Martes, 23 de Septiembre de 2025

Eugenio de Ávila
Jueves, 21 de Mayo de 2020
COSAS MÍAS

¿Te conoces a ti mismo?

[Img #39462]¿Te has preguntado, alguna vez, después de elegir un momento para estar a solas, si te conoces, si sabes quién eres, cuáles son tus virtudes y tus vicios,  si has sido feliz, si hiciste infeliz a alguien, si te consideras buena persona, etc?

Durante los años de juventud, apenas te preguntas nada, porque tampoco obtendrías respuesta, ni te importa saber quién eres porque lo ignoras todo, aunque pienses como erudito en la vida. Pero, cuando Cronos te va robando su tiempo y el cuerpo inicia su cuesta abajo en la rodada, y comienzas una seria de conversaciones contigo mismo, te descubres. Yo intento conocerme antes de que mi carne se convierta en vianda de gusanos, y confesarme conmigo mismo, y castigarme por no haber disfrutado más de la vida, por haber perjudicado a otras personas, buenas, que me amaron sin pedir nada cambio, solo unas caricias y unos gramos etéreos de ternura.

Yo soy erudito en mis defectos, un doctor en mis carencias. El prójimo conoce mis virtudes, si las hubiere, pero es cada cual quién más cerca se encuentra de la verdad de su yo, siempre que no tema profundizar en el desván de su cerebro, de su alma, de sus sentimientos. Porque hay que tener mucho valor para conocerse a sí mismo. Sostengo que hay personas que, por su físico, grotesco; por su falta de talento, por su escasa capacidad intelectual, frustraciones, proyectan su animadversión contra el prójimo, sin darse cuenta que el enemigo vive dentro de sí mismos.

No sé si me dará tiempo a conocerme a mí mismo en los años que resten por vivir en este valle de la hipocresía. Lo dudo. Porque yo soy varios. No se confunda el lector, no se trata de cierta esquizofrenia que haya anidado en mi mente. Yo fui otro. Y quizá, dentro de unos años, mi yo, el que ahora vive dentro de mí, resulte un extraño para ese Eugenio-Jesús de Ávila  que soy ahora, en este 21 de mayo de 2019. Confieso no reconocerme, verbigracia, en el joven de 18 años que se vino en el ecuador de un mes de agosto desde París a la ciudad del alma a dedo. Ni tampoco me explicó quién vivía en mi interior cuando contraje matrimonio con tan solo 22 años, tiempo en el que no sabes ni lo que quieres, ni lo qué es el amor, si sexo o seso;  porque en ese tiempo el macho del ser humano solo es una fábrica de espermatozoides, que se vende a la mujer más bella, más abierta, más avanzada.

Yo no soy aquel, contrariando a Raphael. Ni tampoco el que tenía 40 años y todavía presumía de físico, de erudito en ciertos temas, de seductor de hermosas damas. Cronos nos va puliendo con la gubia del tiempo. Y hasta aquí he llegado, con menos fuerza, menos atractivo, más enamorado, pero también me voy conociendo mejor. Antes de llegar a la meta en la que no te colocan la corona de laurel, sino la mortaja, espero saber quién fui, que soy y…perdonarme a mí mismo o que me castigue alguien con la pena del olvido.

Eugenio-Jesús de Ávila

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.35

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.