CAMBIO DE PARADIGMA
Invernar o hibernar
Me levanto y con el andar cadencioso propio del confinamiento me dispongo a desayunar un café con leche. No sé si estoy hibernando o si estaré invernando. El ministro de transportes, Sr. Abalos alude a una hibernación económica y siendo el, maestro como es, aunque lleve más de veinticinco años viviendo de la política, me preguntaba si tendría claro su discurso.
¿Se referiría a invernar como verbo que se emplea para aludir a pasar el invierno? Entiendo que no, dado que hace algunos días todos nosotros saltamos a la alegre primavera. Entonces parece que solo nos queda hibernar, verbo empleado para aludir a las tropas romanas que quedaban inactivas mientras se adaptaban a condiciones invernales extremas, escapando del frío y de la carencia de alimentos.
Pero ojo señores, que tampoco parece conocer el señor ministro que la esencia de la hibernación es su nota predictiva. ¿Puede alguien decirme que miembro del gobierno ha adoptado en esta crisis sanitaria un perfil de liderazgo proactivo? Cuando el mamífero prevé la llegada del invierno comienza a experimentar cambios fisiológicos, tales como la reducción significativa de la temperatura corporal y la disminución del ritmo cardiaco.
En la hibernación, el animal se dedica a dormir y a sobrevivir con sus reservas grasas, lo que aplicado a nuestro tejido empresarial vendría a ser cerrar los centros de producción y vivir de los beneficios empresariales de que se dispongan en este momento.
Desde hace varios días ya se pueden leer noticias en las que algunas grandes empresas han aplazado el reparto de dividendos. ¿No será esta una forma en que las empresas tratarán de vivir de “sus reservar grasas” cual oso hibernador? Deberíamos ser más prudentes con el lenguaje empleado. Por esta razón le recuerdo al señor Abalos y a otros de su misma talla intelectual que casi todos los políticos que forman parte de las cámaras de representación, (excepto representantes del tercer partido más votado que ha exigido contundentemente el mantenimiento de la actividad parlamentaria y los portavoces de cada grupo político) no se encuentran invernando ni siquiera hibernando sino en estado de brumación cual reptiles dormidos que solo se movilizan para beber agua o para comer algo. Idéntico panorama podemos contemplar en los diferentes parlamentos autómicos.
Paso a relacionarles estas palabras con la importancia del uso del lenguaje, y para ello les comparto la respuesta dada por el chileno Alex Kaiser, abogado y doctor en filosofía en una entrevista que concedió a finales de 2019 y en la que expresó lo siguiente: “A través del lenguaje, se pretende generar una nueva realidad y todo aquel que discrepa de este nuevo paradigma se enfrenta a esas descalificaciones y a auténticas campañas de desprestigio que aspiran al asesinato civil del disidente, a la destrucción de la reputación de toda persona que no comparta los postulados políticamente correctos. Toda opinión diferenciada de la retórica dominante queda calificada automáticamente como un postulado de ultraderecha. De ese modo, la izquierda se ahorra la necesidad de debatir y se asegura la imposición de su agenda ideológica, alimentándose de un clima de miedo y censura”.
Para finalizar le diré al Sr. Abalos que la sociedad española no se encuentra en estado de invernación, hibernación ni de brumación. La sociedad española está más viva que nunca y decidida a llamar a las cosas por su nombre. La clase política está asistiendo en dormancia a un cambio de paradigma que se empieza a vislumbrar.
Lorena Hernández del Río
Me levanto y con el andar cadencioso propio del confinamiento me dispongo a desayunar un café con leche. No sé si estoy hibernando o si estaré invernando. El ministro de transportes, Sr. Abalos alude a una hibernación económica y siendo el, maestro como es, aunque lleve más de veinticinco años viviendo de la política, me preguntaba si tendría claro su discurso.
¿Se referiría a invernar como verbo que se emplea para aludir a pasar el invierno? Entiendo que no, dado que hace algunos días todos nosotros saltamos a la alegre primavera. Entonces parece que solo nos queda hibernar, verbo empleado para aludir a las tropas romanas que quedaban inactivas mientras se adaptaban a condiciones invernales extremas, escapando del frío y de la carencia de alimentos.
Pero ojo señores, que tampoco parece conocer el señor ministro que la esencia de la hibernación es su nota predictiva. ¿Puede alguien decirme que miembro del gobierno ha adoptado en esta crisis sanitaria un perfil de liderazgo proactivo? Cuando el mamífero prevé la llegada del invierno comienza a experimentar cambios fisiológicos, tales como la reducción significativa de la temperatura corporal y la disminución del ritmo cardiaco.
En la hibernación, el animal se dedica a dormir y a sobrevivir con sus reservas grasas, lo que aplicado a nuestro tejido empresarial vendría a ser cerrar los centros de producción y vivir de los beneficios empresariales de que se dispongan en este momento.
Desde hace varios días ya se pueden leer noticias en las que algunas grandes empresas han aplazado el reparto de dividendos. ¿No será esta una forma en que las empresas tratarán de vivir de “sus reservar grasas” cual oso hibernador? Deberíamos ser más prudentes con el lenguaje empleado. Por esta razón le recuerdo al señor Abalos y a otros de su misma talla intelectual que casi todos los políticos que forman parte de las cámaras de representación, (excepto representantes del tercer partido más votado que ha exigido contundentemente el mantenimiento de la actividad parlamentaria y los portavoces de cada grupo político) no se encuentran invernando ni siquiera hibernando sino en estado de brumación cual reptiles dormidos que solo se movilizan para beber agua o para comer algo. Idéntico panorama podemos contemplar en los diferentes parlamentos autómicos.
Paso a relacionarles estas palabras con la importancia del uso del lenguaje, y para ello les comparto la respuesta dada por el chileno Alex Kaiser, abogado y doctor en filosofía en una entrevista que concedió a finales de 2019 y en la que expresó lo siguiente: “A través del lenguaje, se pretende generar una nueva realidad y todo aquel que discrepa de este nuevo paradigma se enfrenta a esas descalificaciones y a auténticas campañas de desprestigio que aspiran al asesinato civil del disidente, a la destrucción de la reputación de toda persona que no comparta los postulados políticamente correctos. Toda opinión diferenciada de la retórica dominante queda calificada automáticamente como un postulado de ultraderecha. De ese modo, la izquierda se ahorra la necesidad de debatir y se asegura la imposición de su agenda ideológica, alimentándose de un clima de miedo y censura”.
Para finalizar le diré al Sr. Abalos que la sociedad española no se encuentra en estado de invernación, hibernación ni de brumación. La sociedad española está más viva que nunca y decidida a llamar a las cosas por su nombre. La clase política está asistiendo en dormancia a un cambio de paradigma que se empieza a vislumbrar.
Lorena Hernández del Río
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