DAMAS
El broche de Nadia Calviño
El último viaje que hice antes de ser víctima de la nueva normalidad, me permitió recorrer algunos pueblos vascos, entre ellos Azpeitia, cuna de San Ignacio de Loyola y Guetaria, patria chica de Cristóbal Balenciaga, un referente internacional de los modistas de alta costura española, coetáneo de Coco Chanel y Christian Dior.
Siempre me he fijado en la forma de vestir de las personas. Me divierte intuir cuáles son sus prioridades vitales e, incluso, su tendencia ideológica. Creo que el discurso ideológico está en consonancia con la manera de vestir.
No olvidemos la caña que se le ha dado a Pablo Iglesias con su traje etiquetado por Zara, cuando él mismo se ha autoproclamado contrario a la labor social y donaciones realizada por el titular del imperio textil: D. Amancio Ortega.
Sin ánimo de ser desconsiderada, he de decir que no me gustan ni las formas, ni la forma de vestir de la mayoría de las ministras. No me parece ropa adecuada para representar a un Gobierno de la nación. Esas asimetrías imposibles y el uso de estampados y de colores chisposos incluido el rojo en pleno confinamiento, me hacían daño a la vista e incluso al corazón. Sin embargo, pude ver la nota discordante, abanderada por la Vicepresidenta Calviño. Ella, inteligente, políglota, licenciada en derecho y en económicas y madre de cuatro hijos, no tiene nada que demostrar. Viste colores suaves y empolvados. Viste colores pasteles. Hay algo en ella que llama poderosamente mi atención: su broche. ¡Sus broches! Siempre porta chaquetas entalladas con un broche en el lado izquierdo de la solapa, impecablemente colocado, propio de una mujer modélica y perfeccionista. Estos broches, generalmente representanta motivos florales o animales de distinta naturaleza: libélulas, búho, felinos, tortugas, etc.
He llegado a pensar, que tras la elección del broche, hay todo un lenguaje simbólico, al igual que hacían las reinas con sus joyas. En el fondo de la elección, hay una información profunda para aquellos que osen descifrarla. No es necesario buscar más: ella es el mirlo blanco de este Gobierno. Cuando lleva broches florales, porta un carácter extrovertido, afable y sonriente y, cuando tiene que acercarse a Pablo Iglesias y a la ideología que este representa, suele portar un broche, en forma del alfiler de grandes dimensiones. Ella puede representar el derrumbe del encantamiento progre de los señores de Unidas Podemos y de las soflamas comunistas. Ella personifica el azote al pablismo, no solo por el hecho puntual de obligar a la rectificación mediante nota informativa redactada tres horas después del acuerdo de reforma integral del mercado laboral.
Es una ministra que huye de ruidos, vengan las caceroladas de donde vengan. Es una gran tecnócrata que aprovecha y necesita los silencios. Demanda mutismo para ejercer su cartera a diferencia de la Sra. Irene Montero que parece reñir a sus compañeras de la Cámara como hemos podido contemplar en la última semana. Nadia está centrada y concentrada, como la colocación de sus broches. Su reto, radica en sostener la economía española y revertir el declive que se ha iniciado con la bajada del PIB, el aumento de la tasa de desempleo y el cierre de numerosísimas empresas.
Yo, cuando la veo con broches de flores, recobro la esperanza. Parece que nos envía un giño de sutil inteligencia. Ni cabreos, ni voces altisonantes como las que proceden de la ministra trianera Mª Jesús Montero, ni señales de debilidad, ni zarandajas. Ella si es una líder que enseña con la pedagogía de su gesto. Gestos es lo que necesita España. No es a hachazos, ni en tiempo de mudanzas, cuando puede pergeñarse una reforma del mercado laboral parafraseando al vasco Ignacio de Loyola. Ahora no toca.
Hace un sol espléndido que refleja luz en las piedras del broche de Nadia Calviño. Espero que su homóloga Irene Montero contribuya a retirar el techo de cristal que impida a la ministra de economía escalar más alto y regresar de Europa con una distribución más equitativa de fondos comunitarios para España. Esa sí que sería una medida de acción positiva para la nueva dama de hierro española. ¿O no se fijaron que Margaret Thatcher, la que fuera primera ministra de Reino Unido entre 1979 a 1990 también llevaba broches? Tengo esperanza.
¡Entre ladies anda el juego!
Lorena Hernández del Río
Frase de Margaret Thatcher
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El último viaje que hice antes de ser víctima de la nueva normalidad, me permitió recorrer algunos pueblos vascos, entre ellos Azpeitia, cuna de San Ignacio de Loyola y Guetaria, patria chica de Cristóbal Balenciaga, un referente internacional de los modistas de alta costura española, coetáneo de Coco Chanel y Christian Dior.
Siempre me he fijado en la forma de vestir de las personas. Me divierte intuir cuáles son sus prioridades vitales e, incluso, su tendencia ideológica. Creo que el discurso ideológico está en consonancia con la manera de vestir.
No olvidemos la caña que se le ha dado a Pablo Iglesias con su traje etiquetado por Zara, cuando él mismo se ha autoproclamado contrario a la labor social y donaciones realizada por el titular del imperio textil: D. Amancio Ortega.
Sin ánimo de ser desconsiderada, he de decir que no me gustan ni las formas, ni la forma de vestir de la mayoría de las ministras. No me parece ropa adecuada para representar a un Gobierno de la nación. Esas asimetrías imposibles y el uso de estampados y de colores chisposos incluido el rojo en pleno confinamiento, me hacían daño a la vista e incluso al corazón. Sin embargo, pude ver la nota discordante, abanderada por la Vicepresidenta Calviño. Ella, inteligente, políglota, licenciada en derecho y en económicas y madre de cuatro hijos, no tiene nada que demostrar. Viste colores suaves y empolvados. Viste colores pasteles. Hay algo en ella que llama poderosamente mi atención: su broche. ¡Sus broches! Siempre porta chaquetas entalladas con un broche en el lado izquierdo de la solapa, impecablemente colocado, propio de una mujer modélica y perfeccionista. Estos broches, generalmente representanta motivos florales o animales de distinta naturaleza: libélulas, búho, felinos, tortugas, etc.
He llegado a pensar, que tras la elección del broche, hay todo un lenguaje simbólico, al igual que hacían las reinas con sus joyas. En el fondo de la elección, hay una información profunda para aquellos que osen descifrarla. No es necesario buscar más: ella es el mirlo blanco de este Gobierno. Cuando lleva broches florales, porta un carácter extrovertido, afable y sonriente y, cuando tiene que acercarse a Pablo Iglesias y a la ideología que este representa, suele portar un broche, en forma del alfiler de grandes dimensiones. Ella puede representar el derrumbe del encantamiento progre de los señores de Unidas Podemos y de las soflamas comunistas. Ella personifica el azote al pablismo, no solo por el hecho puntual de obligar a la rectificación mediante nota informativa redactada tres horas después del acuerdo de reforma integral del mercado laboral.
Es una ministra que huye de ruidos, vengan las caceroladas de donde vengan. Es una gran tecnócrata que aprovecha y necesita los silencios. Demanda mutismo para ejercer su cartera a diferencia de la Sra. Irene Montero que parece reñir a sus compañeras de la Cámara como hemos podido contemplar en la última semana. Nadia está centrada y concentrada, como la colocación de sus broches. Su reto, radica en sostener la economía española y revertir el declive que se ha iniciado con la bajada del PIB, el aumento de la tasa de desempleo y el cierre de numerosísimas empresas.
Yo, cuando la veo con broches de flores, recobro la esperanza. Parece que nos envía un giño de sutil inteligencia. Ni cabreos, ni voces altisonantes como las que proceden de la ministra trianera Mª Jesús Montero, ni señales de debilidad, ni zarandajas. Ella si es una líder que enseña con la pedagogía de su gesto. Gestos es lo que necesita España. No es a hachazos, ni en tiempo de mudanzas, cuando puede pergeñarse una reforma del mercado laboral parafraseando al vasco Ignacio de Loyola. Ahora no toca.
Hace un sol espléndido que refleja luz en las piedras del broche de Nadia Calviño. Espero que su homóloga Irene Montero contribuya a retirar el techo de cristal que impida a la ministra de economía escalar más alto y regresar de Europa con una distribución más equitativa de fondos comunitarios para España. Esa sí que sería una medida de acción positiva para la nueva dama de hierro española. ¿O no se fijaron que Margaret Thatcher, la que fuera primera ministra de Reino Unido entre 1979 a 1990 también llevaba broches? Tengo esperanza.
¡Entre ladies anda el juego!
Lorena Hernández del Río
Frase de Margaret Thatcher
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