HISTORIA
Racistas catalanes y vascos: los enemigos, en casa
El PSOE debería aprender de la historia, leer a sus dirigentes más destacados, los que padecieron la Guerra Civil, para no cometer los mismos errores
Eugenio-Jesús de Ávila
“El que se oponga a la política de unidad nacional debe ser cesado de su puesto fulminantemente. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición de la que se desprendiese de alemanes e italianos. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los de afuera y de los de adentro. Mi posición es absoluta y no consiente disminución”. Estas contundentes frases corresponden a Juan Negrín, destacado miembro del PSOE, presidente del Gobierno de la II República entre mayo del 1937 y marzo de 1939, maestro de Severo Ochoa.
Pedro Sánchez, ni, por supuesto, Zapatero, leyeron a Juan Negrín, que les sonará, pero desconocen nuestra historia, obnubilados después de tanta memoria histórica. Si tuvieran conocimientos sobre el nacionalismo catalán, y también el vasco, nunca habría consentido ese desafío constante de los separatistas, personajes que se creen una raza superior, de idéntica catadura moral que los nacionalsocialistas arios alemanes.
No se puede negociar con descerebrados, con personajes que miran al resto de los españoles como si fuéramos hijos de una etnia inferior. Y si el presidente del Gobierno piensa aún que podrá legislar con el chantaje de ERC, socialfascistas, que parece una formación demócrata porque llevan la R de republicana y la E de Esquerra (izquierda en catalán) se equivoca.
Nunca puedes fiarte del enemigo y el nacionalismo fue, es y será hostil a la democracia española, a la que pretende, como objetivo esencial, destruir, porque, cuánto menos sea España, más cerca estarán de su objetivo: proclamar la independencia de Cataluña. Así lo cuenta la historia: 6 de octubre de 1934, LLuis Companys, el político que más penas de muerte firmó durante la Guerra Civil, proclamó el Estado Catalán.
Y si logran que el PSOE de Sánchez entre en su juego, con el papel de Pilatos de Ciudadanos –los socialistas no quieren pactos con la formación naranja- y Partido Popular, el objetivo de los nacionalistas se encontrará aún más cercano. Si el presidente del Gobierno piensa que la actual legislatura, todavía sin estrenar, se prolongará cuatro años con el ¿apoyo? de ERC y Bildu, hijos del asesino de niñas, el monstruo humano Josu “Ternera”, destruirá su carrera política, pues, ni tan si quiera un superviviente como Sánchez podría librarse de esta religión pagana que es el nacionalismo, causa, junto al comunismo, de los conflictos bélicos, hambrunas y genocidios más graves del siglo XX.
La izquierda española, la de la transición, en su candidez, se creyó que los nacionalistas vascos y catalanes eran demócratas. Poco a poco, nos han demostrado que el enemigo es España y les trae sin cuidado que gobierne el PP o el PSOE. Hubo un tiempo que les convino que Aznar, que hablaba catalán en la intimidad, viviese en la Moncloa. Después que Zapatero se entregase a sus exigencias, con aquello de que lo que aprobéis en el Parlament lo sancionaremos en Madrid. Con Soraya, otra lista, les fue de maravilla, y ahora, con Sánchez sus chantajes alcanzarán el máximo nivel.
Si el presidente del gobierno quiere esta legislatura acaba antes de tiempo, ya sabe lo que tiene que hacer: ceder ante ERC y después, una vez que el Supremo condene a los golpistas, indultarlos.
Mientras, sería bueno para los socialistas españoles leer a sus antepasados, porque aprenderán con qué tipo de sujetos pretenden gobernar.
Eugenio-Jesús de Ávila
“El que se oponga a la política de unidad nacional debe ser cesado de su puesto fulminantemente. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición de la que se desprendiese de alemanes e italianos. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los de afuera y de los de adentro. Mi posición es absoluta y no consiente disminución”. Estas contundentes frases corresponden a Juan Negrín, destacado miembro del PSOE, presidente del Gobierno de la II República entre mayo del 1937 y marzo de 1939, maestro de Severo Ochoa.
Pedro Sánchez, ni, por supuesto, Zapatero, leyeron a Juan Negrín, que les sonará, pero desconocen nuestra historia, obnubilados después de tanta memoria histórica. Si tuvieran conocimientos sobre el nacionalismo catalán, y también el vasco, nunca habría consentido ese desafío constante de los separatistas, personajes que se creen una raza superior, de idéntica catadura moral que los nacionalsocialistas arios alemanes.
No se puede negociar con descerebrados, con personajes que miran al resto de los españoles como si fuéramos hijos de una etnia inferior. Y si el presidente del Gobierno piensa aún que podrá legislar con el chantaje de ERC, socialfascistas, que parece una formación demócrata porque llevan la R de republicana y la E de Esquerra (izquierda en catalán) se equivoca.
Nunca puedes fiarte del enemigo y el nacionalismo fue, es y será hostil a la democracia española, a la que pretende, como objetivo esencial, destruir, porque, cuánto menos sea España, más cerca estarán de su objetivo: proclamar la independencia de Cataluña. Así lo cuenta la historia: 6 de octubre de 1934, LLuis Companys, el político que más penas de muerte firmó durante la Guerra Civil, proclamó el Estado Catalán.
Y si logran que el PSOE de Sánchez entre en su juego, con el papel de Pilatos de Ciudadanos –los socialistas no quieren pactos con la formación naranja- y Partido Popular, el objetivo de los nacionalistas se encontrará aún más cercano. Si el presidente del Gobierno piensa que la actual legislatura, todavía sin estrenar, se prolongará cuatro años con el ¿apoyo? de ERC y Bildu, hijos del asesino de niñas, el monstruo humano Josu “Ternera”, destruirá su carrera política, pues, ni tan si quiera un superviviente como Sánchez podría librarse de esta religión pagana que es el nacionalismo, causa, junto al comunismo, de los conflictos bélicos, hambrunas y genocidios más graves del siglo XX.
La izquierda española, la de la transición, en su candidez, se creyó que los nacionalistas vascos y catalanes eran demócratas. Poco a poco, nos han demostrado que el enemigo es España y les trae sin cuidado que gobierne el PP o el PSOE. Hubo un tiempo que les convino que Aznar, que hablaba catalán en la intimidad, viviese en la Moncloa. Después que Zapatero se entregase a sus exigencias, con aquello de que lo que aprobéis en el Parlament lo sancionaremos en Madrid. Con Soraya, otra lista, les fue de maravilla, y ahora, con Sánchez sus chantajes alcanzarán el máximo nivel.
Si el presidente del gobierno quiere esta legislatura acaba antes de tiempo, ya sabe lo que tiene que hacer: ceder ante ERC y después, una vez que el Supremo condene a los golpistas, indultarlos.
Mientras, sería bueno para los socialistas españoles leer a sus antepasados, porque aprenderán con qué tipo de sujetos pretenden gobernar.






















Gabriel | Domingo, 19 de Mayo de 2019 a las 20:02:06 horas
Puedo estar en un alto porcentaje de acuerdo con usted. Pero, de la misma forma que los nacionalismos son, en un alto porcentaje, fascistas que se creen una raza superior al resto, digo, que en esa mismo saco podemos meter a todos aquellos que usan la política en beneficio suyo y, que son capaces de pedir que nos jubilemos a los 70 mientras ellos lo hicieron a los 50 y, que miran para otro lado cuando cortan la luz a las personas que ya no pueden pagarla y, que son capaces de hacerse con carteras de pisos de desahuciados y, que crean entes para seguir viviendo del cuento (17 consejos consultivos) y, que son capaces de abrir minas a cielo abierto por intereses espurios.....mire a su alrededor y verá a otros ogros muy parecidos a los nacionalismos periféricos.
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