Zamora siempre pierde

Eugenio-Jesús de Ávila

Se encontraba este escribidor, ácido e seco, disfrutando de un corto periodo vacacional durante estos principios otoñales, cuando la hoja aún se resiste a la rama, y, sin mediar palabra, se me informa de que el Partido Popular de Zamora ha hecho oficiales sus candidaturas al Congreso y al Senado. En principio, me sorprendió que Feliciano Fernández Cuerdo, político importante durante la época de Rosa Valdeón, apareciese de número 2 en las elecciones a diputado, porque creí que había pasado de la política. Tuve una buena relación con él. Persona con la que podía hablar e incluso sonreír, verbo tan difícil de conjugar en presente en esta España en quiebra entre sentencias que toleran revoluciones burguesas e izquierdas que no saben ni lo qué son.

Como he confesado mi sorpresa respecto al funcionario de la Junta, veterinario de profesión, diré que lo de Martínez-Maíllo y Martín Pozo me lo esperaba. Me temo -¡allá él!- que Casado pactó con Casado ciertas cuestiones. Verbigracia: que su número 3, su mano derecha o izquierda, su codo, su hombre de confianza, siguiera viviendo de esto de la cosa pública, que le ha gustado mucho y no quiere irse en la vida, hasta que lo jubilen, eso sí, con la máxima pensión del Estado, que bastante se ha sacrificado ya por España.

María Teresa –hoy es su santo- también disfrutará el tiempo que sea menester en la Cámara Alta, esa institución que no sirve para nada, salvo para colocar a más políticos, porque si no fuera así y solo existiera el Congreso de los Diputados, se “comerían” entre ellos. A esta mujer la apoya el poder de verdad, el del dinero, fundido con la prensa. Punto. No destaca por su talento, sabiduría, saber estar, elegancia y clase. Se desconocen sus virtudes. Pero ahí sigue. Y, si la echan de la política, funcionaria, oposición que aprobó cuando Antonio Vázquez y del grupo A. Solo aprueban los listos y las listas. Los torpes como yo a escribir cada día peor.

Y entre don Fernando, que fue abogado en ejercicio, y Teresa, funcionaria y abogada que ejerció poco, se nos queda José María Barrios,  el actual presidente del PP de Zamora, que consiente que se le coloqué, una vez más Martínez-Maíllo en posición de privilegio. ¡Cómo se puede consentir que el moralino “trague” y ceda el puesto de salida a aquel! ¡Cuánta sumisión cuando los partidos políticos funcionan como en nuestra nación! Recuerdo lo de Guerra: “Él que se mueve no sale en la fotografía”. En Inglaterra nunca sucedería, porque allí los diputados de los Comunes representan a los ciudadanos, no a los partidos y sus jerarquías. En la isla el pueblo quita y pone a los políticos. En España, el ciudadano refrenda un engaño.

Pregunta cándida para el lector iluso: ¿Cree usted que todo este personal se acordará de su Zamora, que es nuestra, cuando se sienten en ambas cámaras para legislar y…cobrar salarios muy superiores a los de sus respectivas profesiones? Ahí lo dejo. Después si se cree esto de las sentencias y lo de las elecciones, vote.

En la parte contraria, el PSOE se juega tener uno o dos diputados. Antidio Fagúndez, tras el fiasco de las municipales, ya tiene puesto fijo en el Congreso. No tengo ni idea de lo que sucederá en el Senado, aunque Fernández Blanco repetirá por enésima vez en esa Cámara inservible. Quizá se repartan, como buenos hermanos en esta política de la náusea, los cuatro puestos para el senado a partes iguales entre populares y socialistas. ¡Qué más da! Zamora está llena de viejos y no le importamos ni una remolacha a los grandes partidos ni…a los pequeños.

Me temo que Ciudadanos perderá su diputado y que Vox hará mucho daño al PP, aunque su candidato sea absolutamente desconocido por estos lares.

Zamora siempre pierde, gane quien gane.  Cualquier legislatura se nos roba el Duero y se lo llevan a Burgos, que allí el río es como un regato, pero hay mucho trabajo y tantos caciques como aquí.