RES PÚBLICA
Ante la investidura: ¿Confianza o gobierno?
“Quien primero hizo pública su desconfianza fue Pablo Iglesias”
Marino Carazo Martín
Hay un juego, que se utiliza en dinámica de grupos, para comprobar y afianzar la confianza, que consiste en dejarte caer hacia atrás en la seguridad de que se evitará tu caída. Pues bien, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias, hoy por hoy, se dejarían caer a sabiendas de que es el otro de quien dependería no pegarse el trompazo contra el suelo.
Quién primero hizo pública su desconfianza fue Pablo Iglesias. Como de costumbre, un as de las formas, al manifestar públicamente que debía entrar en el Gobierno porque “no se fiaba de Sánchez”. No parece la mejor manera de acometer una empresa importante, con quien sea, el espetarle a la cara un “¡No me fío de ti!”.
Al igual que Iglesias, también Sánchez ha manifestado públicamente su desconfianza hacia Pablo Iglesias vetándolo, incomprensiblemente, para formar parte del Gobierno de Coalición que se ofrecía a Podemos y que no fue aceptado finalmente por la coalición, con el consabido batacazo de la investidura en junio.
Fracasado este primer intento por esa desconfianza y tozudez mutuas, su dedicación ha sido la de lanzarse reproches sin analizar que, cualquiera de sus manifestaciones, sonarían igualmente adecuados en boca del otro. Es decir, cuando Iglesias habla de la “trágala” a la que les quiere obligar el PSOE, podría Sánchez utilizar la misma afirmación, en sentido contrario. Ambos hablan de un chantaje que, de haberlo, es recíproco.
Además, no debaten en privado y con la discreción que merece un tema tan trascendental, sino utilizando los medios, como voceros, que lo transmiten creando una parcialidad interesada.
Así las cosas, a quienes ven la botella “medio vacía” y auguran una repetición electoral, no les falta razón, pero tampoco a quienes la vemos “medio llena” y creemos que hay razones para la esperanza de un gobierno de izquierda que resuelva, “a dúo”, los problemas de la gente. Lo único imprescindible es la voluntad de hacerlo.
El punto de ruptura quedó establecido en la composición del Gobierno de Coalición que ofertó el PSOE a UP en el Parlamento y que se rechazó. Acuerdo que ahora solicita Podemos y son los socialistas los que lo rechazan.
Y vuelta a los ataques cruzados. Dicen en UP que si se ofreció en junio por qué ahora se niega. Argumenta el PSOE que cómo piden ahora lo que les pareció inaceptable en junio. Y no les sobra razón a ambos, un círculo vicioso, nuevamente, de “ver la paja en el ojo ajeno” y echar la culpa al de enfrente.
La solución está tan cerca o tan lejos como ambos la quieran ver. Parece claro que los socialistas descartan un gobierno de coalición y a los ciudadanos, alegando la incomodidad de un Consejo de Ministros dual.
UP, rechazada su última propuesta, echa un órdago y manda una carta a las bases estableciendo que no apoyarán “gratis” la investidura, blindando un posible paso atrás. Aunque su “regalo” de 42 votos, no sería tal, ya que obtendría, con ello, gran parte del control legislativo y el éxito de haber evitado nuevas elecciones.
Así las cosas, lo que ocurrirá finalmente, creo y deseo, es que habrá Gobierno. Les falta buscar un punto de encuentro que les permita, a ambos, salir medianamente airosos y les permita explicar la decisión final y los cambios que se produzcan en unas posturas, ahora cerradas, de las que se ven esclavos al airearlas tanto y con tanta rotundidad.
Unidas Podemos debería exigir un acuerdo programático de máximos y apoyar la investidura de Sánchez que podrá, así, formar un gobierno monocolor, puede que hasta... con algún guiño a su socio parlamentario. Un Gobierno que sólo podrá legislar bajo la atenta mirada y control de UP.
Si se cumple con lo acordado, Sánchez y el Gobierno se ganarán la confianza que ahora les niegan, pero también UP y el propio Iglesias, en el devenir de la primera parte de la legislatura, pueden ganarse, con sus intervenciones y apoyos, la del Presidente. Y, pasado este tiempo en buena concordia, pactado o no, podría buscarse el momento de una remodelación de Gobierno al que entrasen miembros de la formación morada e IU.
En cualquier caso, veo yo, UP siempre saldría victoriosa, ya que, de desarrollarse la legislatura según el acuerdo, podría arrogarse el éxito de las mejoras sociales tras la aparente rendición de apoyar la investidura. Pero si, al contrario, valora que el PSOE se desvía del acuerdo, se le retira el apoyo y vuelta a la casilla de salida con una posible disolución de las Cortes por tornarse, la legislatura, inviable.
Se trata de jugar a ganador y optar por lo que más conviene a los ciudadanos, pero también a la propia coalición ya que, de haber repetición electoral, UP sería crucificada en las urnas, por la abstención, por el “voto útil” de la izquierda y porque sería señalada como la principal culpable de unas elecciones que nadie dice desear.
Se puede conseguir una confianza recíproca y formar Gobierno, aunque no han de ir necesariamente en ese orden. PSOE y UP han de enderezar el cauce de los acontecimientos, conseguir la investidura y ganarse la confianza mutua y la de sus electores... ¡con hechos!
Marino Carazo Martín
Hay un juego, que se utiliza en dinámica de grupos, para comprobar y afianzar la confianza, que consiste en dejarte caer hacia atrás en la seguridad de que se evitará tu caída. Pues bien, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias, hoy por hoy, se dejarían caer a sabiendas de que es el otro de quien dependería no pegarse el trompazo contra el suelo.
Quién primero hizo pública su desconfianza fue Pablo Iglesias. Como de costumbre, un as de las formas, al manifestar públicamente que debía entrar en el Gobierno porque “no se fiaba de Sánchez”. No parece la mejor manera de acometer una empresa importante, con quien sea, el espetarle a la cara un “¡No me fío de ti!”.
Al igual que Iglesias, también Sánchez ha manifestado públicamente su desconfianza hacia Pablo Iglesias vetándolo, incomprensiblemente, para formar parte del Gobierno de Coalición que se ofrecía a Podemos y que no fue aceptado finalmente por la coalición, con el consabido batacazo de la investidura en junio.
Fracasado este primer intento por esa desconfianza y tozudez mutuas, su dedicación ha sido la de lanzarse reproches sin analizar que, cualquiera de sus manifestaciones, sonarían igualmente adecuados en boca del otro. Es decir, cuando Iglesias habla de la “trágala” a la que les quiere obligar el PSOE, podría Sánchez utilizar la misma afirmación, en sentido contrario. Ambos hablan de un chantaje que, de haberlo, es recíproco.
Además, no debaten en privado y con la discreción que merece un tema tan trascendental, sino utilizando los medios, como voceros, que lo transmiten creando una parcialidad interesada.
Así las cosas, a quienes ven la botella “medio vacía” y auguran una repetición electoral, no les falta razón, pero tampoco a quienes la vemos “medio llena” y creemos que hay razones para la esperanza de un gobierno de izquierda que resuelva, “a dúo”, los problemas de la gente. Lo único imprescindible es la voluntad de hacerlo.
El punto de ruptura quedó establecido en la composición del Gobierno de Coalición que ofertó el PSOE a UP en el Parlamento y que se rechazó. Acuerdo que ahora solicita Podemos y son los socialistas los que lo rechazan.
Y vuelta a los ataques cruzados. Dicen en UP que si se ofreció en junio por qué ahora se niega. Argumenta el PSOE que cómo piden ahora lo que les pareció inaceptable en junio. Y no les sobra razón a ambos, un círculo vicioso, nuevamente, de “ver la paja en el ojo ajeno” y echar la culpa al de enfrente.
La solución está tan cerca o tan lejos como ambos la quieran ver. Parece claro que los socialistas descartan un gobierno de coalición y a los ciudadanos, alegando la incomodidad de un Consejo de Ministros dual.
UP, rechazada su última propuesta, echa un órdago y manda una carta a las bases estableciendo que no apoyarán “gratis” la investidura, blindando un posible paso atrás. Aunque su “regalo” de 42 votos, no sería tal, ya que obtendría, con ello, gran parte del control legislativo y el éxito de haber evitado nuevas elecciones.
Así las cosas, lo que ocurrirá finalmente, creo y deseo, es que habrá Gobierno. Les falta buscar un punto de encuentro que les permita, a ambos, salir medianamente airosos y les permita explicar la decisión final y los cambios que se produzcan en unas posturas, ahora cerradas, de las que se ven esclavos al airearlas tanto y con tanta rotundidad.
Unidas Podemos debería exigir un acuerdo programático de máximos y apoyar la investidura de Sánchez que podrá, así, formar un gobierno monocolor, puede que hasta... con algún guiño a su socio parlamentario. Un Gobierno que sólo podrá legislar bajo la atenta mirada y control de UP.
Si se cumple con lo acordado, Sánchez y el Gobierno se ganarán la confianza que ahora les niegan, pero también UP y el propio Iglesias, en el devenir de la primera parte de la legislatura, pueden ganarse, con sus intervenciones y apoyos, la del Presidente. Y, pasado este tiempo en buena concordia, pactado o no, podría buscarse el momento de una remodelación de Gobierno al que entrasen miembros de la formación morada e IU.
En cualquier caso, veo yo, UP siempre saldría victoriosa, ya que, de desarrollarse la legislatura según el acuerdo, podría arrogarse el éxito de las mejoras sociales tras la aparente rendición de apoyar la investidura. Pero si, al contrario, valora que el PSOE se desvía del acuerdo, se le retira el apoyo y vuelta a la casilla de salida con una posible disolución de las Cortes por tornarse, la legislatura, inviable.
Se trata de jugar a ganador y optar por lo que más conviene a los ciudadanos, pero también a la propia coalición ya que, de haber repetición electoral, UP sería crucificada en las urnas, por la abstención, por el “voto útil” de la izquierda y porque sería señalada como la principal culpable de unas elecciones que nadie dice desear.
Se puede conseguir una confianza recíproca y formar Gobierno, aunque no han de ir necesariamente en ese orden. PSOE y UP han de enderezar el cauce de los acontecimientos, conseguir la investidura y ganarse la confianza mutua y la de sus electores... ¡con hechos!




















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