CON LOS CINCO SENTIDOS
Mi cuello
Nélida L. del Estal Sastre A ver si me alcanzas con tu voz en la lejanía. A ver si tus susurros me llegan al cuello y me hacen cosquillas, como cuando me besas en esta zona de mi anatomía y me retuerzo de risa como una colegiala. Mi cuello. Ese largo caminante que, como decía mi padre, “siempre se está asomando”, tan dado a arrumacos y caricias.
No es altivez, es anatomía pura y simple. Es largo, delgado, sensible y amable. A veces lo adornan pañuelos de colores diversos, siempre elegantes, discretos. Otras, las más, lo adornan colgantes pequeños de cosas insignificantes para el resto de los mortales.
Una nota de música, una llave que abre mi corazón, un libro minúsculo lleno de historias y hazañas, una fórmula de química orgánica de esa dopamina que me enloquece...Una flor o dos, pero siempre pequeñas. Porque los adornos han de ser pequeños, el perfume floral y la mirada enorme, para compensar y redondear el conjunto. Como Audrey, little black dress, perlas, tacones y perfume sugerente, a ser posible, de Givenchy.
Nélida L. del Estal Sastre
Nélida L. del Estal Sastre A ver si me alcanzas con tu voz en la lejanía. A ver si tus susurros me llegan al cuello y me hacen cosquillas, como cuando me besas en esta zona de mi anatomía y me retuerzo de risa como una colegiala. Mi cuello. Ese largo caminante que, como decía mi padre, “siempre se está asomando”, tan dado a arrumacos y caricias.
No es altivez, es anatomía pura y simple. Es largo, delgado, sensible y amable. A veces lo adornan pañuelos de colores diversos, siempre elegantes, discretos. Otras, las más, lo adornan colgantes pequeños de cosas insignificantes para el resto de los mortales.
Una nota de música, una llave que abre mi corazón, un libro minúsculo lleno de historias y hazañas, una fórmula de química orgánica de esa dopamina que me enloquece...Una flor o dos, pero siempre pequeñas. Porque los adornos han de ser pequeños, el perfume floral y la mirada enorme, para compensar y redondear el conjunto. Como Audrey, little black dress, perlas, tacones y perfume sugerente, a ser posible, de Givenchy.
Nélida L. del Estal Sastre
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