COSAS MÍAS
Aún nos queda la lluvia, el viento, la niebla...
“En abril, aguas mil”. Si hasta nos han robado el refranero, sabiduría del pueblo, conocimiento empírico de nuestros ancestros, qué nos queda ya como sociedad, como vínculo entre el presente y el pasado, nuestras tradiciones. Nos confinaron para robarnos la Semana Santa, el Cristo de Valderrey, la Romería de la Hiniesta, las Primeras Comuniones, los funerales, los entierros. Ya solo nos queda ahí, fuera, la lluvia, el viento, la niebla. Contemplamos la vida como una película. La pantalla es la naturaleza. No existen más protagonistas que las nubes que pasan y llueven; las amapolas silvestres, el trino de los pájaros, canciones que jamás habían acariciado nuestros tímpanos. Ahora descubrimos que existían otras vidas ahí, alrededor, en los cielos y en las tierras; vidas que nacen, que mueren, mortales como nosotros, que no somos otra cosa que polvo en el tiempo. Ahí, en el embalse del Esla, ánfora del agua pura, saciando la sed de los patos, oxigenando a los peces, la vida sigue, más feliz si cabe y si siente, ajena a una pandemia vírica, a un enclaustramiento político y a un misterio sin resolver: ¿el coronavirus es un virus creado en el laboratorio o nos acompaña in illo tempore, como la lluvia, las nubes, la muerte?
Eugenio-Jesús de Ávila
“En abril, aguas mil”. Si hasta nos han robado el refranero, sabiduría del pueblo, conocimiento empírico de nuestros ancestros, qué nos queda ya como sociedad, como vínculo entre el presente y el pasado, nuestras tradiciones. Nos confinaron para robarnos la Semana Santa, el Cristo de Valderrey, la Romería de la Hiniesta, las Primeras Comuniones, los funerales, los entierros. Ya solo nos queda ahí, fuera, la lluvia, el viento, la niebla. Contemplamos la vida como una película. La pantalla es la naturaleza. No existen más protagonistas que las nubes que pasan y llueven; las amapolas silvestres, el trino de los pájaros, canciones que jamás habían acariciado nuestros tímpanos. Ahora descubrimos que existían otras vidas ahí, alrededor, en los cielos y en las tierras; vidas que nacen, que mueren, mortales como nosotros, que no somos otra cosa que polvo en el tiempo. Ahí, en el embalse del Esla, ánfora del agua pura, saciando la sed de los patos, oxigenando a los peces, la vida sigue, más feliz si cabe y si siente, ajena a una pandemia vírica, a un enclaustramiento político y a un misterio sin resolver: ¿el coronavirus es un virus creado en el laboratorio o nos acompaña in illo tempore, como la lluvia, las nubes, la muerte?
Eugenio-Jesús de Ávila
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.149