Kebedo
Miércoles, 22 de Abril de 2020

Al enemigo, ni agua

[Img #38121]Seguimos encerrados, llevamos ya casi seis semanas, estamos hartos, pero cumpliendo, no como otros; parece que algunos expresidentes tienen una bula especial para saltarse el confinamiento. Por cierto, ni un solo representante del PP, ni uno solo, ha salido a la palestra a condenar el comportamiento de Aznar y de  Rajoy en estos momentos en los que la mayoría estamos cumpliendo con lo encomendado por el Gobierno. Aunque algunas cosas no las compartamos, las estamos cumpliendo.

Mi vecina Marisol, asomada a la ventana, en nuestro encuentro diario con los aplausos, me adelanta, entre pesarosa y enfadada, lo que a continuación voy a compartir con los miles de lectores que la siguen. Al final va a convertirse en una “influencer”.

Opina mi vecina que el confinamiento que estamos soportando es muy duro y muy largo. Piensa que tras las cuatro primeras semanas podría haberse abierto la mano y permitir esas salidas a los niños y hacer deporte, caminar o incluso, pasear, ¿por qué no?. Si estamos todos –TODOS- seguros de que el contagio se produce por contacto con otras personas y por cercanía a la posible pulverización de un estornudo o una tos, lo que hay que evitar es eso, el contacto; es decir, si salgo a realizar un ejercicio físico lo que no puedo hacer es ir acompañado por alguien ajeno a mi convivencia diaria. Si me encuentro con un amigo, no podremos darnos un abrazo, pero podremos saludarlos a distancia y seguir cada uno nuestro camino. Puedo entender también, continúa mi vecina, incluso compartir, que esas salidas deberían hacerse convenientemente protegidos por guantes y mascarillas. 

No pretende Marisol saber más que las célebres “autoridades sanitarias” que siempre anteceden a las informaciones que nos da el presidente Sánchez que, dicho sea de paso, está convirtiéndose en plomizo en sus intervenciones, dada su repetición y extensión. No quiere ser “sabihonda” mi vecina, me aclara, pero hay que tener en cuenta, también par lo bueno, que algunos países han realizado un confinamiento más suave y menos largo incluso, en algunos casos, no ha habido confinamiento. Se han cerrado lugares públicos, evidentemente, espectáculos, tiendas, parques, lógicamente, pero se ha mantenido la posibilidad de salir a la calle, con niños y sin niños, incluso por parejas pero evitando hacer grupos y  aglomeraciones y siempre con la debida protección de mascarilla y guantes. Y sus datos de infecciones y defunciones son más favorables que los españoles. ¿Dónde está el secreto?. Ya hablamos que, en Alemania por ejemplo, que es uno de estos países más laxos en confinamiento, la forma de contar los fallecidos por coronavirus no es la misma que es España. Aparecen menos porque ellos no cuentan como fallecidos por el virus a todo aquel que ha tenido una patología previa, mientras que en España estos sí que se incluyen.

Todo esto viene a colación porque, independientemente de que aquí se empezase un  poco tarde a prestar atención al “bicho” y que las célebres concentraciones de primeros de Marzo debieran o no celebrarse, parece como si nuestro Gobierno estuviese temeroso de tomar ciertas decisiones que pudieran ser objeto de más crítica y escarnio por parte de la oposición. Pero es que da la impresión de que si no sabe qué hacer, lo único que se le ocurre es mantenernos encerrados. Como cuando el profesor descubría un cristal roto en el aula y preguntaba por el autor y al no aparecer el culpable decía “hasta que no salga el responsable todos castigados”. Aquí sería, “hasta que no esté yo seguro, todos en casita”. Este “por si acaso” debería ser analizado y suavizado de forma inmediata, opina Marisol. Y yo, también.

Las actuaciones del Gobierno no están siendo del todo óptimas. Está pecando de excesivo individualismo no queriendo contar, para tomar ciertas decisiones, con los agentes sociales ni con el resto de partidos políticos. Se necesita mucho apoyo y mucho compañero de viaje para resolver ésta situación.

-Hay que consensuar determinadas actuaciones, o por lo menos intentarlo, porque van a servirte de argumento a la hora de dar explicaciones, que las vas a tener que dar, Sánchez, dice mi vecina. Las decisiones sociales y económicas, tomadas hasta ahora, deberían haber sido conocidas por el resto de la clase política, antes de hacerse públicas. Es más, deberías haber hecho luz y taquígrafos de todos aquellos pasos dados y de lo que opinaba la oposición de cada uno de ellos. Debemos saber previamente de qué pié cojea cada uno cuando hablamos de plantear una renta mínima, de ayudas a pymes, de retoque de impuestos, etc., pero antes. No hay que darle munición al de enfrente por no haber contado con él o simplemente por no haberle informado de lo que se pretende. Hay que llamar por teléfono y cerrar reuniones con los líderes de otros partidos y con los agentes sociales y evitar así que se enteren por la prensa y al día siguiente de lo que el gobierno pretende hacer. Eso es regalarle argumentos para que te los arroje a la cara sin gastar nada de lo suyo. La prepotencia, de la que acusas a la oposición, no puede ser tu “modus operandi” cuando eres tú el que tiene que actuar-.

Pero la indignación mayor de mi vecina viene, una vez más, por el comportamiento de la oposición; mejor dicho por la oposición de la derechona. Ya hemos comentado en ocasiones anteriores la actuación ruin y rastrera, tanto del PP como de VOX, en un asunto tan delicado como el de ésta pandemia. Por mucha rivalidad política que haya no puede haber un comportamiento tan lejano del apoyo, de la ayuda, de la colaboración a un Gobierno que, nos guste o no, es el que tiene que resolver el embolado y necesita la colaboración de todo aquel que pueda echar una mano. Esto, lo de arrimar el hombro, los ciudadanos de a pié lo hemos entendido perfectamente y es evidente que lo están haciendo, Pero los políticos no. Concretamente los políticos de la derecha, repito PP y VOX, todo lo contrario, acoso y derribo y “al enemigo, ni agua”. Y digo al enemigo porque el PSOE ya no es un rival político, lo están tratando como “el enemigo”, y eso, en política, es rastrero. Aquí hay un interés común, independientemente de la política, que es eliminar los fallecimientos por el virus. Pero para Casado y Abascal parece que solo cuentan para arrojárselos encima de la mesa a Sánchez cada vez que aparecen por el Congreso o le ponen un micrófono delante. Son necrófagos despreciables, no políticos; lo mismo que esa prensa carroñera que los jalea y les da cancha para que aireen sus vergüenzas creyendo que le hacen una favor a España, cuando es todo lo contrario.

El objetivo de estos dos individuos, y de sus respectivos partidos, no es ni España ni el ataque al virus, es derribar a éste gobierno, sea como sea, y no se dan cuenta d que es un verdadero error político que en estas circunstancias se intente un cambio de gobierno. Alguno ya ha propuesto elecciones o, lo que es peor, un gobierno de concentración en el que Abascal, naturalmente, sería el nuevo caudillo; es demencial. ¿Se imaginan una campaña electoral y un paso por las urnas en estas circunstancias?. No tienen cabeza. Claro, continúa explicándome Marisol, se nota quién está detrás de todo esto, FAES, con Jose María al frente, que ha vuelto a ver la oportunidad de intervenir España, aunque ahora desde la sombra, por si acaso sale mal. No es que echemos mucho de menos a Rajoy, pero bien es verdad que mantuvo a raya a personajillos patibularios como éste y no dejó que interfiriera en su forma de hacer política. Evidentemente Casado no es Rajoy; éste sí que aprobó él su carrera y sus oposiciones.

Así que, en uno de los momentos más delicados de la historia reciente de España, con una situación que ninguno de nosotros podría haber imaginado y con una necesidad imperiosa de que todas las fuerzas políticas colaboren en la curación de nuestros infectados, la derecha en España se ha convertido en un enemigo, ni aliado  ni siquiera rival político, un enemigo cuyo interés no coincide con el de el resto, su interés es derrocar a un gobierno y no colaborar a que esto pase lo más rápidamente posible.

Se vuelve Marisol a su casa, después de los aplausos, porque, según me dijo, tenía pendiente unos “dos y pingada” pendientes, no sin antes recordarme –“Al enemigo, ni agua”-.

Kebedo.  

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