Redacción
Lunes, 13 de Abril de 2020
OPINIÓN

Abril sin abrir

Óscar de Prada López

[Img #37628]Según T.S. Eliot en su poema “La tierra baldía”, abril es el mes más cruel del año por cuanto mezcla recuerdos y anhelos. De haber conocido esta pandemia, quizás le pareciera un infierno vivirlo -como tantas otras cosas- desde la ventana. Enclaustrado en la remembranza de un viajar en compañía, de un paseo vespertino a orillas del río o de ese vermú con aceitunas tras la misa dominical. Hoy creí conveniente pasar lista de aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas, como profesa Serrat. Más que nada por evitar que cunda el desaliento a domicilio, pese a los ímprobos esfuerzos de algunos en esa dirección.

 

La pasada semana, nuestra esquina del Noroeste habría estado menos desierta y vibrado con otros sonidos: el tañido del Barandales, el trueno de Thalberg, el bombardino tenebroso, el Merlú o el rumor de pasos acompasados. Si el movimiento se demuestra andando, la vida urbana se manifiesta en el pulso de sus gentes. Muchos hemos recurrido a álbumes y vídeos para compensar la ausencia de este presente negado. Todos los abriles constan de 30 días pero en ningún caso resulta fácil admitir su sustracción, a manos de un enemigo pequeño pero matón.

 

Las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea se han convertido en las nuevas ágoras para tantos ciudadanos. Probablemente las nuevas concentren más racimos de mala uva, garantizando un vino peleón. Sólo hay que considerar el seguimiento de la primera manifestación online, el pasado miércoles 8, para exigir responsabilidades al Ejecutivo sanchista. Así se entiende que la moderna progresía trate de evitar los malos humores, cada vez más patentes, entre la población recluida. La "monitorización" de libertades lleva implícita ángulos oscuros, como la censura de opiniones y el aislamiento de los disidentes. Pero al mismo tiempo busca el aplauso estruendoso, tal como cierto Lord Sith al proclamarse emperador y dar matarile a la democracia.

 

Abril no parece abril. Pese a venir todos los años como aquel monte -al que escribiera nuestro paisano García Calvo- preñado de primavera. El coronavirus ha traído consigo negros nubarrones, de los que gastan chuzos de punta y pedrisco bíblico. La ansiada vuelta a la normalidad resulta un bulo más, considerando que no se puede volver a lo que ya no es. En cambio, seguiremos sufriendo a los Pinochos de traje y corbata -cosa que no resulta normal ni deseable entre gente lógica. Cuando la lógica se esfuma, de temer es que la vesania ocupe su vacío. Mala hierba nunca muere.

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