DENUNCIAS
Colillas en el suelo: seamos responsables
Son las calles de siempre, las de toda la vida. Pero se ven de otra manera; falta lo primordial, gente llenándolas. Algún día será posible. Habremos triunfado. De momento, conformémonos con esa estampa desértica, que se repite día tras día. Menos personas desplazándose de un lado a otro, y nadie paseando, que tiene consecuencias en la limpieza viaria. Se ensucian menos. Los servicios de limpieza funcionan con normalidad, son muy necesarios en momentos como este, además del barrido habitual de cada mañana, se está procediendo al baldeo con lejía, con menos frecuencia de la deseada, pero alguna vez se ha realizado, así como la desinfección de algunos contenedores, operación, que a los barrios aún no ha llegado, a saberse el motivo.
Limpias las calles, faltando quien las ensucia, el trabajo del operario no es que sea menor, sino mucho más efectivo. Aunque, de poco vale, si al momento de pasar, alguien tira la primera colilla al suelo. Y tras esas vendrá otra y otra. Está claro que, obviamente, el resto del cigarrillo ha estado en contacto con la boca de una persona, contagiado o no, puede llevar una carga vírica que acaba impunemente en el suelo de cualquiera de nuestras calles.
La costumbre de tirar el cigarrillo antes de entrar en el portal, que muchos realizan instintivamente, porque lo han realizado toda la vida, ya que corren otros tiempos, debe cambiarse. No ya por cuestiones de limpieza e higiene, sino sanitarias. Mas condenable aún quedan los modos de algún vecino, y conocido de todos, que lanza desde su ventana lo que queda de su cigarrillo. Y el colmo lo ostenta quien vuelca el cenicero de su coche en el mismo espacio donde acaba de aparcar.
Manuel Herrero Alonso: texto y fotografías
Son las calles de siempre, las de toda la vida. Pero se ven de otra manera; falta lo primordial, gente llenándolas. Algún día será posible. Habremos triunfado. De momento, conformémonos con esa estampa desértica, que se repite día tras día. Menos personas desplazándose de un lado a otro, y nadie paseando, que tiene consecuencias en la limpieza viaria. Se ensucian menos. Los servicios de limpieza funcionan con normalidad, son muy necesarios en momentos como este, además del barrido habitual de cada mañana, se está procediendo al baldeo con lejía, con menos frecuencia de la deseada, pero alguna vez se ha realizado, así como la desinfección de algunos contenedores, operación, que a los barrios aún no ha llegado, a saberse el motivo.
Limpias las calles, faltando quien las ensucia, el trabajo del operario no es que sea menor, sino mucho más efectivo. Aunque, de poco vale, si al momento de pasar, alguien tira la primera colilla al suelo. Y tras esas vendrá otra y otra. Está claro que, obviamente, el resto del cigarrillo ha estado en contacto con la boca de una persona, contagiado o no, puede llevar una carga vírica que acaba impunemente en el suelo de cualquiera de nuestras calles.
La costumbre de tirar el cigarrillo antes de entrar en el portal, que muchos realizan instintivamente, porque lo han realizado toda la vida, ya que corren otros tiempos, debe cambiarse. No ya por cuestiones de limpieza e higiene, sino sanitarias. Mas condenable aún quedan los modos de algún vecino, y conocido de todos, que lanza desde su ventana lo que queda de su cigarrillo. Y el colmo lo ostenta quien vuelca el cenicero de su coche en el mismo espacio donde acaba de aparcar.
Manuel Herrero Alonso: texto y fotografías
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