Europea para ser más precisos.
Tengo que reconocer que me dejó un poco perplejo ante semejante planteamiento. Perplejidad que aumentó a medida que continuábamos conversando y ella seguía con su argumento en los siguientes términos. Claro, me dice, esto es producto del patinazo del anterior primer ministro, mister David Cameron, que “echó un cuarto a espadas” en el referendo de junio de 2016 y que le “salió rana”, como los colaboradores de Esperanza Aguirre, porque, aunque fuera por un 52% frente a un 48%, los británicos decidieron salirse de la Unión Europea. Tan corrido se quedo el tío David, que dimitió.
¿Y qué pasó?, pues que eligieron así, casi a dedazo porque se quedó como única candidata, a Theresa May, que ya había sido ministra con don David en su anterior etapa. Y ésta buena mujer, la Señora Mayo, con ese grácil caminar que le caracteriza, se dirigió y dirigió con ella, aún más, si cabe, a su Reino Unido a la mismísima porra.
Hasta ahí y salvando el cabreo supino de Irlanda, por lo de sus acuerdos fronterizos, económicos y de proximidad, y por los escoceses, que claramente querían una independencia, pero bien hecha, hasta ahí, repito, allá ellos y sus “exquisiteces individuales”. Pero claro, la cosa no iba a quedarse ahí.
Los ingleses, como bien sabemos, me dice Marisol, siempre han sido unos piratas. ¡Cuántos navíos españoles fueron esquilmados por los ingleses!. Cuando nuestros conquistadores regresaban de Las Indias cargaditos de “baratijas” y aplicando la célebre “patente de corso”, eran “desplumados”, en cuanto se descuidaban, por esos corsarios entre los que se encontraba, verbigracia, el célebre Francis Drake, que, en agradecimiento de sus “hazañas corsarias” llegó incluso a ser nombrado Sir. Bueno, siendo justos, la patente de corso la utilizaron todos los que mandaban por esos mares de Dios, entre los que estaban los franceses y también los españoles.
Lo que quería decir mi vecina es que los británicos están acostumbrados a las negociaciones un poco turbias, que traducido a lo que estamos hablando quiere decir que pretenden salir de la Unión Europea, pero imponiendo sus condiciones.
¡No faltaba más!. Me voy de la comunidad de vecinos, pero no pago las deudas. Porque se trata de eso, de que hay importantes cuestiones económicas, obligaciones de gran calado que deberían regularizarse con la Unión Europea antes de marcharse y que, la Señora May y alguno de sus socios, no están dispuestos a aceptar. Y, por otra parte, se trata también de dejar claro cuáles van a ser las condiciones en las que va a quedar Gran Bretaña, y sus hijos, con respecto a los otros 27 países integrantes de la Unión.
La Señora May quiere salir dando un portazo, pero manteniendo unas condiciones ventajosas para los británicos y que además Bruselas se chupe el dedo. A eso es a lo que Marisol llama “El tocomocho del Brexit”. ¡Qué tía lista, esta!.
Mi vecina piensa, y yo estoy de acuerdo con ella, que, si ahora se celebrase otro referéndum en las islas, el resultado sería muy distinto, saldría un apoyo mayoritario a la permanencia en la Unión Europea. ¿Por qué entonces se empeña, ésta tía burra, en mantener su postura?. ¡Marisol, ese lenguaje!. Pues porque es una persona muy cabezota y obstinada y la única manera de no dar su brazo a torcer y pretender tener razón es ganarle la partida a Bruselas. No quiere reconocer su equivocación y echa “órdagos” a la Unión Europea para que se pliegue a sus imposiciones.
Es evidente, le digo a mi vecina, que si Gran Bretaña sale de la Unión Europea las dos partes saldrán perdiendo, pero no es menos claro que la parte más damnificada va a ser la británica. Su balanza de pagos va a verse afectada porque las condiciones de las importaciones no serán las mimas. La libra esterlina es muy probable que se vea devaluada con respecto al euro y, probablemente, con respecto al dólar, si es que quieren seguir siendo competitivos en los mercado internacionales. Por lo tanto las consecuencias van a ser preocupantes.
Y, por otro lado, países como España, que recibe una gran cantidad de turistas británicos a lo largo del año, se verán negativamente afectados porque el turismo british se reducirá, incluso algunos de los residentes británicos en España tendrán algunos problemas para el mantenimiento de su estatus.
Se despide Marisol diciéndome que se vayan con el timo del tocomocho a otro sitio y que, como dice el dicho, “que cada palo aguante su vela”.
Hoy me sorprendió, una vez más, mi vecina Marisol cuando nos encontramos en el portal. Me sorprendió, digo, no porque no considere que tiene la preparación suficiente como para comentar lo que a continuación voy a exponer, sino porque no me imaginaba yo que estaba tan puesta, permítaseme la expresión, en éstos asuntos internacionales.
Empieza diciéndome que los ingleses quieren darnos el timo del tocomocho, o de la estampita, a nosotros, sin darse cuenta que eso ya lo inventó el inefable Tony Leblanc. Ella se refería no solo a los españoles, naturalmente, más bien a toda la comunidad europea, a la Unión Europea para ser más precisos.
Tengo que reconocer que me dejó un poco perplejo ante semejante planteamiento. Perplejidad que aumentó a medida que continuábamos conversando y ella seguía con su argumento en los siguientes términos. Claro, me dice, esto es producto del patinazo del anterior primer ministro, mister David Cameron, que “echó un cuarto a espadas” en el referendo de junio de 2016 y que le “salió rana”, como los colaboradores de Esperanza Aguirre, porque, aunque fuera por un 52% frente a un 48%, los británicos decidieron salirse de la Unión Europea. Tan corrido se quedo el tío David, que dimitió.
¿Y qué pasó?, pues que eligieron así, casi a dedazo porque se quedó como única candidata, a Theresa May, que ya había sido ministra con don David en su anterior etapa. Y ésta buena mujer, la Señora Mayo, con ese grácil caminar que le caracteriza, se dirigió y dirigió con ella, aún más, si cabe, a su Reino Unido a la mismísima porra.
Hasta ahí y salvando el cabreo supino de Irlanda, por lo de sus acuerdos fronterizos, económicos y de proximidad, y por los escoceses, que claramente querían una independencia, pero bien hecha, hasta ahí, repito, allá ellos y sus “exquisiteces individuales”. Pero claro, la cosa no iba a quedarse ahí.
Los ingleses, como bien sabemos, me dice Marisol, siempre han sido unos piratas. ¡Cuántos navíos españoles fueron esquilmados por los ingleses!. Cuando nuestros conquistadores regresaban de Las Indias cargaditos de “baratijas” y aplicando la célebre “patente de corso”, eran “desplumados”, en cuanto se descuidaban, por esos corsarios entre los que se encontraba, verbigracia, el célebre Francis Drake, que, en agradecimiento de sus “hazañas corsarias” llegó incluso a ser nombrado Sir. Bueno, siendo justos, la patente de corso la utilizaron todos los que mandaban por esos mares de Dios, entre los que estaban los franceses y también los españoles.
Lo que quería decir mi vecina es que los británicos están acostumbrados a las negociaciones un poco turbias, que traducido a lo que estamos hablando quiere decir que pretenden salir de la Unión Europea, pero imponiendo sus condiciones.
¡No faltaba más!. Me voy de la comunidad de vecinos, pero no pago las deudas. Porque se trata de eso, de que hay importantes cuestiones económicas, obligaciones de gran calado que deberían regularizarse con la Unión Europea antes de marcharse y que, la Señora May y alguno de sus socios, no están dispuestos a aceptar. Y, por otra parte, se trata también de dejar claro cuáles van a ser las condiciones en las que va a quedar Gran Bretaña, y sus hijos, con respecto a los otros 27 países integrantes de la Unión.
La Señora May quiere salir dando un portazo, pero manteniendo unas condiciones ventajosas para los británicos y que además Bruselas se chupe el dedo. A eso es a lo que Marisol llama “El tocomocho del Brexit”. ¡Qué tía lista, esta!.
Mi vecina piensa, y yo estoy de acuerdo con ella, que, si ahora se celebrase otro referéndum en las islas, el resultado sería muy distinto, saldría un apoyo mayoritario a la permanencia en la Unión Europea. ¿Por qué entonces se empeña, ésta tía burra, en mantener su postura?. ¡Marisol, ese lenguaje!. Pues porque es una persona muy cabezota y obstinada y la única manera de no dar su brazo a torcer y pretender tener razón es ganarle la partida a Bruselas. No quiere reconocer su equivocación y echa “órdagos” a la Unión Europea para que se pliegue a sus imposiciones.
Es evidente, le digo a mi vecina, que si Gran Bretaña sale de la Unión Europea las dos partes saldrán perdiendo, pero no es menos claro que la parte más damnificada va a ser la británica. Su balanza de pagos va a verse afectada porque las condiciones de las importaciones no serán las mimas. La libra esterlina es muy probable que se vea devaluada con respecto al euro y, probablemente, con respecto al dólar, si es que quieren seguir siendo competitivos en los mercado internacionales. Por lo tanto las consecuencias van a ser preocupantes.
Y, por otro lado, países como España, que recibe una gran cantidad de turistas británicos a lo largo del año, se verán negativamente afectados porque el turismo british se reducirá, incluso algunos de los residentes británicos en España tendrán algunos problemas para el mantenimiento de su estatus.
Se despide Marisol diciéndome que se vayan con el timo del tocomocho a otro sitio y que, como dice el dicho, “que cada palo aguante su vela”.




















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