LITERATURA
Librerías, libros, libreros
Emilia Casas
Encontrar un hueco en mitad de un día estresante y ruidoso y entrar en una librería es una experiencia más que gratificante. Los problemas se quedan fuera y tu única preocupación es buscar entre miles de libros aquel que te “enamore”.
El libro es un objeto tan perfecto como la obra del alfarero y ésta, conserva su lugar y sigue manteniendo su valor a pesar de la aparición del plástico y el inoxidable acero.
Me gustan los libros que se pueden acariciar y me gustan las librerías donde se aprecian el papel y la tinta, que te imponen un respeto reverencial cuando atraviesas sus puertas y te transportan, como por sortilegio, a universos imaginarios rebosantes de miles de palabras que te hacen creer que formas parte de algo único. Paredes cargadas de historias que poco a poco van desvaneciéndose con la misma rapidez que esas palabras que se evaporan de un libro instantes después de haber sido leídas.
A mí me sigue pareciendo que estar rodeada de tanto por descubrir es lo que hace de las librerías un sitio estimulante donde los sentidos se agudizan e incluso la propia práctica de la lectura se enriquece. Siempre me he sentido protegida en ellas, parece que nada malo te puede pasar allí, así que cada vez que cierran una o dos por día en el caso de España, me entristezco y me asalta la reflexión de que todos somos un poco culpables...
¡Feliz día del libro!
Encontrar un hueco en mitad de un día estresante y ruidoso y entrar en una librería es una experiencia más que gratificante. Los problemas se quedan fuera y tu única preocupación es buscar entre miles de libros aquel que te “enamore”.
El libro es un objeto tan perfecto como la obra del alfarero y ésta, conserva su lugar y sigue manteniendo su valor a pesar de la aparición del plástico y el inoxidable acero.
Me gustan los libros que se pueden acariciar y me gustan las librerías donde se aprecian el papel y la tinta, que te imponen un respeto reverencial cuando atraviesas sus puertas y te transportan, como por sortilegio, a universos imaginarios rebosantes de miles de palabras que te hacen creer que formas parte de algo único. Paredes cargadas de historias que poco a poco van desvaneciéndose con la misma rapidez que esas palabras que se evaporan de un libro instantes después de haber sido leídas.
A mí me sigue pareciendo que estar rodeada de tanto por descubrir es lo que hace de las librerías un sitio estimulante donde los sentidos se agudizan e incluso la propia práctica de la lectura se enriquece. Siempre me he sentido protegida en ellas, parece que nada malo te puede pasar allí, así que cada vez que cierran una o dos por día en el caso de España, me entristezco y me asalta la reflexión de que todos somos un poco culpables...
¡Feliz día del libro!
Gonzalo Julián | Martes, 23 de Abril de 2019 a las 17:38:14 horas
Estoy completamente de acuerdo con tus comentarios, sensaciones y sentimientos.
Simplemente, si me lo permites, añadiría a esos "dignos lugares" que son las librerías y sus libros....a las Bibliotecas que, a mí, me hacen experimentar sensaciones muy similares.
Y, en particular, la Pública de Zamora...
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