Recuerdos de la antigua vendimia de Toro

El teatro Latorre se llenó de público, expectante por escuchar las palabras con las que inauguraría la Fiesta de la Vendimia González Ferrero, maestro y Doctor en Filología Hispánica, y, aunque ya jubilado, profesor durante cuarenta años, la mayor parte de ellos en su tierra natal, Toro. Además, ha llevado a cabo una intensa labor como investigador, con numerosas publicaciones, cuyo último libro está dedicado, precisamente, a la viticultura, "La cultura de la vid y el vino en Toro. Estudio etnograficolingüístico de la D.O. Toro".

En su alocución, González Ferrero recordó el proceso de investigación que realizó para escribir este libro, con entrevistas a "cerca de medio centenar de octogenarios vitivinicultores de los diferentes pueblos que componen la D.O. Toro", profesionales que "me transmitieron su experiencia en relación con el cultivo de la vid y la elaboración del vino tradicionales, lo que viene a ser tanto como decir con el cultivo de la vid y la elaboración del vino desde la Edad Media hasta mediados del siglo pasado". En este sentido, precisó que una de las preguntas que formuló a sus informantes fue la de "cómo era un día de vendimia", de modo que resaltó que su pregón se conformaba fundamentalmente con las respuestas que había obtenido.

Así, refirió cómo era un día de vendimia hace más de medio siglo, con los horarios de comienzo, "antes de salir el sol", y fin de la jornada, "hasta las doce o la una, excepto en Tagarabuena y Toro, hasta las tres", y con una costumbre que no ha sobrevivido, la "antigua costumbre de avisar de madrugada a los vendimiadores". También explicó cómo eran las diversas comidas que se hacían a lo largo de un día de trabajo en la viña, como el desayuno, que "podía consistir en sopas de ajo, una onza de chocolate (que se llamaba en Toro 'una castaña'), una copa de aguardiente, leche, un cacho pan o patatas cocidas", o la comida, como "patatas con bacalao, patatas de vendimia, puchero de cocido, pisto de pimientos, tomate, cebolla y carne, jamón o chorizo, 'fricor' o 'fricandor', un pisto de pimientos y tomates con bacalao o carne guisada, tortilla de patata o torreznos con uvas", todo ello acompañado de un vino "específico para consumir durante esta época, al que se llamaba 'la chichorra'".

Por otra parte, informó también sobre cómo se aparejaban los carros y sobre cómo se viajaba en ellos, sentados, sobre todo las mujeres, "sobre uno o dos cestos tendidos en el lecho" del carro, al igual que indicó que, especialmente en el camino de regreso, solían entonarse diversas canciones. Y, por supuesto, detalló las diferentes tareas, al margen de la vendimia en sí, que se llevaban a cabo a lo largo del día, como "poner lumbre" al llegar a la viña. Señaló, además, que tras la comida "había un periodo de descanso en todas las localidades, excepto en Tagarabuena y Toro", que los mayores aprovechaban para dormir la siesta, mientras que los jóvenes empleaban en jugar, por ejemplo, al juego del "moscardón", y los niños, además, andaban "picando las uvas de uno en otro racimo". No obstante, destacó que "lo más relevante que se hacía a esta hora era la típica broma de vendimia consistente en restregar un vendimiador a otro un racimo de uvas por su cara, cuello u otra parte del cuerpo", que en muchas de las localidades "solía ir precedida por lo que se llamaba 'echar pullas', es decir, irritar un vendimiador a otro dirigiéndole frases de burla y menosprecio", de las que señaló varios ejemplos.

La jornada finalizaba, excepto en Morales y San Román, con el pisado de uvas en la bodega, momento que se aprovechaba para merendar y/o cenar juntos. Sin embargo, aunque habitualmente los vendimiadores no se quedaban a dormir en la viña, sí se tenía esta costumbre en Tagarabuena y Toro, donde "se pernoctaba varios días, e incluso semanas, en 'tudas' o 'casas de campo' situadas en viñas muy alejadas de la población", y estas noches "se amenizaban con juegos, canciones y bailes".

La conclusión de su investigación es que la vendimia "era un tiempo feliz esperado con emoción a lo largo de muchos meses", que "se vivía con un espíritu de celebración" y que "era trabajo en común en que se confraternizaban familiares, vecinos y amigos" en días "en que prevalecían la amistad y los afectos", todo lo cual consigue que se comprenda que "antes no había Fiesta de la Vendimia, porque la vendimia ya era una fiesta".

Brindis por la nueva campaña

Tras el pregón, Juan Carlos González Ferrero recibió un obsequio por parte del Ayuntamiento de Toro y de la Denominación de Origen Vino de Toro, y, a continuación, pregonero, autoridades, el alcalde de Toro, Tomás del Bien, el concejal de Cultura, Gabriel Álvarez, el presidente de la Diputación Provincial, Francisco Requejo, el subdelegado del Gobierno en Zamora, Ángel Blanco, y la delegada territorial de la Junta de Castilla y León, Clara San Damián, así como el presidente del Consejo Regulador de la D.O. Toro, Felipe Nalda, hicieron el brindis oficial por la nueva campaña de vendimia.