Domingo, 14 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Domingo, 29 de Diciembre de 2019
OPINIÓN

Niebla, vaho de Dios

Catedral, entre la nieblaLa niebla se enamoró de Zamora ha tiempo. Le encanta acariciar al Duero con sus húmedas manos para después amamantarse de piedra en la cúpula de la Catedral. En esta ciudad, la niebla es vaho de Dios. Y el río, alma de nieve y esqueleto de lluvia.

 

El zamorano esconde su miseria económica entre la niebla. Nos da vergüenza que el sol observe esta decadencia, generada por la cobardía y la apatía. Ya solo nos queda la niebla para huir de la verdad. Quizá un día, cuando nos rebelemos contra los caciques y sus hijos políticos, nuestra niebla alcanzará a categoría de nube, su aristocracia, para llover progreso y futuro sobre nuestra seca tierra.

 

Querría ser niebla, amor, para que me respiraras, para que me calentaras en tus bronquios, para besar tus senos desde dentro. Detesto esconderme detrás de la niebla, porque yo la quiero a ella con toda la humedad de mi boca, con toda la densidad de mi espesa alma, como si fuera carne de agua, cencellada de huesos y escarcha de besos.

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