Jueves, 18 de Diciembre de 2025

Francisco Iglesias Carreño
Domingo, 12 de Abril de 2020
PASIÓN POR ZAMORA

JESÚS ¡sí está vivo!

[Img #37620]Los momentos actuales son los que son y no son otros, ni lo son de otra manera, mirémoslo como queramos, y sus contingencias están a la vista, aunque también, s se nos apura, lo mismo estaban antes, aunque en fase de durmiente lirón u oso madriguero. La realidad constatable habla por sí misma en la evidencia ostensible. Nadie quería la atroz prueba a la que estamos siendo sometidos, pero la cruda realidad es que ahí la tenemos  

Tal vez se ha querido testificar que, el proceso entrópico del universo (ese que perecerá de frio siguiendo las teorías de Boltzmann), formaliza un hecho creativo autónomo en el que el individuo brujulea dándole impulsos motivadores que lo reformalizan, en un movimiento cuasi continuo, donde su acomodo está referenciado en la materialización y el relativismo, que lejos de alzarlo sobre sí, lo encadena a la circunstancialidad, la mediatez  y lo efímero, dando pie a cualquier albur, inseguridad o acecho, ubicado en el nada que, de forma inexorable, ha de llegar después, siendo este un después amplio y generalizado, de tal calibre que, en esa base teórica, nadie escribirá la crónica del día siguiente.

En los momentos de  la “Semana Santa” reiteramos/renovamos/plasmamos los últimos hitos de los momentos  de “la vida de Jesús”, rodeándola, en estas cercanías, donde están nuestros hábitats, de nuestros entornos vivenciales (pueblos, comarcas, provincias, región y nación,…, ancho mundo, sin perdidas de catolicidad), de una acoplada especie de sabor propio, cierta genuinidad y, por ende, de raíz con sello identitario, a mayores con adobamiento del primigenio ambiente de la Edad Antigua (en un primer embate del franciscano prerrenacimiento; siempre señalo, y a intención, que mi Patrono San Francisco de Asís, anduvo por estas nuestras tierras de la Corona Leonesa, en tiempos del zamorano Rey/Emperador Alfonso IX ) en que tuvo lugar, ¡que históricamente fue!, como todos sabemos, dentro del concreto integral social del “Pueblo Judío”, cuando este formaba, junto a otros muchos Pueblos, parte alícuota del Imperio Romano en el momento histórico del Emperador Tiberio ( Poncio Pilatos, de los “équites romanos”, de ascendencia en Astúrica (Astorga), era su representante, como quinto prefecto, en Judea)..

Ocurre, y a veces acontece, que esto, lo del nominativo “Pueblo Judío”, se nos escapa un tanto, y hasta un poco, entre las manos, y nuestras sensaciones neuronales perceptivas no manejan con la necesaria, ¡y dinámica!, agilidad mental lo de “algunos individuos de tal Pueblo” y “el Pueblo al completo”, y, en atención a ello,  acontece que no lo describimos con fidelidad, rigor y exactitud. Tenemos que tal y tan concreto “Pueblo Judío” tenía, como los demás otros Pueblos, una forma de ser  muy particular, propia y significada, con unas “señas de identidad” muy diferenciadas-por su historia, lengua, cultura, costumbres, ritos  e incluso raza –y unas, en  añadido paradigmático, muy concretas creencias religiosas, que venían de muy antiguo, casi perdidas en el origen de los tiempos, ampliamente descritas, especificadas y documentadas, que lo significaban y  hacían distinto/diferente/desigual a los otros Pueblos del orbe.

 

En ese peculiar “ambiente antropológico de interrelación” del “Pueblo Judío”, sometido al fuerte poder político/militar/económico del Imperio Romano y a su penetrante influencia cultural- aunque encubierto en una falsa autonomía, que mantenía a los  Agripa como títeres-, tiene lugar, como escenario espacial público,  el desarrollo de “la vida de Jesús”. De un Jesús individuo que, como un personaje más de la  historia (datado en la época de Tiberio y Poncio Pilatos), debe estar sujeto al mismo tratamiento que otros personajes, y donde  todos, en una normalidad aséptica, teníamos que analizarlo como tal, en el seguimiento de: (1º) sus ideas, (2º) su actividad y (3º) la acción dinámica de aquellos  que, primero como discípulos y luego como Apóstoles, le siguieron.

 

“Jesús”  actúa e interacciona, en su trienio de vida pública, en una doble vertiente, por un lado coge el Antiguo Testamento (el pasado integral histórico) y lo actualiza, le da vigencia en el cumplimiento de las profecías, es decir lo remoza y pone  al día  y por otro lado, concatenándolo a la raíz inicial originaria de lo anterior, propone/proyecta/maximiza una disposición  normativa propia y “ex novo” con el Nuevo Testamento (el  tiempo nuevo que ha de venir), en una impronta e innovadora dinámica de “la regeneración/recuperación de la vida” de los creyentes. En esta, nueva y novedosa, situación proyectiva de: la “idea de la regeneración/recuperación de la vida”, en todas sus manifestaciones, cual hecho global, gravita y reside, en lo que entendemos, en el “mensaje de Jesús”, que ya, en el inicio de su actividad, parece que, en un suponer, hace de ella sujeto al “Pueblo Judío”, para después dejarla, yendo paulatina y  progresivamente, con marcada intención directriz, en la dirección de extenderla/ampliarla/universalizarla a “todos los Pueblos del Mundo”.

 

 Para “los seguidores de Jesús”, desde el protagonismo de las profecías cumplidas, él no vino a “cumplimentar la ley antigua”, si no que vino a ponernos, a todos los individuos (hombres y mujeres), en el activo camino de progresar, en la asumida creencia de su mensaje, hacia el futuro., y lo hace desde una base umbral de lo antiguo, más su aportación  principalísima, dentro de la permanencia de “algo” que, lejos de significar parón/freno/conservadurismo, implica de lleno una “renovación permanente y continua” por la  aplicación clave, preciada precisamente signada, de “los principios de Jesús”. ¿Qué mejor programa que las Bienaventuranzas?.

 

Estas implicántes “ideas de Jesús”  son revolucionarias para el momento histórico  de su época, pero también, como curiosidad social y en lo que supone de la transversalidad en el tiempo, lo son para los tiempos venideros (¿acaso nadie hoy día deja de ligar aquello de “antes entrara un camello por el ojo de una aguja que…”, con la ultima lectura de las perversiones/pecados/corrupciones donde se denosta la acumulación de riquezas?), ya que rompen, de cuajo y raíz, con un pasado inmóvil/fijo/determinista y nos lanzan, desde entonces, a una creciente participación  activa , en “nuestro(s) ambiente(s)”, tanto de forma  individualizada como grupal.

 

Las “ideas de Jesús” con su (`ya nuestro´) slogan: “todos somos hijos de Dios”, da a las personas (hombres y  mujeres), y a los “Pueblos”, ¡a todos y cada uno de los Pueblos!, un sentido  de plena y total igualdad frente a cualquier interpretación que: (1º) se efectuara en el pasado, (2º) se haga en el presente y (3º) aparezca en el futuro. Así, en estas “ideas de Jesús” vamos avanzando/progresando/interaccionando en nuestra sociedad, en nuestro alrededor, caminando, a veces parece, muy lentamente, hacia “la plena equiparación de las personas y de los Pueblos”, algo que, como ya hemos dicho en otras ocasiones, más tarde o más temprano, tiene que alcanzar su grado óptimo de plenitud en todas las esferas  donde plasmamos nuestras actividades. (Tenemos de 1948 lo siguiente: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, pero lo de 1948 ya se considera en “las ideas de Jesús”, cuando el astorgano ciudadano romano Pilatos (Imperio Romano) – santificado en algunos lugares- mandaba en el lugar de asentamiento del “Pueblo Judío”).

 

Ahora estamos y no olvidamos en el “por qué de la Semana Santa”, y con ello en lo de su exteriorización/dramatización/escenificación, pero “al mismo tiempo”, debemos hacerla gravitar, volviendo a los orígenes, sobre “las ideas de Jesús”, para qué no suceda que ambas cosas están disociadas o, incluso, contrapuestas.

 

De la “igualdad entre las personas y los Pueblos” pasamos, ¿cómo no?, a “otra” de “las ideas de Jesús” que, aunque parece que es diferente, es una consecuencia, en nuestro parecer, de toda lo anterior, ya que si “todos somos hijos de Dios” es obvio y fijo que entre nosotros, entre las personas y los Pueblos,  se establece una hermandad, hay una “relación de fraternidad”. Esta “idea de Jesús” debió de ser de amplio impacto en su época, como posteriormente e incluso ahora. Pensemos en la relación Norte Sur o en algunas posturas respecto a la emigración,… a los vascos, los catalanes o que decir aquí de lo nuestro propio: los leoneses. (-.- miramos tantas pajas ajenas que no vemos la de viga lagar que tenemos encima -.-)

 

Podemos con “las ideas de Jesús”, ser de “Pueblos distintos”  que tienen “diferentes señas de identidad”, pero, como señalábamos en otros momentos, somos de “una única raza”: “LA RAZA HUMANA”. Nunca se debe de olvidar que todas “las ideas de Jesús” son de catolicidad.

 

Ya decíamos, en 1993, que las diferentes Regiones  Históricas de España -.-nuestra Nación-.- nos ubican en los “Pueblos” que constitucionalmente la forman ( a la data del 6-12-1978 y no de otra) -.-que como es sabido no se corresponden  con algunas inventadas y artificiales Comunidades Autónomas-.- y estos se unen  con los demás Pueblos de América, África,… del Mundo, formando un abigarrado  conjunto de “Hechos Diferenciales” sustentados por “individuos que son iguales”. Estas ideas se pueden  tener por un análisis antropológico, pero también,  con la apoyatura de “las ideas de Jesús”, por un hacer religioso, y los cristianos católicos podemos y debemos conjuntar, desde nuestro criterio, ambas líneas de actuación. {Existen discursos extraños que olvidan (¿con que razón?) que Jesús hablaba en arameo. -.- De la discusión pública entre SS El Papa Francisco y el Primer Ministro de Israel Benjamín Netanyahu, entre  24-26 de mayo del año 2014 -.-}

 

Toda la Semana Santa, en cuanto incide sobre la “vida de Jesús”, no puede ni debe quedarse, para los cristianos, en una mera manifestación cultural, opción estética o simulación plástica que coincida o no con los gustos  circunstanciales, las modas de la época o del momento coyuntural, que pudiera estar ligada a intereses, looby´s, negocios o situaciones-por ejemplo políticas u otras- de cualquier índole, con independencia de la posible y/o presunta legitimidad de los mismos. Los cristianos tienen que actuar en  las ocasiones, pero no ser solo de las ocasiones, es decir, tienen que estar en la coyunturalidad de los  momentos pero no ser solo, ¡en exclusiva!, de los momentos. Los cristianos tienen  que actuar, desmonopolizadamente, con sentido de la trascendencia (de las metas y el fin) en base a “las ideas de Jesús”.

 

 Toda la Semana Santa no es algo que concluya en sí misma, ¡nunca lo ha sido!, y menos aún que este inevitablemente ligada a una cuasi semanal representación escénica que, a nosotros, y por otra parte, como legado y herencia familiar de nuestros antepasados, nos atrae sobremanera, hondamente conmueve y revitaliza a plenitud (situaciones que siempre y en todo momento, hemos alentado, apoyado y trasmitido) pero que, al igual también, y en ello está la clave, nos renueva, año tras año, ¡ese es su valor anual añadido!,  su verdadero valor intrínseco, en nuestro compromiso cristiano individualizado y grupal por y para “las ideas de Jesús”.

 

La Semana Santa concluye con un colofón principal e  incuestionable para los creyentes, cual es “la resurrección de Jesús”, ya que ahí, precisamente con esa ocasión cimera, “unimos” todas aquellas “ideas de Jesús” con algo supremo, que solo Dios controla, que es la vida. Así “nuestro (de todos) Jesús”, que ha sido condenando injustamente, torturado sin piedad y crucificado como un reo, alcanza, en nuestra particular opinión y en seguimiento de San Pablo, su total dimensión divina.

 

La Semana Santa nos tiene que dar, ¡a todos!, la clave de nuestro futuro “en la permanencia de Jesús entre nosotros”, en su ligazón  permanente con quienes por él somos considerados, desde el inicio de nuestro ser maternal, donde ya está el germen de la vida, “hijos de Dios”  y “hermanos en el Señor”. Para los cristianos  la Semana Santa  es un paso, uno más de la “plenitud de vida de Jesús”.

 

De esta Semana Santa, tan atípica y grave, pero al mismo tiempo instructiva (donde el dolor se ha enseñoreado a nivel mundial, el sufrimiento y congoja de las personas es tremendo, y unos pocos esforzados valientes están luchando, codo a codo, contra la pandemia),  como de las pasadas  con otras circunstancias (algunas tan o más graves que la presente) y de las D.m.  venideras, debemos sacar, en amplio revulsivo social, como postulación transcendente/mayestática/fundamental, lo que desde el rescate de nuestra memoria infantil tenemos asumido e interiorizado. Sí: “Jesús (¡sí esta!) vivo”, y esta vivo para las personas y los Pueblos, para los de cualquier condición, situación o ubicación geográfica. Esa es la comunicación firme, ese es el mensaje, ¡el verdadero mensaje!, de “nuestra Semana Santa” que vamos a trasmitir, cual es “ la permanencia viva de Jesús  en los  tiempos”.  Digámoselo a todos: Jesús, ¡sí está vivo!.

Francisco Iglesias Carreño

Miembro de la Tertulia del Cofrade

 

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