DENUNCIAS
Síndrome de Diógenes, en un almacén municipal
Acumulación de todo tipo de materiales del servicio de Parques y Jardines
Por Manuel Herrero
Tiempo hace, pero puede que algunos aún lo recuerden, para completar la remodelada plaza, hoy de la Constitución, que lo fue del Gobierno y previamente de la Cárcel, colocaron largos bancos de madera que, además de servir como ornamento, prestaban un servicio, que, parecía, los ciudadanos reclamaban, no en vano se sentaban y siguen haciéndolo delante de la iglesia de Santiago el Burgo. Tiempo permanecieron, unas veces en un lado, otras en el centro, otras acabaron en otro extremo. Por aquello de que cada cual tiene un criterio. Un día desaparecieron del lugar, aunque para no ir muy lejos, puesto que otra temporada prestaron servicio en la plaza del Maestro Haedo. Posteriormente, fueron también retirados de ese lugar, pero, ya no para ser usados en ningún otro sitio.
Se los llevaron al almacén, a la intemperie, en la entrada de Valorio, donde, detrás de una valla, entre hierbas y maleza, hay acumulaciones de todo tipo de material retirado por los servicios municipales de parques y jardines. Bancos, columpios, toboganes, juegos infantiles, escaleras, redes, palets, tubos de desagüe, calentadores de agua eléctricos, papeleras, carritos de supermercado, vallas, cortadores de césped, señales de tráfico, neumáticos, plásticos, tuberías de polietileno, maderas de cercas y otros elementos se encuentran amontonados.
Es comprensible que exista un almacenamiento provisional de material. Algunas cosas pudieran ser recuperables, reparadas y repuestas, en el sitio donde se encontraban o en otro apropiado y, de resultar inservibles, deberían, ser trasladadas a un destino final, como un centro de tratamiento de residuos para su reciclaje o destrucción, según corresponda. Lo que no resulta de recibo es que, tras años, permanezcan en el mismo lugar en una zona urbana, no lejos de zonas habitadas, sin esperanzas ni intencionalidad de que sean movidas de allí en breve tiempo. Si bien a los propietarios de cualquier solar urbano para prevención de incendios y tanto para evitar la formación de plagas de insectos, como la propagación de roedores, se les requiere que mantengan sus fincas limpias y en perfectas condiciones, sancionándoles en caso de no hacerlo por incumplir la normativa, es el propio Ayuntamiento el que no se aplica la ley para sí mismo, manteniendo, indebidamente, acumulaciones que pueden dar lugar a los problemas señalados anteriormente y, en mayor medida, por el gran volumen de objetos amontonados, muchos más que cualquier particular.
Por Manuel Herrero
Tiempo hace, pero puede que algunos aún lo recuerden, para completar la remodelada plaza, hoy de la Constitución, que lo fue del Gobierno y previamente de la Cárcel, colocaron largos bancos de madera que, además de servir como ornamento, prestaban un servicio, que, parecía, los ciudadanos reclamaban, no en vano se sentaban y siguen haciéndolo delante de la iglesia de Santiago el Burgo. Tiempo permanecieron, unas veces en un lado, otras en el centro, otras acabaron en otro extremo. Por aquello de que cada cual tiene un criterio. Un día desaparecieron del lugar, aunque para no ir muy lejos, puesto que otra temporada prestaron servicio en la plaza del Maestro Haedo. Posteriormente, fueron también retirados de ese lugar, pero, ya no para ser usados en ningún otro sitio.
Se los llevaron al almacén, a la intemperie, en la entrada de Valorio, donde, detrás de una valla, entre hierbas y maleza, hay acumulaciones de todo tipo de material retirado por los servicios municipales de parques y jardines. Bancos, columpios, toboganes, juegos infantiles, escaleras, redes, palets, tubos de desagüe, calentadores de agua eléctricos, papeleras, carritos de supermercado, vallas, cortadores de césped, señales de tráfico, neumáticos, plásticos, tuberías de polietileno, maderas de cercas y otros elementos se encuentran amontonados.
Es comprensible que exista un almacenamiento provisional de material. Algunas cosas pudieran ser recuperables, reparadas y repuestas, en el sitio donde se encontraban o en otro apropiado y, de resultar inservibles, deberían, ser trasladadas a un destino final, como un centro de tratamiento de residuos para su reciclaje o destrucción, según corresponda. Lo que no resulta de recibo es que, tras años, permanezcan en el mismo lugar en una zona urbana, no lejos de zonas habitadas, sin esperanzas ni intencionalidad de que sean movidas de allí en breve tiempo. Si bien a los propietarios de cualquier solar urbano para prevención de incendios y tanto para evitar la formación de plagas de insectos, como la propagación de roedores, se les requiere que mantengan sus fincas limpias y en perfectas condiciones, sancionándoles en caso de no hacerlo por incumplir la normativa, es el propio Ayuntamiento el que no se aplica la ley para sí mismo, manteniendo, indebidamente, acumulaciones que pueden dar lugar a los problemas señalados anteriormente y, en mayor medida, por el gran volumen de objetos amontonados, muchos más que cualquier particular.




























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