DENUNCIAS
Calle Ferrocarril, décadas de abandono
Pendiente de urbanizar, mostrando el aspecto de un auténtico despeñadero
Una, dos y tres. Tres décadas hace que entró en funcionamiento, el nuevo puente del tren sobre la calle Ferrocarril. La mejora fue sustancial: doble vía para vehículos y anchas aceras, bien protegidas, para peatones, que facilitó, desde aquel momento, la circulación entre la rotonda de la cuesta del Bolón, en La Vaguada, con Cardenal Cisneros.
Perdido quedaba a unos metros, el viejo puente de dos carriles separados por un muro y una sola acera que, además, presentaba en este punto, precisamente, una pronunciada curva. El nuevo viaducto en servicio no excluyó de seguir usando el antiguo, aunque, por su limitaciones, el tránsito es actualmente mínimo, sirviendo, principalmente, para el estacionamiento en la calzada, llegando en algún momento a estar completamente ocupado uno de los dos carriles por vehículos. Poco ha cambiado la zona, sigue prácticamente igual que se encontraba hace treinta años. Sin actuación alguna que haya conseguido la más mínima mejora. Es una imagen real, a día de hoy, del pasado. Luciendo una zona asfaltada, la de la propia carretera, y otra pavimentada en cemento, próxima a las viviendas y garajes. Entre ambas franjas, una isla sin pavimento alguno de tierra, como toda la vida, donde han crecido desmesuradamente hierbas de gran altura, consecuencia de la falta de atención. Nada impide el paso entre la maleza, hay hasta senderos, resultado del continuo caminar de los viandantes, que utilizan el paso, no exento de peligros, para acortar el camino a su destino.
No solo se trata de mantener, despreocupadamente, con todas las consecuencias, una parte de la ciudad con todo su impacto visual negativo. Incluso pudiera decirse que se contempla una estampa más propia de un campo baldío que de una zona urbana. La solución, en este caso, no requiere únicamente de la intervención de los jardineros, para adecentar la zona, limpiarla de basuras y sanearla para evitar plagas, que sí que debe de realizarse sin excesiva demora. Precisa de una actuación más intensa y ambiciosa.
La zona tiene falta de una urbanización completa, entre la vía del tren y las viviendas próximas, dado que actualmente es un auténtico despeñadero. Las dimensiones de la parcela bien permiten plantearse un acondicionamiento adecuado, con posibilidad de utilizar ese terreno para plazas de aparcamiento, zona verde o, incluso, un parque, para disfrute de los vecinos. En cualquier caso, está, en la actualidad, totalmente desaprovechado y bien que podría permitírsele darle un servicio conveniente.
Una, dos y tres. Tres décadas hace que entró en funcionamiento, el nuevo puente del tren sobre la calle Ferrocarril. La mejora fue sustancial: doble vía para vehículos y anchas aceras, bien protegidas, para peatones, que facilitó, desde aquel momento, la circulación entre la rotonda de la cuesta del Bolón, en La Vaguada, con Cardenal Cisneros.
Perdido quedaba a unos metros, el viejo puente de dos carriles separados por un muro y una sola acera que, además, presentaba en este punto, precisamente, una pronunciada curva. El nuevo viaducto en servicio no excluyó de seguir usando el antiguo, aunque, por su limitaciones, el tránsito es actualmente mínimo, sirviendo, principalmente, para el estacionamiento en la calzada, llegando en algún momento a estar completamente ocupado uno de los dos carriles por vehículos. Poco ha cambiado la zona, sigue prácticamente igual que se encontraba hace treinta años. Sin actuación alguna que haya conseguido la más mínima mejora. Es una imagen real, a día de hoy, del pasado. Luciendo una zona asfaltada, la de la propia carretera, y otra pavimentada en cemento, próxima a las viviendas y garajes. Entre ambas franjas, una isla sin pavimento alguno de tierra, como toda la vida, donde han crecido desmesuradamente hierbas de gran altura, consecuencia de la falta de atención. Nada impide el paso entre la maleza, hay hasta senderos, resultado del continuo caminar de los viandantes, que utilizan el paso, no exento de peligros, para acortar el camino a su destino.
No solo se trata de mantener, despreocupadamente, con todas las consecuencias, una parte de la ciudad con todo su impacto visual negativo. Incluso pudiera decirse que se contempla una estampa más propia de un campo baldío que de una zona urbana. La solución, en este caso, no requiere únicamente de la intervención de los jardineros, para adecentar la zona, limpiarla de basuras y sanearla para evitar plagas, que sí que debe de realizarse sin excesiva demora. Precisa de una actuación más intensa y ambiciosa.
La zona tiene falta de una urbanización completa, entre la vía del tren y las viviendas próximas, dado que actualmente es un auténtico despeñadero. Las dimensiones de la parcela bien permiten plantearse un acondicionamiento adecuado, con posibilidad de utilizar ese terreno para plazas de aparcamiento, zona verde o, incluso, un parque, para disfrute de los vecinos. En cualquier caso, está, en la actualidad, totalmente desaprovechado y bien que podría permitírsele darle un servicio conveniente.
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