DENUNCIAS
Aumenta la rotura del azud de Cabañales
El Ayuntamiento no se contempla su reparación
Hay dinero en el Ayuntamiento, resultado de que se recauda más de lo que se gasta, con lo que la cuenta municipal sigue engordando. Para equilibrar esta balanza bien se podrían bajar los impuestos, mejoraría la economía de todos los zamoranos y se incentivaría la inversión privada. También se frenaría la huida de empadronamientos de conveniencia a otras poblaciones donde se paga menos, caso de los vehículos: los pueblos han visto aumentar su censo de coches, por mantener un impuesto bastante menor que el de la capital. Queda otra posibilidad que, habiendo, se invierta. De no hacerlo, se crea un remanente, con lo no gastado en ejercicios anteriores, que, sujeto a la ley, puede ser reempleado aun tarde, en inversiones sostenibles.
Así se ha anunciado, lo ahorrado, por no emplearlo en el pasado, se hará en el futuro. Correspondiéndole una pequeña partida a la reparación del azud de Olivares que, desde hace unos años presenta una rotura, que implica una pérdida del volumen embalsado que causa, entre otros problemas, un descenso de nivel de agua en toda la zona represada. Estupendo que haya disposición de fondos por fin, que permitan subsanar tan visible necesidad, pero debemos recordar que hay otra rotura, bastante más grave y peligrosa que no ha sido tenida en cuenta. Se trata de la brecha del azud, a pocos metros de las olvidadas aceñas de Cabañales, cuyo arreglo iba a ser prioritario para este equipo de gobierno, y de ello hace ya más de cuatro años sin que se realice intervención en ellas.
El boquete en el azud ha aumentado de tamaño con respecto al año pasado, produciendo una pérdida aún mayor del líquido que debería retener y haciendo más complicada y costosa su pendiente reparación. Toda la represa de piedra, que se inicia a la altura de la Ciudad Deportiva, queda completamente en seco y la acumulación de agua que debería contener esta muchos centímetros por debajo del nivel óptimo. En los molinos, no corre el agua y se han producido sedimentaciones de arenas y otras materias, que necesitaran de un dragado, si algún día se quiere que las palas de las ruedas vuelvan a moverse por impulso de la fuerza hidráulica. Y lo peor, la zona es muy frecuentada por piragüistas y pescadores, unas simples boyas indicadoras alrededor del siniestro advierten, pero no evitan el peligro de que alguien sea literalmente engullido por la fuerza de la corriente.
Hay dinero en el Ayuntamiento, resultado de que se recauda más de lo que se gasta, con lo que la cuenta municipal sigue engordando. Para equilibrar esta balanza bien se podrían bajar los impuestos, mejoraría la economía de todos los zamoranos y se incentivaría la inversión privada. También se frenaría la huida de empadronamientos de conveniencia a otras poblaciones donde se paga menos, caso de los vehículos: los pueblos han visto aumentar su censo de coches, por mantener un impuesto bastante menor que el de la capital. Queda otra posibilidad que, habiendo, se invierta. De no hacerlo, se crea un remanente, con lo no gastado en ejercicios anteriores, que, sujeto a la ley, puede ser reempleado aun tarde, en inversiones sostenibles.
Así se ha anunciado, lo ahorrado, por no emplearlo en el pasado, se hará en el futuro. Correspondiéndole una pequeña partida a la reparación del azud de Olivares que, desde hace unos años presenta una rotura, que implica una pérdida del volumen embalsado que causa, entre otros problemas, un descenso de nivel de agua en toda la zona represada. Estupendo que haya disposición de fondos por fin, que permitan subsanar tan visible necesidad, pero debemos recordar que hay otra rotura, bastante más grave y peligrosa que no ha sido tenida en cuenta. Se trata de la brecha del azud, a pocos metros de las olvidadas aceñas de Cabañales, cuyo arreglo iba a ser prioritario para este equipo de gobierno, y de ello hace ya más de cuatro años sin que se realice intervención en ellas.
El boquete en el azud ha aumentado de tamaño con respecto al año pasado, produciendo una pérdida aún mayor del líquido que debería retener y haciendo más complicada y costosa su pendiente reparación. Toda la represa de piedra, que se inicia a la altura de la Ciudad Deportiva, queda completamente en seco y la acumulación de agua que debería contener esta muchos centímetros por debajo del nivel óptimo. En los molinos, no corre el agua y se han producido sedimentaciones de arenas y otras materias, que necesitaran de un dragado, si algún día se quiere que las palas de las ruedas vuelvan a moverse por impulso de la fuerza hidráulica. Y lo peor, la zona es muy frecuentada por piragüistas y pescadores, unas simples boyas indicadoras alrededor del siniestro advierten, pero no evitan el peligro de que alguien sea literalmente engullido por la fuerza de la corriente.



























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