RES PÚBLICA
Ni los partidos de izquierdas ni los otros son coherentes
![[Img #35359]](http://eldiadezamora.es/upload/images/02_2020/2546_mismo.jpg)
Esta izquierda española, o de dónde sea, aburguesada, antítesis de la izquierda obrera, necesita a un partido como Vox y al franquismo, muerto en la cama en el año 1975, para parecer que es lo que no es. Mi izquierda difiere, absolutamente, de la del “sanchismo” y Unidas Podemos, formaciones sin trabajadores, preñadas de funcionarios, huérfanas de trabajadores en sus respectivas direcciones.
La izquierda real no es sectaria, no miente, no engaña, no se olvida de las regiones y de las provincias maltratadas por otros partidos; ni invierte enormes sumas de dinero público en las autonomías y comunidades más ricas, favorecidas por las dos dictaduras españolas de la anterior centuria: a de los generales Primo de Rivera y Franco. La izquierda republicana en la que yo creo es jacobina, lleva callo en las manos y cicatrices en el alma, no presume de lo que no es, y destaca por su coherencia, pues predica con el ejemplo y no hace lo contrario de lo que jura ejecutar.
En España no hay fascismo, y el que tilde de fascista a Vox no tendrá ni puta idea de lo que fue el partido que fundo Mussolini, dirigente de fascio italiano, tras abandonar el PSI (Partido Socialista Italiano), al considerar que se había aburguesado. Quien conozca el programa de San Sepolcro (1919), nunca podrá afirmar que el fascismo fue de derechas, sino todo lo contrario. En esta nación, en efecto, sí hay franquistas, gente nostálgica, que sufriría persecución del comunismo y socialismo patrio durante la Guerra Civil, en las ciudades y regiones bajo dominio del Frente Popular. Pero el franquismo careció de ideología, tanto fue así que le cedió a la Iglesia Católica -8.000 muertos entre sacerdotes, monjas, obispos y frailes entre 1936 y 1939-, que solo se interesó por el Sexto Mandamiento de la Ley de Dios, pues los restantes no le importaron mucho.
Pero ya digo que esta izquierda que lo parece, pero que no es, porque, como he escrito con reiteración, hay mucha gente que se cree de izquierdas, pero ignora que es de derechas, tal como hay mucho creyente católico que se comporta como un ateo, como discípulo del mal, evidencia miedo a la libertad, con su control del sistema judicial, de los medios de comunicación, de lo que es historia y no es, de la Educación, con lo que se debe enseñar y silenciar. Empírico.
El PP de aquel dúo patético que formaron Rajoy y Sáenz de Santamaría, potenció Podemos, a su líder, Pablo Iglesias, para debilitar al PSOE desde la ultraizquierda, dándole espacios en programas de televisiones conservadores o en canales controlados por la propia Soraya, como la Sexta –nunca recibió una sola crítica en los programas políticos de esa cadena durante su etapa como vicepresidenta-, para agrandar la figura de este hombre que convirtió su coleta en una apéndice político, quizá el mejor actor que conociese la democracia española desde Felipe González.
Ahora, el PSOE mima y cuida, de puertas adentro, a Vox, para que el PP de Casado no avance, y se convierta en un partido que no se sabe si es de derechas o medio pensionista, donde los caudillos regionales hacen lo que les viene en gana, sin escuchar las directrices de Génova.
Los ciudadanos de España, los que tenemos conciencia, conocemos la historia y sabemos que el poder siempre engaña y corrompe, y jamás defienda la verdad, carecemos de partidos y de políticos que nos representen y en los que creamos. Si España mañana se levantara republicana no encontraríamos un solo político para colocarlo como presidente del nuevo régimen. Quizá el rey Felipe VI. Permítaseme la ironía en esta nación quebrada, sin sentido del humor, tumbada y estabulada.
Esta izquierda española, o de dónde sea, aburguesada, antítesis de la izquierda obrera, necesita a un partido como Vox y al franquismo, muerto en la cama en el año 1975, para parecer que es lo que no es. Mi izquierda difiere, absolutamente, de la del “sanchismo” y Unidas Podemos, formaciones sin trabajadores, preñadas de funcionarios, huérfanas de trabajadores en sus respectivas direcciones.
La izquierda real no es sectaria, no miente, no engaña, no se olvida de las regiones y de las provincias maltratadas por otros partidos; ni invierte enormes sumas de dinero público en las autonomías y comunidades más ricas, favorecidas por las dos dictaduras españolas de la anterior centuria: a de los generales Primo de Rivera y Franco. La izquierda republicana en la que yo creo es jacobina, lleva callo en las manos y cicatrices en el alma, no presume de lo que no es, y destaca por su coherencia, pues predica con el ejemplo y no hace lo contrario de lo que jura ejecutar.
En España no hay fascismo, y el que tilde de fascista a Vox no tendrá ni puta idea de lo que fue el partido que fundo Mussolini, dirigente de fascio italiano, tras abandonar el PSI (Partido Socialista Italiano), al considerar que se había aburguesado. Quien conozca el programa de San Sepolcro (1919), nunca podrá afirmar que el fascismo fue de derechas, sino todo lo contrario. En esta nación, en efecto, sí hay franquistas, gente nostálgica, que sufriría persecución del comunismo y socialismo patrio durante la Guerra Civil, en las ciudades y regiones bajo dominio del Frente Popular. Pero el franquismo careció de ideología, tanto fue así que le cedió a la Iglesia Católica -8.000 muertos entre sacerdotes, monjas, obispos y frailes entre 1936 y 1939-, que solo se interesó por el Sexto Mandamiento de la Ley de Dios, pues los restantes no le importaron mucho.
Pero ya digo que esta izquierda que lo parece, pero que no es, porque, como he escrito con reiteración, hay mucha gente que se cree de izquierdas, pero ignora que es de derechas, tal como hay mucho creyente católico que se comporta como un ateo, como discípulo del mal, evidencia miedo a la libertad, con su control del sistema judicial, de los medios de comunicación, de lo que es historia y no es, de la Educación, con lo que se debe enseñar y silenciar. Empírico.
El PP de aquel dúo patético que formaron Rajoy y Sáenz de Santamaría, potenció Podemos, a su líder, Pablo Iglesias, para debilitar al PSOE desde la ultraizquierda, dándole espacios en programas de televisiones conservadores o en canales controlados por la propia Soraya, como la Sexta –nunca recibió una sola crítica en los programas políticos de esa cadena durante su etapa como vicepresidenta-, para agrandar la figura de este hombre que convirtió su coleta en una apéndice político, quizá el mejor actor que conociese la democracia española desde Felipe González.
Ahora, el PSOE mima y cuida, de puertas adentro, a Vox, para que el PP de Casado no avance, y se convierta en un partido que no se sabe si es de derechas o medio pensionista, donde los caudillos regionales hacen lo que les viene en gana, sin escuchar las directrices de Génova.
Los ciudadanos de España, los que tenemos conciencia, conocemos la historia y sabemos que el poder siempre engaña y corrompe, y jamás defienda la verdad, carecemos de partidos y de políticos que nos representen y en los que creamos. Si España mañana se levantara republicana no encontraríamos un solo político para colocarlo como presidente del nuevo régimen. Quizá el rey Felipe VI. Permítaseme la ironía en esta nación quebrada, sin sentido del humor, tumbada y estabulada.
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