EMBAJADA
¿Qué pasa en Berlín?
Kebedo
"Magnífica pregunta si supiéramos a cuento de qué viene", le digo a mi vecina Marisol, que es quien la formuló en cuanto nos encontramos en la escalera. Bueno, aclaremos conceptos porque estoy seguro de que los miles de lectores que nos acompañan durante éstos años no tendrán ni repajolera idea de lo que estamos hablando.
Marisol, mi vecina, que como todo el mundo sabe está muy bien relacionada, tiene noticias, a través de un familiar, de una situación muy grave que está ocurriendo en nuestra embajada en Berlín. En la embajada buena, en la de verdad, no en uno de esos chiringuitos que el gobierno catalán ha abierto en determinadas partes del mundo, con un coste desmesurado, que le pagamos todos, y en las que coloca a gente afín –no faltaba más- como la hermana de Pep Guardiola, por ejemplo.
Continúo con el comentario de mi vecina. Me dice que el personal laboral de la embajada, no funcionario, está desprotegido hasta extremos inconcebibles en el siglo XXI, empezando porque es un colectivo sin convenio. Han sufrido una congelación absoluta de sus salarios durante más de una década a pesar de las sucesivas reclamaciones presentadas a los distintos embajadores que han tenido la fortuna de disfrutar esa preciosa embajada, que Hitler tuvo a bien reglarle a Franco en los tiempos del blanco y negro, mas bien, negro. Embajadores, tanto del PP como del PSOE, que son los que han gobernado en estos años, que se han hecho los locos, sucesivamente, ante ésta situación. Me matiza Marisol que éste despropósito no es exclusivo de nuestra embajada en Alemania, que está ocurriendo en todas nuestras embajadas por lo largo y ancho de éste mundo –como diría el capitán Tan- y que alcanza a la nada despreciable cifra de 7.000 personas. ¡Ojo, siete mil votos!.
-Pero la cosa no acaba ahí-, añade, -durante todos éstos años han estado sin un comité de empresa, a pesar de que es un derecho laboral, que les haya podido ayudar a resolver su precaria situación-. No salgo de mi asombro cuando me cuenta que, cansados ya de éste abandono, han querido constituir un comité de empresa y que la negativa del embajador ha sido tal que ni les ha permitido usar las instalaciones de la embajada para celebrar unas elecciones de sus representantes. El embajador de España en Alemania, Don Ricardo Martínez Vázquez, ha debido creerse que la embajada es su cortijo y los ha echado de allí con cajas destempladas. Y cuando digo echado, es literal, han tenido que hacer las votaciones en una furgoneta que les ha prestado el sindicato alemán Ver.di.
A los empleaos en la embajada en Alemania se aplica, según sus contratos, el derecho laboral alemán y, según éste, los trabajadores de las embajadas tienen perfecto derecho a constituir un comité de empresa y a que las votaciones para su elección puedan realizarse dentro de las instalaciones, que no son otras que su lugar habitual de trabajo. Es decir, que nuestro querido embajador, de corte socialdemócrata, o por lo menos eso dice él, se salta a la torera la legislación española y la alemana, al puro estilo pepero rancio.
Yo me imagino que nuestros miles de lectores estarán frotándose los ojos ante lo que están leyendo. Pues la cosa no acaba aquí: el año que viene, estos empleados serán expulsados de la Seguridad Social española en aplicación de una nueva regulación europea. Con una pérdida salarial de, como mínimo, un 15 por ciento y pérdidas en las pensiones.
Pero… si son trabajadores españoles, en una embajada española, y les paga el gobierno español, ¿no deberían tener representación sindical española, derechos españoles, y, por tanto, derecho a percibir una pensión según las leyes españolas?. Pues, parece ser que, a pesar de lo bonito que nos lo pintan todo en la Unión Europea, hay cosas elementales que están aún muy en el aire.
Son patéticas las imágenes aparecidas en distintos medios de comunicación en las que aparecen los empleados laborales de la embajada española, haciendo cola delante de una furgoneta del sindicato alemán, a las puertas de la embajada, para ejercer su derecho a la elección de su comité de empresa. ¡Derecho elemental, oiga!, que estamos en 2019. Bueno, eso no es decir nada, porque, laboralmente hablando, estamos peor que en 2012. Hay veces que la realidad deja a Berlanga en pañales.
-No acaba ahí el despropósito-, continúa Marisol, -el embajador cogió tal pataleta, al ver que no había conseguido su propósito de boicotear las elecciones, que, haciendo uso de su todopoderosa influencia y embarcando en el asunto al Ministerio de Exteriores alemán, hizo que aparecieran por allí, y en riguroso orden, primero la Polizei alemana y, como no era suficiente, luego las fuerzas antidisturbios-.
-Marisol, tú estás majareta-, le digo, -¡cómo es posible que hayan aparecido por allí los antidisturbios para disolver, ¿qué?!- Y, efectivamente, mi vecina no está majareta, pues ante el descojono general, a la vista de lo que allí estaba ocurriendo, los antidisturbios desaparecieron a la misma velocidad que llegaron, dado que el peligro que causaron las papeletas en “la furgo” de Ver.di era para declarar DEFCON.3, por lo menos.
Señor embajador, Don Ricardo, usted acaba de llegar a esa embajada y debería haberse dado cuenta de que la protesta, evidentemente, no es contra usted, es, como mucho, contra los anteriores embajadores que han dejado gangrenar una situación injusta y, con mucha probabilidad, ilegal. Y usted, en lugar de intentar ayudar a su resolución, apuntarse un tanto y, seguramente, los votos que conllevaría, ha cabreado a todos sus subordinados echando gasolina al fuego. Es usted una eminencia y, aunque estemos a miles de kilómetros de distancia, nuestras vecinas nos lo cuentan todo.
"Magnífica pregunta si supiéramos a cuento de qué viene", le digo a mi vecina Marisol, que es quien la formuló en cuanto nos encontramos en la escalera. Bueno, aclaremos conceptos porque estoy seguro de que los miles de lectores que nos acompañan durante éstos años no tendrán ni repajolera idea de lo que estamos hablando.
Marisol, mi vecina, que como todo el mundo sabe está muy bien relacionada, tiene noticias, a través de un familiar, de una situación muy grave que está ocurriendo en nuestra embajada en Berlín. En la embajada buena, en la de verdad, no en uno de esos chiringuitos que el gobierno catalán ha abierto en determinadas partes del mundo, con un coste desmesurado, que le pagamos todos, y en las que coloca a gente afín –no faltaba más- como la hermana de Pep Guardiola, por ejemplo.
Continúo con el comentario de mi vecina. Me dice que el personal laboral de la embajada, no funcionario, está desprotegido hasta extremos inconcebibles en el siglo XXI, empezando porque es un colectivo sin convenio. Han sufrido una congelación absoluta de sus salarios durante más de una década a pesar de las sucesivas reclamaciones presentadas a los distintos embajadores que han tenido la fortuna de disfrutar esa preciosa embajada, que Hitler tuvo a bien reglarle a Franco en los tiempos del blanco y negro, mas bien, negro. Embajadores, tanto del PP como del PSOE, que son los que han gobernado en estos años, que se han hecho los locos, sucesivamente, ante ésta situación. Me matiza Marisol que éste despropósito no es exclusivo de nuestra embajada en Alemania, que está ocurriendo en todas nuestras embajadas por lo largo y ancho de éste mundo –como diría el capitán Tan- y que alcanza a la nada despreciable cifra de 7.000 personas. ¡Ojo, siete mil votos!.
-Pero la cosa no acaba ahí-, añade, -durante todos éstos años han estado sin un comité de empresa, a pesar de que es un derecho laboral, que les haya podido ayudar a resolver su precaria situación-. No salgo de mi asombro cuando me cuenta que, cansados ya de éste abandono, han querido constituir un comité de empresa y que la negativa del embajador ha sido tal que ni les ha permitido usar las instalaciones de la embajada para celebrar unas elecciones de sus representantes. El embajador de España en Alemania, Don Ricardo Martínez Vázquez, ha debido creerse que la embajada es su cortijo y los ha echado de allí con cajas destempladas. Y cuando digo echado, es literal, han tenido que hacer las votaciones en una furgoneta que les ha prestado el sindicato alemán Ver.di.
A los empleaos en la embajada en Alemania se aplica, según sus contratos, el derecho laboral alemán y, según éste, los trabajadores de las embajadas tienen perfecto derecho a constituir un comité de empresa y a que las votaciones para su elección puedan realizarse dentro de las instalaciones, que no son otras que su lugar habitual de trabajo. Es decir, que nuestro querido embajador, de corte socialdemócrata, o por lo menos eso dice él, se salta a la torera la legislación española y la alemana, al puro estilo pepero rancio.
Yo me imagino que nuestros miles de lectores estarán frotándose los ojos ante lo que están leyendo. Pues la cosa no acaba aquí: el año que viene, estos empleados serán expulsados de la Seguridad Social española en aplicación de una nueva regulación europea. Con una pérdida salarial de, como mínimo, un 15 por ciento y pérdidas en las pensiones.
Pero… si son trabajadores españoles, en una embajada española, y les paga el gobierno español, ¿no deberían tener representación sindical española, derechos españoles, y, por tanto, derecho a percibir una pensión según las leyes españolas?. Pues, parece ser que, a pesar de lo bonito que nos lo pintan todo en la Unión Europea, hay cosas elementales que están aún muy en el aire.
Son patéticas las imágenes aparecidas en distintos medios de comunicación en las que aparecen los empleados laborales de la embajada española, haciendo cola delante de una furgoneta del sindicato alemán, a las puertas de la embajada, para ejercer su derecho a la elección de su comité de empresa. ¡Derecho elemental, oiga!, que estamos en 2019. Bueno, eso no es decir nada, porque, laboralmente hablando, estamos peor que en 2012. Hay veces que la realidad deja a Berlanga en pañales.
-No acaba ahí el despropósito-, continúa Marisol, -el embajador cogió tal pataleta, al ver que no había conseguido su propósito de boicotear las elecciones, que, haciendo uso de su todopoderosa influencia y embarcando en el asunto al Ministerio de Exteriores alemán, hizo que aparecieran por allí, y en riguroso orden, primero la Polizei alemana y, como no era suficiente, luego las fuerzas antidisturbios-.
-Marisol, tú estás majareta-, le digo, -¡cómo es posible que hayan aparecido por allí los antidisturbios para disolver, ¿qué?!- Y, efectivamente, mi vecina no está majareta, pues ante el descojono general, a la vista de lo que allí estaba ocurriendo, los antidisturbios desaparecieron a la misma velocidad que llegaron, dado que el peligro que causaron las papeletas en “la furgo” de Ver.di era para declarar DEFCON.3, por lo menos.
Señor embajador, Don Ricardo, usted acaba de llegar a esa embajada y debería haberse dado cuenta de que la protesta, evidentemente, no es contra usted, es, como mucho, contra los anteriores embajadores que han dejado gangrenar una situación injusta y, con mucha probabilidad, ilegal. Y usted, en lugar de intentar ayudar a su resolución, apuntarse un tanto y, seguramente, los votos que conllevaría, ha cabreado a todos sus subordinados echando gasolina al fuego. Es usted una eminencia y, aunque estemos a miles de kilómetros de distancia, nuestras vecinas nos lo cuentan todo.
Cela | Sábado, 30 de Marzo de 2019 a las 12:58:13 horas
El tono del artículo me parece poco serio y es falso. Los empleados públicos en el exterior gozan de buenas condiciones laborales y esta no depende de los embajadores sino de la administración pública española.
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