DESPOBLACIÓN
La Granja Florencia
Gonzalo Julián Carpintero
Hace años que me gusta y disfruto paseando, circulando con cualquier medio, por los caminos y carreteras secundarias, de nuestra provincia, de Zamora.
Hace bastantes años, en uno de estos viajes, descubrí las instalaciones de Granja Florencia, construidas durante la Dictadura Franquista, (1) con el fin de capacitar a jóvenes del “Mundo Rural” zamorano, (¿suena a alguien este “concepto”…?... ¿en estos momentos?), en el campo de la agricultura, del regadío y de la crianza del ganado.
No soy un especialista en estos temas “agrícola/ganaderos”… y no quiero parecerlo, por más que haya nacido en uno de nuestros pueblos, descienda de familia de agricultores, una, e industrial del mundo rural, la otra.
Pero sí soy “observador”…y me gusta pensar, razonar y opinar; y acepto el reto de equivocarme.
Y, al igual que yo, cualquiera puede observar el desarrollo y producción que ostentan las fincas del entorno de la Granja, sobre todo las del otro lado del Duero, al que se accede por un puente, a escasos kilómetros y construido, seguramente, también en aquella época y para dar servicio, entre otros, a estas instalaciones.
Hoy no voy a hablar, no obstante, de lo que debió ser, (y suponer), aquella institución, (como otras tantas construcciones de principios/mediados del siglo pasado), para una provincia, como la nuestra…
No voy a hablar, digo, de que me cuesta entender las protestas, hechas con toda lógica y derecho, muchas de ellas “airadas”, para que “nos traigan cosas” “…nos traigan algo”, que impida, (o al menos frene), la despoblación de nuestros campos, de nuestros pueblos…incluso, de nuestras ciudades…Y me “cuesta entender” todo esto, cuando hemos dejado –seguimos dejando– , que se marchen y se abandonen proyectos como este…los cuales, ahora, podrían estar enseñando a nuestros jóvenes, chicos y chicas encantados de estar y vivir en el entorno de nuestros (sus) pueblos…a poco que les enseñemos…les ayudemos…y, desde luego, no les “convenzamos” de que han de irse, han de marcharse… “a cualquier parte…menos aquí, que no hay futuro”.
Y es más, podríamos estar enseñando a otros jóvenes, como los nuestros, de otras provincias, cual Universidad del Mundo Rural:
¿No sería esta una de las muchas formas de evitar nuestra despoblación?
Tampoco voy a hablar… de lo que suponen unas instalaciones, construidas, singularmente, en hormigón, cuando aquí, al “lado de ellas”, estábamos pasando, en el mejor de los casos, del adobe y del tapial…al ladrillo…Y que han estado abandonadas hasta hace apenas unos años…y, ahora, imagino, infrautilizadas, cuando no, inutilizadas. (2)
De todo esto, hoy no voy a hablar. Tal vez hable otro día…y si el director de este medio lo considera oportuno y/o interesante.
Para ser exactos, voy a referirme a una pequeña parte, de la más pequeña infraestructura, de las que se construyeron en la Granja Florencia y en su entorno.
Ya he citado a la propia Granja y el puente sobre el Duero, que supongo de aquella época. A unos 500 ms. de la entrada a la Granja, en lado opuesto de la carretera, se levantaron una treintena de viviendas unifamiliares, adosadas unas a otras, creando todas ellas un pequeño poblado, con sus calles, soportales, de vivos colores…de seguro destinadas a los operarios de la institución y sus familias. Tras ellas, en lo alto de la pequeña colina, se habilitó un humilde sendero, coronando, en lo alto, un pequeño y humilde Altar, compuesto por tres cruces de granito y una pequeña hornacina con una Virgencita. El encanto de la subida, la humildad del monumento…y las vistas sobre la propia Granja Florencia, la Vega y el Duero justifican, con creces, el descubrimiento. Mi hija y mi hijo dan también fe de ello.
Con todo, quiero referirme, en concreto y en particular, a una construcción que compone, cierra y, para mí, culmina el Lugar, casi tanto como aumenta el pesar de todo lo citado anteriormente y, por encima de ello, su abandono: me estoy refiriendo a la Escuela del Poblado de la Granja Florencia.
Debió ser, (es), un lugar encantador y, ciertamente, diseñado y construido por quien aún no sé, con un cariño, sensibilidad y delicadeza encomiables: mantiene los vivos colores del resto del poblado, los soportales para los días de lluvia, un jardín -con su estanque-, las aulas, de niños y de niñas, con su pavimento, sus grandes ventanales al campo, su pizarra construida, in situ, sobre la propia pared… Un verdadero encanto, ya digo.
Pues “ESTO” dejamos que lo cerraran…y que lo tengan abandonado. Las instalaciones, tengo entendido que fueron adjudicadas mediante una “concesión”…de la que ya se habla de revertir, por incumplimiento. Y digo yo: ¿para volverlas a cerrar?; ¿para volverlas a abandonar?; ¿también esta vez lo dejaremos hacer?
Gonzalo Julián Carpintero
Hace años que me gusta y disfruto paseando, circulando con cualquier medio, por los caminos y carreteras secundarias, de nuestra provincia, de Zamora.
Hace bastantes años, en uno de estos viajes, descubrí las instalaciones de Granja Florencia, construidas durante la Dictadura Franquista, (1) con el fin de capacitar a jóvenes del “Mundo Rural” zamorano, (¿suena a alguien este “concepto”…?... ¿en estos momentos?), en el campo de la agricultura, del regadío y de la crianza del ganado.
No soy un especialista en estos temas “agrícola/ganaderos”… y no quiero parecerlo, por más que haya nacido en uno de nuestros pueblos, descienda de familia de agricultores, una, e industrial del mundo rural, la otra.
Pero sí soy “observador”…y me gusta pensar, razonar y opinar; y acepto el reto de equivocarme.
Y, al igual que yo, cualquiera puede observar el desarrollo y producción que ostentan las fincas del entorno de la Granja, sobre todo las del otro lado del Duero, al que se accede por un puente, a escasos kilómetros y construido, seguramente, también en aquella época y para dar servicio, entre otros, a estas instalaciones.
Hoy no voy a hablar, no obstante, de lo que debió ser, (y suponer), aquella institución, (como otras tantas construcciones de principios/mediados del siglo pasado), para una provincia, como la nuestra…
No voy a hablar, digo, de que me cuesta entender las protestas, hechas con toda lógica y derecho, muchas de ellas “airadas”, para que “nos traigan cosas” “…nos traigan algo”, que impida, (o al menos frene), la despoblación de nuestros campos, de nuestros pueblos…incluso, de nuestras ciudades…Y me “cuesta entender” todo esto, cuando hemos dejado –seguimos dejando– , que se marchen y se abandonen proyectos como este…los cuales, ahora, podrían estar enseñando a nuestros jóvenes, chicos y chicas encantados de estar y vivir en el entorno de nuestros (sus) pueblos…a poco que les enseñemos…les ayudemos…y, desde luego, no les “convenzamos” de que han de irse, han de marcharse… “a cualquier parte…menos aquí, que no hay futuro”.
Y es más, podríamos estar enseñando a otros jóvenes, como los nuestros, de otras provincias, cual Universidad del Mundo Rural:
¿No sería esta una de las muchas formas de evitar nuestra despoblación?
Tampoco voy a hablar… de lo que suponen unas instalaciones, construidas, singularmente, en hormigón, cuando aquí, al “lado de ellas”, estábamos pasando, en el mejor de los casos, del adobe y del tapial…al ladrillo…Y que han estado abandonadas hasta hace apenas unos años…y, ahora, imagino, infrautilizadas, cuando no, inutilizadas. (2)
De todo esto, hoy no voy a hablar. Tal vez hable otro día…y si el director de este medio lo considera oportuno y/o interesante.
Para ser exactos, voy a referirme a una pequeña parte, de la más pequeña infraestructura, de las que se construyeron en la Granja Florencia y en su entorno.
Ya he citado a la propia Granja y el puente sobre el Duero, que supongo de aquella época. A unos 500 ms. de la entrada a la Granja, en lado opuesto de la carretera, se levantaron una treintena de viviendas unifamiliares, adosadas unas a otras, creando todas ellas un pequeño poblado, con sus calles, soportales, de vivos colores…de seguro destinadas a los operarios de la institución y sus familias. Tras ellas, en lo alto de la pequeña colina, se habilitó un humilde sendero, coronando, en lo alto, un pequeño y humilde Altar, compuesto por tres cruces de granito y una pequeña hornacina con una Virgencita. El encanto de la subida, la humildad del monumento…y las vistas sobre la propia Granja Florencia, la Vega y el Duero justifican, con creces, el descubrimiento. Mi hija y mi hijo dan también fe de ello.
Con todo, quiero referirme, en concreto y en particular, a una construcción que compone, cierra y, para mí, culmina el Lugar, casi tanto como aumenta el pesar de todo lo citado anteriormente y, por encima de ello, su abandono: me estoy refiriendo a la Escuela del Poblado de la Granja Florencia.
Debió ser, (es), un lugar encantador y, ciertamente, diseñado y construido por quien aún no sé, con un cariño, sensibilidad y delicadeza encomiables: mantiene los vivos colores del resto del poblado, los soportales para los días de lluvia, un jardín -con su estanque-, las aulas, de niños y de niñas, con su pavimento, sus grandes ventanales al campo, su pizarra construida, in situ, sobre la propia pared… Un verdadero encanto, ya digo.
Pues “ESTO” dejamos que lo cerraran…y que lo tengan abandonado. Las instalaciones, tengo entendido que fueron adjudicadas mediante una “concesión”…de la que ya se habla de revertir, por incumplimiento. Y digo yo: ¿para volverlas a cerrar?; ¿para volverlas a abandonar?; ¿también esta vez lo dejaremos hacer?
Gonzalo Julián Carpintero



















Rosa | Jueves, 22 de Agosto de 2019 a las 10:34:52 horas
Me agrada leer lo que he estado pensando sobre la granja . Yo la veo como un lugar de aprendizaje para niños, jóvenes y adultos que favorezca la integración . Y por supuesto una maravillosa idea para evitar la despoblación y dar vida de nuevo a toda esa zona.
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