Eugenio de Ávila
Miércoles, 21 de Agosto de 2019
ME QUEDA LA PALABRA

Zamora: la ciudad que prefirió crecer en vertical

Eugenio-Jesús de Ávila

[Img #29110]En este país, que todavía se conoce como España, en el que unos dos millones, entre vascos, catalanes, unos cuantos gallegos y contados especímenes no quieren serlo, se ha especulado casi siempre en la construcción: desde los años 60, en pleno franquismo, cuando la nación se estiraba económicamente, hasta la democracia, tanto con gobiernos conservadores como de izquierdas. Recuerdo al respecto que el Ayuntamiento de Madrid recalificó la Ciudad Deportiva del Real Madrid, contemplada como zona verde, para que se levantasen cinco rascacielos.  Gran corrupción que hizo ricos a unos cuantos y rescato al club de Concha Espina de su caos económico. Y no pasó nada. Gobernaba el PSOE. Pero la entidad blanca es más importante que el Estado. Así son algunos españoles.

En Zamora, que, para nuestra desgracia es España y no Portugal -¡Qué pena la derrota de la Beltraneja!- también se especuló. Aquí, aunque ciudad pequeña, hubo promotores que provenían de otros sectores económicos,  en los que habían acumulado fuertes excedentes, que se forraron en la dictadura y en este sistema. Da igual. Después, por si acaso, algunos de ellos se parapetaron en los medios de comunicación, y a otros les dio por comprar equipos de fútbol. No necesito dar nombres.

En nuestra ciudad, hay más de 4.000 viviendas sin ocupar. Pero todavía hay promotores que quieren construir más edificios. ¡Allá cada cual con sus inversiones! El problema reside en que se construya en contra de la estética, en zonas cercanas al padre, o al primo, Duero, tan cansado de que siempre lo hayamos tratado tan mal, con tanta desfachatez: ¡Río Duero, río Duero…nadie a consolarte baja…!”

Escribí, hace unos días, que, como Zamora también sufrió especulación, consentida por los ayuntamientos, franquista y ¿democráticos?, la ciudad creció hacia arriba, nunca en horizontal, como hubiese sido lo estético, conforme a su historia. En Europa, en los mismos USA, los rascacielos aparecen en el centro de las urbes, nunca en los extrarradios, donde las viviendas unifamiliares y los casas de no más de cuatro alturas protagonizan sus paisajes urbanos. Los grandes edificios se han convertido en los grandes centros económicos de las grandes ciudades.

Urbanizaciones como las de Las Viñas no tienen razón de ser. Hubo entonces connivencia entre un ministro de UCD y un Ayuntamiento del PSOE.  Después aconteció  lo de Vista Alegre, tolerable, sin más de cinco alturas, pero sin jardines ni árboles. Casi un secarral.  Antes se cargaron la avenida de las  Tres Cruces y parte de Cardenal Cisneros, bulevar construido en razón directa al entonces puente nuevo sobre el Duero. Se partió la ciudad. ¡Qué importaba! Unos cuantos, un político y unos constructores, se enriquecieron más y más. Y, en los últimos tiempos, Príncipe de Asturias, calles de chalecitos de la burguesía, en su inicio, alrededor de La Marina, también sufrió esa especulación.

Sigo con el relato: Tampoco se trató bien al casco antiguo, aunque las edificaciones careciesen de una estética conforme al espacio noble de la ciudad. Toda la ciudad tiró hacia arriba. La gente ni se enteró. Ya convertida en rebaño, las protestas fueron mínimas. Quizá algún esteta o ciertos arquitectos criticasen esas actuaciones. Nadie más.

La triste verdad, que no tiene remedio, como cantaba Serrat, es que la vieja Zamora se quedó sin personalidad. Aquí, nunca hubo un concepto de urbe. Nadie supo qué hacer con lo que quedaba de ella. Se improvisó. Se edificó sin gusto, sin clase, sin sensibilidad. Todavía podría salvarse parte del recinto antiguo, que ya no es medieval, salvo las iglesias. Pero pasa el tiempo y los solares siguen vacíos y los cables vejando rúas, plazas y viejos palacios.

En Zamora, la orfandad de ética y estética dio lugar a su destrucción como ciudad. Políticos y promotores, de acuerdo en todo, eligieron que la urbe creciese en vertical, jamás en horizontal. Miento: se levantaron adosados a kilómetros del centro, pero aquello debióse a un acuerdo de amiguetes. Lo de siempre.

 

 

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