DENUNCIAS
Y después de la tormenta
Consecuencias no solo imputables al tiempo
![[Img #33112]](http://eldiadezamora.es/upload/images/12_2019/4740_tor-1.jpg)
Lluvia y más lluvia. A veces se detenía pareciendo aventurar que ya había llegado la calma y, en poco tiempo, volvía con más intensidad. Agua, a veces sola, otras con aire, que alcanzaba una endiablada velocidad en ciertos momentos. Y, pasó y dejó un panorama bien distinto. Sin daños graves, afortunadamente, pero con un montón de siniestros de variada importancia como consecuenciaa. Antes de que los defensores de ciertos políticos caigan en el cumplimiento de su labor, no. Nadie humano, tiene la culpa de que, por intensas lluvia o por ráfagas de viento de importancia, se produzcan siniestros, que son consecuencias de, llamemos, una fuerza mayor.
Evidentemente, que se rompan, como se han roto varias ramas de árboles parece difícil de impedir, salvo que por su mal estado, los dos chopos de la margen derecha del Duero, aguas arriba del puente medieval, lo estaban, se pudiera haber evitado aliviando de las partes secas, o en su totalidad previamente. Cualquier seguro hubiera alegado falta de conservación y mantenimiento en el material dañado en caso de siniestro.
Que por las calles corriera el agua como ríos, es evidente que se debe a la magnitud con que descargaban las nubes. Se formaban acumulaciones significativas, porque los sumideros no daban aguante a asimilar todo el líquido que recibían. Algo obvio, y más cuando los arrastres llevaban otros elementos, principalmente hojas, que aparecieron hasta en calles donde no hay árboles, que obstruían las rejillas de entrada. Las basuras, no barridas, acumuladas en acera y calzada, acabaron con todas sus consecuencias, taponando las alcantarillas. Que esto fuera evitable es opinable. Pero, lo que no ofrece discusión, es que pasados varios días esas obstrucciones continuaran allí. Queda claro.
Manuel Herrero Alonso: Texto y fotografías
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Lluvia y más lluvia. A veces se detenía pareciendo aventurar que ya había llegado la calma y, en poco tiempo, volvía con más intensidad. Agua, a veces sola, otras con aire, que alcanzaba una endiablada velocidad en ciertos momentos. Y, pasó y dejó un panorama bien distinto. Sin daños graves, afortunadamente, pero con un montón de siniestros de variada importancia como consecuenciaa. Antes de que los defensores de ciertos políticos caigan en el cumplimiento de su labor, no. Nadie humano, tiene la culpa de que, por intensas lluvia o por ráfagas de viento de importancia, se produzcan siniestros, que son consecuencias de, llamemos, una fuerza mayor.
Evidentemente, que se rompan, como se han roto varias ramas de árboles parece difícil de impedir, salvo que por su mal estado, los dos chopos de la margen derecha del Duero, aguas arriba del puente medieval, lo estaban, se pudiera haber evitado aliviando de las partes secas, o en su totalidad previamente. Cualquier seguro hubiera alegado falta de conservación y mantenimiento en el material dañado en caso de siniestro.
Que por las calles corriera el agua como ríos, es evidente que se debe a la magnitud con que descargaban las nubes. Se formaban acumulaciones significativas, porque los sumideros no daban aguante a asimilar todo el líquido que recibían. Algo obvio, y más cuando los arrastres llevaban otros elementos, principalmente hojas, que aparecieron hasta en calles donde no hay árboles, que obstruían las rejillas de entrada. Las basuras, no barridas, acumuladas en acera y calzada, acabaron con todas sus consecuencias, taponando las alcantarillas. Que esto fuera evitable es opinable. Pero, lo que no ofrece discusión, es que pasados varios días esas obstrucciones continuaran allí. Queda claro.
Manuel Herrero Alonso: Texto y fotografías




























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