DENUNCIAS
La fuente de Los Compadres y el abandono
Otra de las zonas de esparcimiento, desaprovechadas
Con la oportunidad de poder tomar algo, aunque sea en una terraza, hemos dejado atrás, una etapa donde solo caminar o hacer deporte teníamos permitido. Sin establecimientos que visitar, ni nadie con quien coincidir, cambiamos las zonas de paseo habituales por otras normalmente poco frecuentadas. Allá, en la otra orilla, hay quien redescubría espacios de siempre, algo cambiados. Pero también muy abandonados, y que bien poco invitan a ir a pasar allí la tarde.
Mediante una recuperación, muy ambiciosa, que se llevó un importante presupuesto, de la que se cumplen ya seis años, .se pretendió que La fuente de Los Compadres dejara de ser solo eso, un caño donde fluía agua de forma natural para ser un espacio de esparcimiento en la tan necesitada margen izquierda del rio. La realidad es otra. Hubo inversión pero no conservación. El resultado salta a la vista. Hierbas por todos lados, que se comen literalmente bancos y papeleras y, de no ponerse freno, lo harán hasta con los caminos, que en algún tramo se encuentran reducidos por la invasión vegetal. RieSgo de incendio en época estival aparte.
La pasarela de acceso echa en falta un tratamiento protector, pues la madera sin este cuidado, ya da muestras de envejecimiento con grandes grietas y curvaturas, que de no atajarse acortaran su vida útil, adelantando su final muchos años. Otros accesos como el de la bajada en la propia fuente resultan impracticables.
Si bien la fuente pretendía ser el punto central del paraje, con un diseño particular, a modo de mirador al Duero, bordeado de setos autóctonos de altura media alimentados con el fluido sobrante de la fuente, sobre muro de madera, de aquello poco queda. Malvas, amapolas, espigas, cardos y otros matorrales han devorado los plantones, creando una cortina de maleza, que, incluso en ese punto, impide contemplar el rio, justo lo contrario a lo deseado. Imposible que sea un observatorio del paisaje y del agua.
De no intervenir realizando un mantenimiento adecuado, no tardando, ya está en proceso, la fuente volverá ser un chorro de agua oculto tras un enorme zarzal tal y como estuvo anteriormente a la intervención realizada. En cualquier caso, pasar de un lado a otro se puede, de momento. Pasar sí, pero no quedarse.
Manuel Herrero Alonso
Con la oportunidad de poder tomar algo, aunque sea en una terraza, hemos dejado atrás, una etapa donde solo caminar o hacer deporte teníamos permitido. Sin establecimientos que visitar, ni nadie con quien coincidir, cambiamos las zonas de paseo habituales por otras normalmente poco frecuentadas. Allá, en la otra orilla, hay quien redescubría espacios de siempre, algo cambiados. Pero también muy abandonados, y que bien poco invitan a ir a pasar allí la tarde.
Mediante una recuperación, muy ambiciosa, que se llevó un importante presupuesto, de la que se cumplen ya seis años, .se pretendió que La fuente de Los Compadres dejara de ser solo eso, un caño donde fluía agua de forma natural para ser un espacio de esparcimiento en la tan necesitada margen izquierda del rio. La realidad es otra. Hubo inversión pero no conservación. El resultado salta a la vista. Hierbas por todos lados, que se comen literalmente bancos y papeleras y, de no ponerse freno, lo harán hasta con los caminos, que en algún tramo se encuentran reducidos por la invasión vegetal. RieSgo de incendio en época estival aparte.
La pasarela de acceso echa en falta un tratamiento protector, pues la madera sin este cuidado, ya da muestras de envejecimiento con grandes grietas y curvaturas, que de no atajarse acortaran su vida útil, adelantando su final muchos años. Otros accesos como el de la bajada en la propia fuente resultan impracticables.
Si bien la fuente pretendía ser el punto central del paraje, con un diseño particular, a modo de mirador al Duero, bordeado de setos autóctonos de altura media alimentados con el fluido sobrante de la fuente, sobre muro de madera, de aquello poco queda. Malvas, amapolas, espigas, cardos y otros matorrales han devorado los plantones, creando una cortina de maleza, que, incluso en ese punto, impide contemplar el rio, justo lo contrario a lo deseado. Imposible que sea un observatorio del paisaje y del agua.
De no intervenir realizando un mantenimiento adecuado, no tardando, ya está en proceso, la fuente volverá ser un chorro de agua oculto tras un enorme zarzal tal y como estuvo anteriormente a la intervención realizada. En cualquier caso, pasar de un lado a otro se puede, de momento. Pasar sí, pero no quedarse.
Manuel Herrero Alonso
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