PASIÓN POR ZAMORA
Valorio: actuar tras la pandemia vírica
Nunca, en mi vida, contemplé el bosque de Valorio perfumado, decorado, maquillado con tanta naturaleza como en esta primavera confinada de 2020. Nuestro bosque se ha convertido en un museo en libertad de ornitología, de botánica…de fauna y de flora. No hay ni gente. Árboles, flores, pájaros y otros animales rezuman alegría, si existe ese sentimiento en la naturaleza. Quizá se hayan dado cuenta que no nos necesitan. Pero ignoran que nosotros tampoco sabemos la importancia de su vida para el género humano. Y Valorio es memoria viva de varias generaciones de zamoranos. Este bosque siempre estuvo ahí, esperándonos. Nos dio sombra en verano, mientras almorzábamos bajo las sombras de sus centenarios pinos; nos permitió patearlo, andarlo, correrlo. Cobijo nuestros besos y alguna escena de amor tórrido. Valorio aún es. Existe.
Pero temo por su futuro, si, cuando sea menester y el Gobierno nos lo permita, no se corta tanta maleza, de más de metro y medio de altura; árboles secos, con ramas sobre la tierra; árboles desnudos, sin nidos, sin hojas, sin nada, aguardando a que un rayo o un pirómano se lo devore con sus mandíbulas de fuego.
Nuestro Ayuntamiento, que tanto ama al bosque tal cual, sin más proyectos urbanitas, ni otros ajardinamientos que el del parque de la Frontera o el adecentamiento, que así lo exige, del jardín de la Casa del Guarda, además de intentar curar la pandemia económica que afectará al sector comercial y hostelero de nuestra ciudad, también debería ir preparando un plan de acción con sus funcionarios de parques y jardines, amén de las empresas privadas que también comparten este ministerio, que afronte el cuidado y el adecentamiento del bosque para prevenir fuegos e incendios, fortuitos o provocados. Sugeriría que miembros de la Policía Municipal realizarán, cuando sea menester, labores de vigilancia de todo el bosque, que también es ciudad, vegetal, pero Zamora. Por supuesto, extendería esa acción de vigilancia y cuidado a las riberas del río Duero, que “padecen” también esta pandemia vírica, y el erotismo primaveral de la naturaleza que rodea nuestra ciudad.
Eugenio-Jesús de Ávila
Nunca, en mi vida, contemplé el bosque de Valorio perfumado, decorado, maquillado con tanta naturaleza como en esta primavera confinada de 2020. Nuestro bosque se ha convertido en un museo en libertad de ornitología, de botánica…de fauna y de flora. No hay ni gente. Árboles, flores, pájaros y otros animales rezuman alegría, si existe ese sentimiento en la naturaleza. Quizá se hayan dado cuenta que no nos necesitan. Pero ignoran que nosotros tampoco sabemos la importancia de su vida para el género humano. Y Valorio es memoria viva de varias generaciones de zamoranos. Este bosque siempre estuvo ahí, esperándonos. Nos dio sombra en verano, mientras almorzábamos bajo las sombras de sus centenarios pinos; nos permitió patearlo, andarlo, correrlo. Cobijo nuestros besos y alguna escena de amor tórrido. Valorio aún es. Existe.
Pero temo por su futuro, si, cuando sea menester y el Gobierno nos lo permita, no se corta tanta maleza, de más de metro y medio de altura; árboles secos, con ramas sobre la tierra; árboles desnudos, sin nidos, sin hojas, sin nada, aguardando a que un rayo o un pirómano se lo devore con sus mandíbulas de fuego.
Nuestro Ayuntamiento, que tanto ama al bosque tal cual, sin más proyectos urbanitas, ni otros ajardinamientos que el del parque de la Frontera o el adecentamiento, que así lo exige, del jardín de la Casa del Guarda, además de intentar curar la pandemia económica que afectará al sector comercial y hostelero de nuestra ciudad, también debería ir preparando un plan de acción con sus funcionarios de parques y jardines, amén de las empresas privadas que también comparten este ministerio, que afronte el cuidado y el adecentamiento del bosque para prevenir fuegos e incendios, fortuitos o provocados. Sugeriría que miembros de la Policía Municipal realizarán, cuando sea menester, labores de vigilancia de todo el bosque, que también es ciudad, vegetal, pero Zamora. Por supuesto, extendería esa acción de vigilancia y cuidado a las riberas del río Duero, que “padecen” también esta pandemia vírica, y el erotismo primaveral de la naturaleza que rodea nuestra ciudad.
Eugenio-Jesús de Ávila





















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122