Eugenio de Ávila
Domingo, 29 de Marzo de 2020
REPÚBLICO

De la pandemia del coronavirus a la pandemia económica

[Img #36926]Nos robaron una hora. El poder siempre nos esquilma.  Me robaron el desayuno con mi nieta y el vino con mis amigos y amigas. El Estado o el Capital compran nuestro tiempo, que es de lo que todo ser humano está constuido. Somos seres de tiempo y agua. Somos polvo en el tiempo. En estas reflexiones iba yo en esta mañana soleada y fresca de primavera, pero que también podría ser de otoño, de camino para mi humilde oficina.

La diferencia respecto a domingos clásicos se halla en los árboles, convertidos en urinarios de los canes. No había nadie por la plaza de Alemania, salvo un señor mayor que se iban fumando un purito, personaje sospechoso de esos que se consideran casta, elite, aristocracia. No me encontre con autoridad alguna. Pasé por la calle Palomar, donde viven dos amigas mías. De una sé que se fue al pueblo; de la otra, nada. Percibí, de nuevo, trinos de avecillas, mientras mi mascarilla me impedía respirar como es menester. La hora que nos hurtaron me obligó a caminar más deprisa y escribir más acelerado. Apenas noticias. Las que producen los gobiernos autonómicos y central.

Mi amigo Pedro Ladoire, excepcional fotógrafo, me envía imágenes desoladoras de Zamora: La Marina, La Farola, Mercado de Abastos…Nadie. Una ciudad es burgo, una ciudad es gente que la patea, que la muerde, que la saborea, que la vive. Zamora no tiene quién la mime, acaricie, ame. Yo lo intento con palabras, pensando mucho en ella y en los zamoranos, en los propietarios de pequeñas empresas, autónomos y trabajadores. Las medidas arbitradas por este gobierno de funcionarios que parecen progresistas, a priori, se acabarán convirtiendo, a posteriori, en reaccionarias.

Me explico: a un autónomo que paga su cuota, aunque no ingrese un duro, y tiene una tienda, pongamos de ropa, con una dependienta, a la que no podrá echar, se le fuerza a cerrar el comercio porque no puede pagar ni renta, ni al trabajador ni su propia cuota. Entonces, se irán al desempleo no solo el hortera, sino el mismo empresario. A más paro, más políticas sociales. Por lo tanto, subidas de impuestos, que pagarán los de siempre. Así más pymes tirarán de la trapa para poner fin al negocio. Y más y más parados. Sucedió en todas las naciones que carecieron de talento económico para crear riqueza, pero sí tuvieron genio progresista para arruinarlas.

La izquierda reaccionaria. La izquierda de la propaganda. La izquierda que no sabe gestionar. La izquierda que necesita de situaciones excepcionales para asaltar el cielo, para tomar el poder: “La alteración de todas las bases estructurales del poder, eso solamente puede ocurrir en momentos de excepción. Los comunistas y alargando esto  a la izquierda solo pueden tener éxito político en los momentos de excepción, en los momentos de tempestad. Y creo que la historia lo ha demostrado”. La reflexión corresponde a Pablo Iglesias, el líder de Podemos, no al fundador del PSOE. Se trataría, pues, y lo intentará Pedro Sánchez, si se imponen las tesis del podemita, de aprovechar este  momento histórico para poner en valor, frase que tanto utilizan ahora los cursis políticos y periodísticos, su ideología. Pasaremos, pues, de la pandemia del coronavirus a una tremenda pandemia económica. Todo está en los libros. Iglesias es así:  leninismo en estado puro, pero con coleta y sin traje ni chaleco.

Eso aconteció este tercer domingo de Estado de Alarma, con el pueblo confinado, pero con los políticos de la izquierda extrema pensando en cómo asaltar los cielos de esta democracia marchita, diluida y contagiada. El asalto de los cielos de Iglesias, copiado de Marx, antes de Hölderling y, en origen, de la Hélade, la lucha de los Titanes por tomar el Olimpo. Me sé todos los cuentos. Casi como León Felipe.

 

 

 

 

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