Eugenio de Ávila
Martes, 20 de Agosto de 2019
ME QUEDA LA PALABRA

Alcaldes y empresarios de pueblos

Eugenio-Jesús de Ávila

[Img #29088]Sostengo que toda persona que ejerce como alcalde de un pueblo zamorano se convierte en ejemplo de político, en la esencia de la política, casi como un Pericles en la Atenas del Siglo V.a.C. Y afirmo que todo empresario que invierte en comarcas como las de Sayago, Aliste, Tábara, Alba, Sanabria…en toda nuestra olvidada provincia me parece un héroe.

Escribir en España es llorar. La frase fue pronunciada por Mariano José de Larra en el primer tercio del siglo XIX. El escrito madrileño se suicidó. Tiempo después, el gran poeta Luis Cernuda, amplio el aserto: “Escribir en España no es llorar es morir”. Añadiría: “Invertir en Zamora, hacer política, de la de verdad, en nuestra tierra, son labores propias de personas ejemplares, casi líricas, poéticas. Quieren transformar su mundo, su comarca, su sociedad.

Emociona contemplar cómo trabajan estos regidores de la provincia por sus vecinos. Sus decisiones, convencido estoy, conllevarán que los que eran sus amigos dejen de serlo; conflictos familiares y múltiples problemas. Pero dejan sus tareas en el campo y con el ganado para donar su tiempo a su gente.

Y admiro a todo empresario que se la juega en el medio rural, con escasísimas ayudas, con cuitas cotidianas, con sinsabores por doquier. Pero crea puestos de trabajo, con lo que fija población en lo que ya casi es un desierto demográfico. Todo el poniente zamorano camina hacia la despoblación absoluta. En una década, apenas quedarán ancianos en el agro. Si ahora no se apoya a estos promotores, todo habrá finalizado para esta provincia sobre 2030. Alabo, pues, que Caja Rural de Zamora apuesta por estas iniciativas empresariales como solución para que la provincia remonte, no desaparezca. Porque la capital, nuestra ciudad, sin su provincia se convertiría en un centro para antropólogos y sociólogos, para historiadores del Arte, para intelectuales y poco más.

Zamora, la capital de esta provincia, rica en materias primas, abundante en agua, en ríos; con una historia importantísima, con un pretérito en colores, solo asirá el futuro sí su sector primario se desarrolla, siempre apoyado por pequeños empresarios, como los que invierten en Sayago, Aliste, Sanabria y en el resto de la provincia. El futuro nunca llegará si, como ha venido sucediendo desde hace décadas, los políticos, que cobran salarios superiores por ocupar sillón en Senado y Congreso de los Diputados, se olvidan que son representantes de una provincia que se desangra porque olvidaron cuáles fueron sus esencias.

Que no olvide nadie que los zamoranos que vivimos en la capital, aun nacidos aquí, tras las murallas, todos, poseemos profundas raíces en el campo. Somos hijos y nietos de cereales, de viñas y olivos, de amapolas y negrillos, de margaritas y encinas. Esa es nuestra memoria. Y también nuestra historia.

 

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