OPINIÓN
Y lloro
Escucho el Vals de Dmitri Shostakovich , el N.2, y me recuerda a ti, sonriente, afable, divertido, con ganas de bailar, de juerga, con unas copas de cava de más, y me hundo, porque no te tengo entre mis brazos ni puedo asirte para que no te vayas ni te difumines entre el eco de los acordes del vals.
Quiero retenerte mientras dure, con nuestras mejores galas de Nochebuena, con tu pajarita negra y mi corona de princesa. No quiero que te vuelvas a ir, porque sin ti, la vida no es buena, no lo es, es baja y atroz. Menos mal que no asistes a este asqueroso advenimiento de lo fútil y de lo degradante, de lo superfluo y de lo que no vale nada en boca de quien parece que dice algo grueso, pero vacío de contenido.
Te fuiste y me dejaste sola ante tanta mendacidad, no estuvo bien, y lo sabes. Pero te perdoné. Lo hice porque te quiero con locura y porque todo pasa, hasta la inmundicia humana, de la que tú jamás participaste, bien lo sé. Pero mi vida ya no es lo que fue, eres un brazo de mi cuerpo que ya no reacciona, que se mantiene inerte ante mis impulsos, ante mis halagos y mis risas, tan sonoras. No te debiste de ir tan pronto, dejándome tan sola y perdida entre la turba que me quería devorar. No debiste irte, pero lo entiendo, vive dios que lo entiendo. Pero no quiero, me niego.
Sólo espero hacerme merecedora de un lado a tu diestra o tu siniestra, me da igual, pero cerca, muy cerca de ti, que tanto amor me diste y tanto me enseñaste. Quiero honrar cada día de tu vida, tu memoria y si algún día la pierdo, recordaré sólo tu persona, aunque todo lo demás se me haya diluido, porque eso jamás se borrará de mi cerebro enfermo, jamás, te lo juro. Y si dios existe, nunca me borrará tu rostro de la memoria. Antes, habré dejado de existir para siempre.
Te quiero. Por siempre. Hasta el año que viene, papá, te espero vestida de gala, nuevamente.
Escucho el Vals de Dmitri Shostakovich , el N.2, y me recuerda a ti, sonriente, afable, divertido, con ganas de bailar, de juerga, con unas copas de cava de más, y me hundo, porque no te tengo entre mis brazos ni puedo asirte para que no te vayas ni te difumines entre el eco de los acordes del vals.
Quiero retenerte mientras dure, con nuestras mejores galas de Nochebuena, con tu pajarita negra y mi corona de princesa. No quiero que te vuelvas a ir, porque sin ti, la vida no es buena, no lo es, es baja y atroz. Menos mal que no asistes a este asqueroso advenimiento de lo fútil y de lo degradante, de lo superfluo y de lo que no vale nada en boca de quien parece que dice algo grueso, pero vacío de contenido.
Te fuiste y me dejaste sola ante tanta mendacidad, no estuvo bien, y lo sabes. Pero te perdoné. Lo hice porque te quiero con locura y porque todo pasa, hasta la inmundicia humana, de la que tú jamás participaste, bien lo sé. Pero mi vida ya no es lo que fue, eres un brazo de mi cuerpo que ya no reacciona, que se mantiene inerte ante mis impulsos, ante mis halagos y mis risas, tan sonoras. No te debiste de ir tan pronto, dejándome tan sola y perdida entre la turba que me quería devorar. No debiste irte, pero lo entiendo, vive dios que lo entiendo. Pero no quiero, me niego.
Sólo espero hacerme merecedora de un lado a tu diestra o tu siniestra, me da igual, pero cerca, muy cerca de ti, que tanto amor me diste y tanto me enseñaste. Quiero honrar cada día de tu vida, tu memoria y si algún día la pierdo, recordaré sólo tu persona, aunque todo lo demás se me haya diluido, porque eso jamás se borrará de mi cerebro enfermo, jamás, te lo juro. Y si dios existe, nunca me borrará tu rostro de la memoria. Antes, habré dejado de existir para siempre.
Te quiero. Por siempre. Hasta el año que viene, papá, te espero vestida de gala, nuevamente.

















Gonzalo Julián | Viernes, 27 de Diciembre de 2019 a las 22:50:03 horas
Enhorabuena!!!
Preciosa y emocionante alegoría.
Tú padre, cuando lo esté leyendo, se emocionará también...y buscará la forma de hacértelo saber.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder