LA COLUMNA DE DOÑA ELVIRA
"Qué tiempos aquellos"
Qué tiempos aquellos en los que se escuchaba en las calles: "A la zapatilla por detrás...", "Por mí y por todos mis compañeros", "¡Oye, que el balón es mío y mando yo!", o "Yo pinté mucho mejor la peonza que tú". Estas, u otras frases y juegos, como las canicas, el juego de "la momia", "a sangre fría", incluso jugar con palos y hacer casetas con ellos. Aquellos tiempos en los que la imaginación era la protagonista para los juegos de los más pequeños. Y, ahora, parece que ha desaparecido.
¿La causa? Tanto uso del teléfono móvil desde pequeños. ¿Qué el niño llora? Pues se le da el móvil para que vea videos de YouTube,- que casi lo manejan mejor que yo-. O, ¿qué no quiere comer?, pues también el teléfono. Yo, si no quería comer el plato de lentejas -porque no me gustaban- me las comía, pero sin móviles, solamente con el "juego del avión" o viendo fotos.
Qué tristeza ver como esos niños no saben lo que es tener heridas en las rodillas o codos por hacer una carrera con tu amigo, o en ese momento "enemigo por el juego", por ver quien llega antes a la portería- que han creado ellos con dos piedras o las propias chaquetas-, para ver quién es el portero de la próxima jugada, porque, ninguno quería serlo. Y es que, ya saben, el portero siempre tiene que ir a por la pelota. Eso, los niños de ahora, no lo saben.
Todo ha sido sustituido por las pantallas táctiles. Las tiritas que yo me ponía en la mano por una caída jugando al balón, ahora se las ponen por tener un dolor en un dedo tanto usarlo mientras le dan a la techa del móvil jugando al FIFA, o cualquier otro juego similar.
La imaginación ha desaparecido. Pero, no solamente eso. Los parques, los barrios y las calles del pueblo, se ven cada vez más vacios de esos niños que antes animaban esos pequeños pueblos de la España Vaciada, incluso un día de lluvia intensa, en el que no querían volver a casa. Ahora, son los padres los que piden por favor que salgan de su habitación y dejen el teléfono.
Qué triste es ver las calles de tu pueblo así de vacías. Una pena. Aunque, por lo menos, pronto llegará la primavera, el calor, y se verá a unos cuantos niños jugando en los parques; y, a otros pocos, inmersos en el mundo de las nuevas tecnologías, sentados en el banco, continuando ese juego del móvil que todavía no han acabado. Pero, bueno, por lo menos no están en casa y de esa forma parece que esos pequeños, esa generación futura, sigue saliendo a la calle. ¡Qué triste!
Irene Alfageme
Qué tiempos aquellos en los que se escuchaba en las calles: "A la zapatilla por detrás...", "Por mí y por todos mis compañeros", "¡Oye, que el balón es mío y mando yo!", o "Yo pinté mucho mejor la peonza que tú". Estas, u otras frases y juegos, como las canicas, el juego de "la momia", "a sangre fría", incluso jugar con palos y hacer casetas con ellos. Aquellos tiempos en los que la imaginación era la protagonista para los juegos de los más pequeños. Y, ahora, parece que ha desaparecido.
¿La causa? Tanto uso del teléfono móvil desde pequeños. ¿Qué el niño llora? Pues se le da el móvil para que vea videos de YouTube,- que casi lo manejan mejor que yo-. O, ¿qué no quiere comer?, pues también el teléfono. Yo, si no quería comer el plato de lentejas -porque no me gustaban- me las comía, pero sin móviles, solamente con el "juego del avión" o viendo fotos.
Qué tristeza ver como esos niños no saben lo que es tener heridas en las rodillas o codos por hacer una carrera con tu amigo, o en ese momento "enemigo por el juego", por ver quien llega antes a la portería- que han creado ellos con dos piedras o las propias chaquetas-, para ver quién es el portero de la próxima jugada, porque, ninguno quería serlo. Y es que, ya saben, el portero siempre tiene que ir a por la pelota. Eso, los niños de ahora, no lo saben.
Todo ha sido sustituido por las pantallas táctiles. Las tiritas que yo me ponía en la mano por una caída jugando al balón, ahora se las ponen por tener un dolor en un dedo tanto usarlo mientras le dan a la techa del móvil jugando al FIFA, o cualquier otro juego similar.
La imaginación ha desaparecido. Pero, no solamente eso. Los parques, los barrios y las calles del pueblo, se ven cada vez más vacios de esos niños que antes animaban esos pequeños pueblos de la España Vaciada, incluso un día de lluvia intensa, en el que no querían volver a casa. Ahora, son los padres los que piden por favor que salgan de su habitación y dejen el teléfono.
Qué triste es ver las calles de tu pueblo así de vacías. Una pena. Aunque, por lo menos, pronto llegará la primavera, el calor, y se verá a unos cuantos niños jugando en los parques; y, a otros pocos, inmersos en el mundo de las nuevas tecnologías, sentados en el banco, continuando ese juego del móvil que todavía no han acabado. Pero, bueno, por lo menos no están en casa y de esa forma parece que esos pequeños, esa generación futura, sigue saliendo a la calle. ¡Qué triste!
Irene Alfageme