POR DERECHO
De jaulas y jaurías
El miércoles, el Presidente del Gobierno Sr. Sánchez consiguió por los pelos una nueva prórroga al estado de alarma, tomando como moneda de cambio la reforma del mercado laboral y cogiendo de la mano a Ciudadanos y a sus socios vascos. Por el camino se quedaron los socios catalanes, aquellos que le apoyaron para configurar su gobierno actual. Con esta situación sobre nuestros hombros, toca poner el foco en el manifiesto suscrito por ciento veinte siete juristas, entre ellos, catedráticos y abogados, en el que denuncian con amplitud intelectual y gran talla jurídica, el recorte de libertades y derechos sufrido durante este periodo. Así mismo, aprecian «una deriva poco respetuosa con los principios democráticos» en la gestión de la crisis socio-sanitaria y afirman tener «la certeza de que es justo en momentos graves, como el actual, cuando la solidez de los valores de un sistema jurídico-político se ponen a prueba». Lo significativo de este manifiesto, es que bastantes de los juristas que lo han suscrito, pertenecen a asociaciones progresistas.
De todo ello se deduce, que los apoyos al gobierno de Sánchez se le van diluyendo, como agua entre sus dedos, no solo por la falta de apoyo de sus hasta ayer socios proindependentistas, sino también por los juristas que reivindican la observancia y el respeto de los derechos fundamentales en todo tiempo y lugar. Pudiera ser que los señores juristas, estuvieran inmersos en disquisiciones doctrinales, más técnicas que prácticas, pero todo apunta a que no es así. Estos catedráticos de Derecho Constitucional tienen los pies en el suelo y están anticipándonos la repercusión social de lo que vendrá después: el malestar y el temor social, ante injustificados recortes en el ejercicio de estos derechos. Lo que inicialmente parecía un problema sanitario, comienza a trascender a un escenario de orden público, que forzará a Pablo Iglesias a guardar su espada, la del jarabe democrático, por eso de que quién a hierro mata, a hierro muere.
Hasta este momento, dos frentes convergentes al que se han incorporado un tercero que si representa un punto y aparte. Ayer, comenzaron a atisbarse escraches, motivados por la profunda desafección de la ciudanía a algunos representantes políticos y también enconamientos entre personas con distintas sensibilidades. Lo que comenzó como reuniones callejeras informales de ciudadanos que se siente enjaulados, parece dar paso a algaradas y alguna que otra jauría. Sin entrar en valoraciones, lo que resulta objetivo, es que estamos acudiendo impertérritos a un país que roza un paro galopante y unas colas del hambre, como la del barrio de Aluche en Madrid. Para poder distribuir más y mejor, entre los que menos tienen, primero hay que generar riqueza. Algo que hasta hace escasos días pudiera resultar anacrónico, comienza a avivarse: la reproducción trasnochada de las dos Españas.
Resulta legítimo, respetando escrupulosamente las exigencias sanitarias, que cada quién decida o no manifestarse. Esto dependerá de la autonomía de la voluntad y de la madurez democrática de cada uno. Ahora bien, ante esta dicotomía, la tonalidad cambia sustancialmente cuando lo que demanda la sociedad es libertad.
Tras la defensa de la vida, toca la salvaguardia de la libertad, rehuyendo de los –itsmos que enclaustran a España en zulos sin ventilación ni ventanas. Toca afrontar los conflictos civilizadamente. Toca buscar afinidades y sintonías. España no es lastimera, ni heroica, ni retórica, ni histriónica. Toca ampliar horizontes intelectuales. Toca invitar a la conciliación.
Yo, como el gran Aute, entre la fe y la felonía/La herencia y la herejía/ La jaula y la jauría/Entre morir o matar/Prefiero amor / Amar....
Lorena Hernández del Río
El miércoles, el Presidente del Gobierno Sr. Sánchez consiguió por los pelos una nueva prórroga al estado de alarma, tomando como moneda de cambio la reforma del mercado laboral y cogiendo de la mano a Ciudadanos y a sus socios vascos. Por el camino se quedaron los socios catalanes, aquellos que le apoyaron para configurar su gobierno actual. Con esta situación sobre nuestros hombros, toca poner el foco en el manifiesto suscrito por ciento veinte siete juristas, entre ellos, catedráticos y abogados, en el que denuncian con amplitud intelectual y gran talla jurídica, el recorte de libertades y derechos sufrido durante este periodo. Así mismo, aprecian «una deriva poco respetuosa con los principios democráticos» en la gestión de la crisis socio-sanitaria y afirman tener «la certeza de que es justo en momentos graves, como el actual, cuando la solidez de los valores de un sistema jurídico-político se ponen a prueba». Lo significativo de este manifiesto, es que bastantes de los juristas que lo han suscrito, pertenecen a asociaciones progresistas.
De todo ello se deduce, que los apoyos al gobierno de Sánchez se le van diluyendo, como agua entre sus dedos, no solo por la falta de apoyo de sus hasta ayer socios proindependentistas, sino también por los juristas que reivindican la observancia y el respeto de los derechos fundamentales en todo tiempo y lugar. Pudiera ser que los señores juristas, estuvieran inmersos en disquisiciones doctrinales, más técnicas que prácticas, pero todo apunta a que no es así. Estos catedráticos de Derecho Constitucional tienen los pies en el suelo y están anticipándonos la repercusión social de lo que vendrá después: el malestar y el temor social, ante injustificados recortes en el ejercicio de estos derechos. Lo que inicialmente parecía un problema sanitario, comienza a trascender a un escenario de orden público, que forzará a Pablo Iglesias a guardar su espada, la del jarabe democrático, por eso de que quién a hierro mata, a hierro muere.
Hasta este momento, dos frentes convergentes al que se han incorporado un tercero que si representa un punto y aparte. Ayer, comenzaron a atisbarse escraches, motivados por la profunda desafección de la ciudanía a algunos representantes políticos y también enconamientos entre personas con distintas sensibilidades. Lo que comenzó como reuniones callejeras informales de ciudadanos que se siente enjaulados, parece dar paso a algaradas y alguna que otra jauría. Sin entrar en valoraciones, lo que resulta objetivo, es que estamos acudiendo impertérritos a un país que roza un paro galopante y unas colas del hambre, como la del barrio de Aluche en Madrid. Para poder distribuir más y mejor, entre los que menos tienen, primero hay que generar riqueza. Algo que hasta hace escasos días pudiera resultar anacrónico, comienza a avivarse: la reproducción trasnochada de las dos Españas.
Resulta legítimo, respetando escrupulosamente las exigencias sanitarias, que cada quién decida o no manifestarse. Esto dependerá de la autonomía de la voluntad y de la madurez democrática de cada uno. Ahora bien, ante esta dicotomía, la tonalidad cambia sustancialmente cuando lo que demanda la sociedad es libertad.
Tras la defensa de la vida, toca la salvaguardia de la libertad, rehuyendo de los –itsmos que enclaustran a España en zulos sin ventilación ni ventanas. Toca afrontar los conflictos civilizadamente. Toca buscar afinidades y sintonías. España no es lastimera, ni heroica, ni retórica, ni histriónica. Toca ampliar horizontes intelectuales. Toca invitar a la conciliación.
Yo, como el gran Aute, entre la fe y la felonía/La herencia y la herejía/ La jaula y la jauría/Entre morir o matar/Prefiero amor / Amar....
Lorena Hernández del Río
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