Martes, 18 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Sábado, 03 de Agosto de 2019
ME QUEDA LA PALABRA

El PSOE: del marxismo a la revolución, pasando por la democracia para alcanzar la inanidad del sanchismo

Eugenio-Jesús de Ávila

[Img #28721]El PSOE fue, en sus orígenes marxista, aunque su líder no lo entendiera. Pablo Iglesia, nada más tomar posesión de su cargo en el Congreso de los Diputados, el 8 de julio de 1910, tras la Semana Trágica de Barcelona, advirtió a Maura y Lacierva, que el PSOE “luchará en la legalidad mientras pueda y saldrá de ella cuando deba”, y, añadió, además, que “para evitar que Maura suba al poder debe llegarse hasta el atentado personal”.

Después, en 1917, el PSOE participó en la huelga general revolucionaria. Todo un éxito. Más tarde, durante la Dictadura de Primo de Rivera, colaboró con el general, al ser el único partido al que se permitió permanecer en la legalidad. Largo Caballero fue miembro del Consejo de Estado, si bien Prieto y Fernando de los Ríos se opondrían a la concordia; de hecho, el vasco-asturiano dimitiría de la Comisión Ejecutiva socialista.

El PSOE formó parte del primer gobierno de la II República (1931-1933). Al acceder el centro-derecha al poder, después de unas elecciones democráticas, el PSOE se radicaliza, tanto que da un golpe de Estado, el 5 de octubre de 1934, que causó más de mil muertos en España, la mayor parte en Asturias. Prieto, ya en el exilio, tras hacer examen de conciencia, confesó, en una conferencia ofrecida en Ciudad de México, el 1 de mayo de 1942: “Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación de aquel movimiento revolucionario. Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria”. Todavía el PSOE era marxista. Besteiro, el más cuerdo, sensato y honrado dirigente socialista español, ya en la cárcel, analizaría la debacle de su partido: “Estamos derrotados por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande. La reacción contra ese error de la Republica la representan, sean los que sean sus defectos, los nacionalistas que se han batido en la gran cruzada anti komintern”.

Tras la derrota en la Guerra Civil, poco más se supo del PSOE: fusilados, represaliados, exiliados. Incidentes entre Prieto y Negrín por mor del yate “Vita” y su tesoro, y pocas más acciones contra el régimen, protagonizadas por el PCE.  Travesía del desierto político y revolucionario. Después llegó Suresnes, donde lo que quedaba del PSOE de la República, liderado por Llopis, perdió su última batalla ante Felipe González. La llegada de la democracia colocó al PSOE como primer partido de la oposición, tras las victorias electorales de la UCD, y conoció también en 1979, en el XXVIII Congreso, la renuncia de Felipe González al marxismo.

Hasta ahí breves datos históricos, fidedignos, documentados,  una pintura impresionista, digamos, sobre el PSOE, que muchos militantes de ahora, en este agosto de 2019, desconocen e ignoran o, ni tan si quiera, les importa. Ahora escondo la historia y acudo a mi memoria:

Estudiaba en Madrid en los últimos años de Franco. Conocí, por entonces, a jóvenes militantes comunistas, a los que vi hacer pancartas contra el franquismo en los váteres de la Universidad Politécnica. Hablé con estudiantes comunistas, anarquistas, trotskistas, maoístas y demás grupúsculos minoritarios de extrema izquierda, pero no me topé con ningún joven universitario del PSOE.

En Zamora, a mi vuelta de la capital de España, supe  que el PSOE se nutría de ex falangistas y ex curas, de gente que procedía del catolicismo; pero entre ellos no había un solo marxista revolucionario. Después ganaron las elecciones en octubre de 1982 y gobernaron la nación con Felipe y más tarde con Zapatero y ahora con Pedro Sánchez.  Los ejecutivos felipistas, junto a indudables avances como la entrada en la Comunidad Europea, nos demostraron que también la gente de izquierdas es susceptible de corromperse. No voy a citar casos y cosas. Los doy por asumidos. El PP supo imitar esta práctica política hasta llevarla al paroxismo, como los conservadores catalanes de Pujol o los socialistas andaluces con Chaves y Griñán.

El PSOE dejó, pues, de ser marxista, hace 40 años; después fue, de cuando en cuando, socialdemócrata, y ahora no se sabe lo que es, porque el sanchismo es un ideología novedosa, que parece de izquierdas, pero tampoco lo es; tampoco es de derechas, ni de centro, sino propia.  Se trata de adaptarse al medio, para pactar con Ciudadanos, hace un par de años, o intentarlo con Podemos, la extrema izquierda, después de la victoria mínima en las elecciones de la pasada primavera. El presidente en funciones es un enigma político, incombustible, ave fénix.

No sé qué nos deparará el futuro con este dirigente, pero queda claro que el verdadero enemigo del PSOE, históricamente, ha sido el comunismo, y no volveré a tirar de la historia para demostrarlo –ya dejé una cita de Besteiro en otro párrafo anterior, y que, si pacta con Podemos, se condenará a sí mismo y a su partido. La socialdemocracia no deja de ser una ideología con la que se paró al comunismo soviético en Europa. En Inglaterra la izquierda se llama Partido Laborista, que nunca fue marxista.

Y no debe olvidarse que el socialismo español también cuenta con un enemigo interno, las guerras domésticas abiertas desde siempre entre sus líderes: Largo Caballero contra Indalecio Prieto (Écija 31 de mayo de 1936, tiros de los seguidores de Largo contra Prieto), este contra Negrín; Besteiro, crítico de la deriva adoptada por el PSOE y encabezada por Largo Caballero, y, en tiempos modernos Felipe contra Guerra, y los últimos acontecimientos “belicos” de Pedro Sánchez contra el aparato, primero derrotado y después resucitado de entre los muertos. En el ámbito local, aquí, en Zamora, abundan los “cadáveres” de socialistas “asesinados”, políticamente, por sus queridos compañeros. El PSOE es como España.

Esto acontece cuando la nación española hallase en un momento transcendental de su historia: burguesía separatista catalana, preparada para la secesión, aprovechando la debilidad del Estado; marxistas de Bildu mandando en parte del País Vasco y tutelando el gobierno socialista en Navarra, y negros nubarrones sobre nuestra economía.  Se entabla una batalla entre la clase media, a la que pertenece también la cúpula y muchos de los votantes morados.

Esta nación carece de hombres de Estado. Los mediocres, eso sí, con buena imagen, dominan las formaciones políticas, mientras el pueblo ni sabe, ni contesta; padece en silencio, asiste, alucinado, a la compraventa de cargos en autonomías y ejecutivo central. El desconocimiento de nuestra historia nos obligará a repetirla, y ya sabemos, desde Marx, a través del 18 Brumario de Luis Bonaparte, que “la historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia, y la segunda como una miserable farsa”. Ahora, España se encamina a vivir otra patraña, un teatro, una pantomima.

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.34

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.