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Eugenio de Ávila
Martes, 10 de Septiembre de 2019
HISTORIA

Viaje nacional: de cómo “reutilizar” las piedras”

Gonzalo Julián

[Img #29550]He realizado, con mí esposa María Antonia,  un viaje con un objetivo, con un destino larga y absurdamente  postergado: Festival Internacional de Teatro Clásico que, como todos ustedes saben y conocen, se celebra en el mismísimo  TEATRO ROMANO DE MÉRIDA. 

            Este verano está celebrando su 65 edición, desde que en 1933 empezase esta magnífica idea; por lo tanto hace 86 años, a los que habrá que restar los 3 de nuestra nefasta  Guerra Civil, y 18 de la postguerra. Durante todo este tiempo se ha hecho…, y  se está haciendo en este marco, “algo distinto”.  Y lo hacen: por el teatro, por la ciudad, por su historia… pero también por ellos mismos. Lo hacen por recuperar sus cimientos, asentados tan firmemente, desde hace 23 siglos, y que aún hoy se erigen firmes y actuales para poder seguir haciendo, en el caso de su TEATRO ROMANO, lo mismo para lo que fue diseñado y construido… ¡hace ya 2000 años!... Hacen “lo mismo” ¡desde 1933!: teatro, cultura, enseñanza, al mismo tiempo que distracción y diversión.

 

            En la base de la “Cultura Occidental” se encuentra la Grecia Clásica, la cual  fue  sucedida por el Imperio Romano, quien llegó y colonizó, media Europa,  buena parte de Oriente y de África, como en los siglos siguientes harían otros pueblos, entre ellos España, y otros países  hasta nuestros días.

            De la Península Ibérica  se llevaron todo lo que pudieron y encontraron. Cierto. Y trajeron todo lo que tenían: cultura, saber, civilización, conocimientos, leyes, técnicas constructivas, vías de comunicación de grandes trazados…

            Hace unos meses comentábamos desde estas mismas páginas, lo que supuso, y lo que pudo suponer para nuestra Zamora, la construcción en nuestro Duero, hace más de un siglo, de la ¡primera Central Hidroeléctrica de España!,  por el ingeniero Cantero Villamil, y su “Presa del Porvenir”…y decíamos que aún está  funcionando al día de hoy…

            De las muchas obras construidas y de los incuantificables conocimientos  “traídos por los Romanos a Hispania”, y que “aún se encuentran funcionando”, citaré:

El ACUEDUCTO DE SEGOVIA,  que se  construyó sin ningún tipo de argamasa que uniese y afianzase  sus sillares de granito, de más de 50 cts. de alto cada uno de ellos. Es decir, se construyó hace 1900 años. Sus “piedras” se colocan “una encima de la otra, sin más”. Se crean  más de 150 arcos que se “abrazan” unos a otros, con 2 niveles en la parte más alta, más vistosa, más visitada, hasta alcanzar casi los 30 m. de altura y todo ello  a lo largo de casi 1 kilómetro.

Pues bien, todo esto se mantiene, no solamente en pié e intacto, sino que además sigue prestando la función para la que se construyó: acercar el agua a los ciudadanos…de entonces…hasta los de ahora.

LAS LEYES, o lo que es lo mismo, la reglamentación de derechos y deberes de los ciudadanos de Roma y sus Colonias. El código que debería regir en las actuaciones, disputas, pleitos de la sociedad del Imperio: EL CÓDIGO ROMANO. De nuevo hemos de decir, como todos también sabemos, que éste sigue estando vigente en las leyes del mundo occidental  latino. Y se sigue estudiando en nuestras Facultades de Derecho.

Y, por supuesto, el objeto/disculpa de esta experiencia que de nuevo comparto con ustedes: TEATRO ROMANO DE MÉRIDA.  Construido al principio de nuestra era, es decir hace unos 2000 años. Utilizado durante los  400 años  posteriores, hasta que el Imperio abandona estas representaciones  al “abrazar la Religión Católica”, la cual consideraba “inmorales” las obras  teatrales…

  Este abandono propició y facilitó  que sus materiales constructivos fuesen reutilizados  por pueblos y culturas que derribaron y sucedieron al Imperio Romano, en el devenir de la historia.  

    Su abandonado, hasta su completo enterramiento, le permitió poder llegar hasta principios del siglo XX, cuando se inician las excavaciones que tanto nos han devuelto a la luz, al conocimiento, al disfrute…

 

 Estas obras maestras, ahora bien llamadas y consideradas  “Patrimonio de la Humanidad”, nos ayudan a entender, cuando no a reinterpretar, muchos aspectos considerados “tabú”, cuando no directamente “absurdos”, durante ¡tanto tiempo!,  hasta (casi) nuestros días. Me permito citar algunos a título meramente “ejemplificador”, que no “didáctico”:

Conocer, recuperar y conservar nuestra historia, nuestros “cimientos”, aunque sean “piedras”, nos permitirá, a los que lo “recuperamos y conservamos”,  valorar lo que hacemos en el momento de la historia en la que nos ha tocado vivir, y juzgar cómo dejamos lo que hemos heredado.

Esta Actitud (con mayúscula) nos hará, seguramente, más felices en nuestro “transito”, pero, además revertirá a nuestra sociedad, a nuestra ciudad… a nuestra economía. (Sobre esto último me explicaré a más abajo).

            Haber construido, en este caso los Romanos,  estas  obras con la maestría que nos han demostrado, al “aguantar”, unas, en pie y funcionando hasta nuestros días;  Y ser reconstruidas, otras, cual puzle hasta volver a verlas funcionar;  El haber tenido en este País profesionales arqueólogos  tan enamorados de su trabajo como para dedicar “su futuro” a recuperar “nuestro pasado”; y teniendo  que mover toneladas de tierra, (a la vez que convencían a propios y extraños de que les dejasen “moverlas”),  hasta volver a dar a luz a “unas cuantas piedras” que, finalmente, y una vez vueltas  a poner “en su sitio, unas encima de otras”…permiten admirar lo que fue un Anfiteatro, una Calzada, un Templo.

            En el caso del TEATRO ROMANO DE MÉRIDA le han dado otra “vuelta de tuerca” a la actitud que estamos queriendo explicar y que continúo  intentándolo:

¿Qué arqueólogo tuvo la idea, o se dejó convencer, de que, una vez vuelto a montar el teatro, cual estaba hace 2000 años, se podía volver a utilizar? Y que, para ello, se deberían utilizar, porqué no, los mismos vomitorios por los que siempre se entró y salió de las mismas gradas, los mismos accesos…y el mismo escenario y las mismas bambalinas …

            Ahora toda la ciudad de Mérida lo “entiende” y, (aquí quería llegar, para terminar), lo “utiliza” y “se beneficia”. Veamos:

Todas las funciones tienen vendidas sus localidades en los meses anteriores al verano.

Sus huéspedes, al igual que las compañías teatrales que actúan,  son de toda España, de toda Europa y de buena parte del resto del mundo.

Las plazas hoteleras están al completo durante el verano.

Las funciones son, todas, a las 23:00 horas. Con ello consiguen dos cosas, igual de importantes:

Para los visitantes: No has de soportar los calores del verano a media tarde en Extremadura. Unos grados menos hay  y se agradecen.

Para la Ciudad: a las 11 “vamos todos cenados”, lo que agradecen la infinidad de restaurantes de que dispone la ciudad…al igual que los proveedores que han llenado las cámaras y almacenes para atender a las comidas y cenas de estos visitantes… Y los trabajadores de todos estos establecimientos y empresas…

            En Mérida todo está en torno y al servició de las “PIEDRAS”. Y lo hacen muy bien, se lo reconozco: calles y terrazas, con humidificadores que refrescan el ambiente y permites realizar las comidas, las cenas, al aire libre en sus innumerables terrazas; Todo ello con suma limpieza, atención a los visitantes e información.

            Como todo va unido, y  si no me falla la memoria, es la única ciudad, no capital de provincia, junto a Santiago de Compostela, (esta también por sus “piedras”, más la ayuda de un Santo), que han conseguido llegar a ser Capital de su Comunidad Autónoma, lo cual también  incrementa al “Actividad Económica” todo el año hasta límites tal vez indefinibles. Al mismo tiempo es la sede del único Museo Nacional fuera de Madrid: el “MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO”, con un magnífico, y ya icónico edificio, de reconocimiento internacional y que lanzó a su autor, Rafael Moneo, más allá de nuestras fronteras.

            Y pensar que en nuestra no menos querida y admirada Zamora, es ahora cuando empezamos a ver “nuestras Piedras”, nuestra Muralla…

            Los de nuestra  generación podríamos recordar que, en los años 60 del siglo pasado, lejos de ver “recuperar nuestras piedras”, las vimos tirar, como en el caso de la malograda “Puerta de Santa Clara”, derribada durante una noche, al amparo de “¡abajo las murallas!”.

            Los más jóvenes que puedan estar leyendo este alegato a favor de una ciudad como Mérida, y con ya cansada y agotada desesperanza por otra ciudad como es la nuestra, y que seguramente, (es lógico), les esté costando entender lo que intento explicar, les haré una recomendación, que les costará muy poco y tal vez les ayude: acercaros a la Plaza de  Alemania; mirad en los 3 ó 4 escaparates que hay: en uno de ellos, perteneciente a una Entidad Financiera, tras el cristal, están unas “piedras” de las que estoy hablando. Es lo que queda de nuestra Muralla por allí. El resto lo tiramos para que no molestase a nuestro Centro de la Ciudad.

Puerta de Santa Clara. (Fuente “Zamora en Verde”)

 

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