ME QUEDA LA PALABRA
Biorrefinería y despoblación
El proyecto de la Biorrefinería en Barcial del Barco detendría la galopante despoblación de la provincia
Eugenio-Jesús de Ávila
Sucedió, más o menos, hace una década. Se celebraba en el teatro Principal, organizada por el periódico semanal La Voz de Zamora, una gala anual en la que se entregaban una serie de premios, galardones elegidos por nuestros lectores. Como director de aquel medio, desgraciadamente desaparecido, un par de meses después de que el capitalista me echara por no “comulgar con ruedas de molino”, me tocó pronunciar la despedida. Tras dar la enhorabuena a los premiados, me dirigí a los presentes, entre los que se encontraban Rosa Valdeón, alcaldesa de Zamora; Fernando Martínez-Maíllo, presidente de la Diputación, y Alberto Castro, delegado de la Junta de Castilla y León. Recuerdo que mi mensaje se dirigió a un problema al que entonces no se daba importancia alguna por parte de los políticos: la despoblación. Advertí que las comarcas del poniente zamorano, Sayago, Aliste y Sanabria, se hallaban ya en lo que se denomina desierto demográfico. Pasado el tiempo, en este 2019, partidos y asociaciones privadas han hecho suyo este este mensaje y dicen que quieren frenar la marcha hacia el abismo de esta provincia.
Vaya por delante que ni Diputación ni ayuntamientos poseen el poder económico suficiente para detener el fenómeno de la despoblación, porque el asunto transcienda las decisiones locales y provinciales, pero estas instituciones sí pueden pedir auxilio a la Junta de Castilla y León, al Gobierno de la nación y todos los partidos políticos.
Viene ahora a cuento de la despoblación el proyecto de la Biorrefinería de Barcial del Barco, una genial idea del ingeniero zamorano Vicente Merino, que lleva doce años luchando para que se plasme en la realidad. Esta industria cambiaría parte de nuestra provincia. Ya lo he escrito con reiteración y el propio Merino lo ha explicado en emisoras, televisiones y periódicos, si bien con la censura correspondiente.
Como bien se sabe, el proyecto no se ha hecho realidad porque intereses económicos de las grandes multinacionales de la alimentación y de la energía perderían sus privilegios. Por otra parte, políticos del ejecutivo autonómico y sus adláteres en Zamora hicieron todo lo imposible para que el proyecto de Merino Febrero se desmoronase. Se ha denunciado lo que sucedió en este periódico. La Justicia no quiso saber nada o carecía de pruebas para obrar en consecuencia contra los malandrines empresariales. La realidad es que después de tanto tiempo todo sigue como hace doce años: parado. Mientras hubo manifestaciones, entrevistas, dimes y diretes, chantajes, un sector de la prensa, al servicio de intereses bastardos, denostando al ingeniero, culpable -¡Válgame Dios!- de querer extraer del atraso económico a nuestra tierra. Nunca pidió nada, solo que la Junta le avalase, como ha hecho, no ha mucho tiempo, el gobierno saliente de Herrera, con una empresa ubicada en Ponferrada, dedicada también al sector de la producción de energía a través de diversos vegetales.
Ahora, la Plataforma Pro Biorrefinería le pide a Requejo, presidente de la Diputación, que intermedie entre Iberdrola y el ejecutivo que preside Fernández Mañueco, para que los terrenos de Ecobarcial puedan ser utilizados, de nuevo, por la empresa que preside Merino, dado que el gobierno de Herrera dejo sin espacio a Magdala para esa posible construcción de la infraestructura industrial.
El actual inquilino del que fuera Hospital de la Encarnación ha sido uno de los pocos políticos zamoranos que prestó atención y creyó en este proyecto. Cuestión distinta las acciones la de los procuradores de Ciudadanos en la anterior legislatura autonómica. Ahora, Igea posee poder en la Junta de Castilla y León, el suficiente para abordar, de una vez por todas, ese proyecto industrial, esencial para detener la despoblación galopante de nuestra provincia.
Requejo no puede hacer otra cosa que pedir a su presidente regional y vicepresidente del ejecutivo regional que estudie con cariño ese producto que ha elaborado Merino. Y si es posible, que el propio ingeniero se lo explique a los actuales dirigentes autonómicos. Seguro que el presidente de la Diputación Provincial trabajará para que la idea del ingeniero zamorano se haga realidad. Nos jugamos el futuro. La Biorrefinería y Monte La Reina, más las transformación en autovía de la carretera entre Zamora y la frontera lusa, claves para que nuestra provincia no se convierta en una gigantesca residencia de la tercera edad, en una selva donde la fauna salvaje imponga su ley. No obstante, comprendo que proyectos como los citados no gusten a los caciques, temerosos de cualquier avance económico y mental de nuestra Zamora. No va más. ¡Ya es imposible tolerar tanta ignominia en esta pobre y acobardada provincia! Quizá es que los zamoranos ya estamos muertos. Pues extremaunción y un responso. Punto. No se hable más.
Eugenio-Jesús de Ávila
Sucedió, más o menos, hace una década. Se celebraba en el teatro Principal, organizada por el periódico semanal La Voz de Zamora, una gala anual en la que se entregaban una serie de premios, galardones elegidos por nuestros lectores. Como director de aquel medio, desgraciadamente desaparecido, un par de meses después de que el capitalista me echara por no “comulgar con ruedas de molino”, me tocó pronunciar la despedida. Tras dar la enhorabuena a los premiados, me dirigí a los presentes, entre los que se encontraban Rosa Valdeón, alcaldesa de Zamora; Fernando Martínez-Maíllo, presidente de la Diputación, y Alberto Castro, delegado de la Junta de Castilla y León. Recuerdo que mi mensaje se dirigió a un problema al que entonces no se daba importancia alguna por parte de los políticos: la despoblación. Advertí que las comarcas del poniente zamorano, Sayago, Aliste y Sanabria, se hallaban ya en lo que se denomina desierto demográfico. Pasado el tiempo, en este 2019, partidos y asociaciones privadas han hecho suyo este este mensaje y dicen que quieren frenar la marcha hacia el abismo de esta provincia.
Vaya por delante que ni Diputación ni ayuntamientos poseen el poder económico suficiente para detener el fenómeno de la despoblación, porque el asunto transcienda las decisiones locales y provinciales, pero estas instituciones sí pueden pedir auxilio a la Junta de Castilla y León, al Gobierno de la nación y todos los partidos políticos.
Viene ahora a cuento de la despoblación el proyecto de la Biorrefinería de Barcial del Barco, una genial idea del ingeniero zamorano Vicente Merino, que lleva doce años luchando para que se plasme en la realidad. Esta industria cambiaría parte de nuestra provincia. Ya lo he escrito con reiteración y el propio Merino lo ha explicado en emisoras, televisiones y periódicos, si bien con la censura correspondiente.
Como bien se sabe, el proyecto no se ha hecho realidad porque intereses económicos de las grandes multinacionales de la alimentación y de la energía perderían sus privilegios. Por otra parte, políticos del ejecutivo autonómico y sus adláteres en Zamora hicieron todo lo imposible para que el proyecto de Merino Febrero se desmoronase. Se ha denunciado lo que sucedió en este periódico. La Justicia no quiso saber nada o carecía de pruebas para obrar en consecuencia contra los malandrines empresariales. La realidad es que después de tanto tiempo todo sigue como hace doce años: parado. Mientras hubo manifestaciones, entrevistas, dimes y diretes, chantajes, un sector de la prensa, al servicio de intereses bastardos, denostando al ingeniero, culpable -¡Válgame Dios!- de querer extraer del atraso económico a nuestra tierra. Nunca pidió nada, solo que la Junta le avalase, como ha hecho, no ha mucho tiempo, el gobierno saliente de Herrera, con una empresa ubicada en Ponferrada, dedicada también al sector de la producción de energía a través de diversos vegetales.
Ahora, la Plataforma Pro Biorrefinería le pide a Requejo, presidente de la Diputación, que intermedie entre Iberdrola y el ejecutivo que preside Fernández Mañueco, para que los terrenos de Ecobarcial puedan ser utilizados, de nuevo, por la empresa que preside Merino, dado que el gobierno de Herrera dejo sin espacio a Magdala para esa posible construcción de la infraestructura industrial.
El actual inquilino del que fuera Hospital de la Encarnación ha sido uno de los pocos políticos zamoranos que prestó atención y creyó en este proyecto. Cuestión distinta las acciones la de los procuradores de Ciudadanos en la anterior legislatura autonómica. Ahora, Igea posee poder en la Junta de Castilla y León, el suficiente para abordar, de una vez por todas, ese proyecto industrial, esencial para detener la despoblación galopante de nuestra provincia.
Requejo no puede hacer otra cosa que pedir a su presidente regional y vicepresidente del ejecutivo regional que estudie con cariño ese producto que ha elaborado Merino. Y si es posible, que el propio ingeniero se lo explique a los actuales dirigentes autonómicos. Seguro que el presidente de la Diputación Provincial trabajará para que la idea del ingeniero zamorano se haga realidad. Nos jugamos el futuro. La Biorrefinería y Monte La Reina, más las transformación en autovía de la carretera entre Zamora y la frontera lusa, claves para que nuestra provincia no se convierta en una gigantesca residencia de la tercera edad, en una selva donde la fauna salvaje imponga su ley. No obstante, comprendo que proyectos como los citados no gusten a los caciques, temerosos de cualquier avance económico y mental de nuestra Zamora. No va más. ¡Ya es imposible tolerar tanta ignominia en esta pobre y acobardada provincia! Quizá es que los zamoranos ya estamos muertos. Pues extremaunción y un responso. Punto. No se hable más.






























Gonzalo Julián | Lunes, 26 de Agosto de 2019 a las 23:38:27 horas
Tal vez, si hiciésemos, si hacemos en las próximas elecciones, lo que promulga el nobel JOSÉ SARAMAGO en su magistral "ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ".. **** decir:
VOTAR todos, (la inmensa mayoría), EN BLANCO... nuestros políticos lo entenderían:
NO NOS HACEN FALTA.
Y nuestro voto en blanco será la forma de decírselo...de hacérselo entender.
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