CRÍTICA
El Estado de las autonomías liquidó a nuestra provincia
La Junta de Castilla y León, durante décadas, nos tiró migajas, mientras las ricas viandas las degustaron las provincias privilegiadas: Burgos, Valladolid y su apéndice, Palencia
Eugenio-Jesús de Ávila
Insisto, después de escuchar hoy, por la mañana, en la plaza de la Constitución, a Isaura Leal, comisionada del Gobierno Frente al Reto Demográfico, ponderar a nuestra provincia como territorio prioritario en las inversiones que palíen o ponga fin a la despoblación galopante de Zamora, si la Junta de Castilla y León recibe miles de millones de la Unión Europea para afrontar la grave crisis demográfica de nuestra provincia y los administra, malo, pésimo, horrible. No me fío de la institución autonómica, más si la dirige Fernández Mañueco. Porque, como sucedió cuando Lucas presidía esa “cosa” de Valladolid, así definida por el profesor Iglesias Carreño, Zamora seguirá agonizando hasta convertirse en un desierto demográfico.
Prefiero que esa ingente cantidad de dinero que inyecta Europa para frenar la despoblación se administre desde más cerca, a la vera, siempre a la verita del pueblo llano: ayuntamientos y Diputación. Así vigilaremos qué se hace con tanto miles de millones de euros. Porque la Junta, a no ser que gobierne el PSOE de Tudanca, apoyado por Ciudadanos, siempre va a tirar para sus ciudades y provincias preferidas: Burgos, Valladolid y el apéndice de Pucela, Palencia. No obstante, también habrá que estar ojo avizor con el ejecutivo socialista, que recibirá presiones periodísticas de los grandes editores de ambos territorios, los que, de verdad, mandan en la Junta de Castilla y León, dueños de televisiones y periódicos en esta comunidad.
El Partido Popular de Castilla y León, empírico, gobernó durante más de 30 años, para una serie de ciudades a las que potenció hasta abrir un profundo abismo entre ellas y otras como la nuestra y Soria, porque Segovia y Ávila viven del turismo y la fuerza de la capital de España. León, merced a la UPL, también sacó provecho de la Junta, mientras El Bierzo, una vez que la minería fue perdiendo valor, también recibió jugosas inversiones. Salamanca ciudad, con sus universidades, no protesta, aunque la provincia, salvo algunos poblaciones, casi se encuentre tan olvidada como la nuestra.
La España de las autonomías se cargó Zamora. Nuestra tierra lo fue perdiendo todo desde que se dejó de gobernar desde Madrid. El eje Valladolid-Burgos mandó, manda y gobernará la institución autonómica, con el PP, como resulta empírico, y ahora, si las urnas así lo deciden, con el PSOE y el apoyo de la formación naranja. Pero Tudanca no sería un buen socialista si mantuviese las políticas del PP. El candidato del PSOE a la Junta de Castilla y León recibirá, como me temo, presiones fortísimas de los caciques castellanos para seguir ordeñando la vaca autonómica en los establos de Pucela y la ciudad del Cid. Lo sé. Pero la historia de su partido exige repartir e igualar. Y si no ejerce de socialista, se lo recordaré desde este barquito de papel, y se lo susurraré a Ana Sánchez y a José Ignacio Martín Benito, que serán procuradores, fijo, y quizá consejero alguno de ellos. Porque no se puede consentir tanto desequilibrio en esta macroautonomía. Como zamorano estoy harto de esta comunidad autónoma que nos ha llevado a ocupar los últimos puestos en despoblación, actividad económica, emigración. Los jóvenes huyen y los ancianos se mueren muy viejos. Sí, aquí se vive mucho, pero muy mal. Solo son felices los que viven de la política, los caciques, que, por no tener, carecen de la clase de los que les antecedieron a finales del siglo XIX, y los que no sienten ni padecen, y la prensa del pesebre, la que alimentan las instituciones públicas con el dinero de todos.
Convencido estoy de que Montelarreina cambiará Zamora. Habrá que agradecérselo al PSOE y a militares zamoranos. Este periódico adelantó e informó de la intención de Defensa que recuperar el que fuera campamento militar. Después, Mayte Martín Pozo y su periódico, que dejará de serlo cuando ella haya perdido el poder, intentaron protagonizar esa gran noticia para nuestra tierra. Pero nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, como cantaba Serrat.
Pero, no menos cierto que el PSOE nos debía mucho desde que los gobiernos felipistas sacaron de Zamora al Regimiento Toledo, las líneas férreas, la Universidad Laboral auténtica, la prisión provincia y la silente reconversión agroganadera, esencial en la despoblación del medio rural. La entrada en Europa, porque así lo exigieron los agricultores y ganaderos franceses, le costó mucho a nuestra provincia. Poco a poco, el campo se fue despoblando, cerrándose explotaciones de vacuno, dejando de cultivar las tierras. A cambio subvenciones: el pan de hoy y el hambre de ahora.
Pedro Sánchez parece que está dispuesto a pagar la factura de González con esta tierra. Ojalá. Todas mis loas para el presidente del Gobierno si, ¡por fin!, sutura la herida de la despoblación y reconvierte a esta provincia en una especie de paraíso que habíamos perdido merced a decisiones políticas, siempre políticas. No olvide el lector el aserto del irlandés Edmund Burke: “Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”.
Durante décadas, los zamoranos consentimos, aguantamos, toleramos que la Junta de Castilla y León nos engañara con sus migajas, mientras las ricas viandas las degustaban las provincias privilegiadas. Esta autonomía nos ha hecho mucho daño, tanto que apenas somos nada ni le importamos a nadie. Hay que morir de pie señalando a los culpables, castigándoles con nuestros votos, nuestra única arma. A un servidor, como a Blas de Otero, todavía le queda la palabra.
Eugenio-Jesús de Ávila
Insisto, después de escuchar hoy, por la mañana, en la plaza de la Constitución, a Isaura Leal, comisionada del Gobierno Frente al Reto Demográfico, ponderar a nuestra provincia como territorio prioritario en las inversiones que palíen o ponga fin a la despoblación galopante de Zamora, si la Junta de Castilla y León recibe miles de millones de la Unión Europea para afrontar la grave crisis demográfica de nuestra provincia y los administra, malo, pésimo, horrible. No me fío de la institución autonómica, más si la dirige Fernández Mañueco. Porque, como sucedió cuando Lucas presidía esa “cosa” de Valladolid, así definida por el profesor Iglesias Carreño, Zamora seguirá agonizando hasta convertirse en un desierto demográfico.
Prefiero que esa ingente cantidad de dinero que inyecta Europa para frenar la despoblación se administre desde más cerca, a la vera, siempre a la verita del pueblo llano: ayuntamientos y Diputación. Así vigilaremos qué se hace con tanto miles de millones de euros. Porque la Junta, a no ser que gobierne el PSOE de Tudanca, apoyado por Ciudadanos, siempre va a tirar para sus ciudades y provincias preferidas: Burgos, Valladolid y el apéndice de Pucela, Palencia. No obstante, también habrá que estar ojo avizor con el ejecutivo socialista, que recibirá presiones periodísticas de los grandes editores de ambos territorios, los que, de verdad, mandan en la Junta de Castilla y León, dueños de televisiones y periódicos en esta comunidad.
El Partido Popular de Castilla y León, empírico, gobernó durante más de 30 años, para una serie de ciudades a las que potenció hasta abrir un profundo abismo entre ellas y otras como la nuestra y Soria, porque Segovia y Ávila viven del turismo y la fuerza de la capital de España. León, merced a la UPL, también sacó provecho de la Junta, mientras El Bierzo, una vez que la minería fue perdiendo valor, también recibió jugosas inversiones. Salamanca ciudad, con sus universidades, no protesta, aunque la provincia, salvo algunos poblaciones, casi se encuentre tan olvidada como la nuestra.
La España de las autonomías se cargó Zamora. Nuestra tierra lo fue perdiendo todo desde que se dejó de gobernar desde Madrid. El eje Valladolid-Burgos mandó, manda y gobernará la institución autonómica, con el PP, como resulta empírico, y ahora, si las urnas así lo deciden, con el PSOE y el apoyo de la formación naranja. Pero Tudanca no sería un buen socialista si mantuviese las políticas del PP. El candidato del PSOE a la Junta de Castilla y León recibirá, como me temo, presiones fortísimas de los caciques castellanos para seguir ordeñando la vaca autonómica en los establos de Pucela y la ciudad del Cid. Lo sé. Pero la historia de su partido exige repartir e igualar. Y si no ejerce de socialista, se lo recordaré desde este barquito de papel, y se lo susurraré a Ana Sánchez y a José Ignacio Martín Benito, que serán procuradores, fijo, y quizá consejero alguno de ellos. Porque no se puede consentir tanto desequilibrio en esta macroautonomía. Como zamorano estoy harto de esta comunidad autónoma que nos ha llevado a ocupar los últimos puestos en despoblación, actividad económica, emigración. Los jóvenes huyen y los ancianos se mueren muy viejos. Sí, aquí se vive mucho, pero muy mal. Solo son felices los que viven de la política, los caciques, que, por no tener, carecen de la clase de los que les antecedieron a finales del siglo XIX, y los que no sienten ni padecen, y la prensa del pesebre, la que alimentan las instituciones públicas con el dinero de todos.
Convencido estoy de que Montelarreina cambiará Zamora. Habrá que agradecérselo al PSOE y a militares zamoranos. Este periódico adelantó e informó de la intención de Defensa que recuperar el que fuera campamento militar. Después, Mayte Martín Pozo y su periódico, que dejará de serlo cuando ella haya perdido el poder, intentaron protagonizar esa gran noticia para nuestra tierra. Pero nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, como cantaba Serrat.
Pero, no menos cierto que el PSOE nos debía mucho desde que los gobiernos felipistas sacaron de Zamora al Regimiento Toledo, las líneas férreas, la Universidad Laboral auténtica, la prisión provincia y la silente reconversión agroganadera, esencial en la despoblación del medio rural. La entrada en Europa, porque así lo exigieron los agricultores y ganaderos franceses, le costó mucho a nuestra provincia. Poco a poco, el campo se fue despoblando, cerrándose explotaciones de vacuno, dejando de cultivar las tierras. A cambio subvenciones: el pan de hoy y el hambre de ahora.
Pedro Sánchez parece que está dispuesto a pagar la factura de González con esta tierra. Ojalá. Todas mis loas para el presidente del Gobierno si, ¡por fin!, sutura la herida de la despoblación y reconvierte a esta provincia en una especie de paraíso que habíamos perdido merced a decisiones políticas, siempre políticas. No olvide el lector el aserto del irlandés Edmund Burke: “Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”.
Durante décadas, los zamoranos consentimos, aguantamos, toleramos que la Junta de Castilla y León nos engañara con sus migajas, mientras las ricas viandas las degustaban las provincias privilegiadas. Esta autonomía nos ha hecho mucho daño, tanto que apenas somos nada ni le importamos a nadie. Hay que morir de pie señalando a los culpables, castigándoles con nuestros votos, nuestra única arma. A un servidor, como a Blas de Otero, todavía le queda la palabra.























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