REPÚBLICO
La patria no es un mito
“Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la Patria no es un mito". El aserto lo pronuncio Manuel Azaña. Pedro Sánchez despreció, en sede parlamentaria, a la patria, al afirmar, sin vergüenza, que “Marlasca está destapando a la policía patriótica, por eso le atacan”. Traduzco lo que vino a decir el presidente del Gobierno, el doctor en las mentiras, que su ministro de Interior, está purgando de “fachas” a la Guardia Civil y Policía Nacional. Y, cuando obtenga el poder absoluto, purgará también al Ejército, con permiso de la ministra de Defensa, una magistrada y política decente; Marlasca ya ha iniciado esa caza de brujas en la Justicia. Paso a paso hasta llegar al totalitarismo. Al menos, el 50% de los españoles somos fachas o millonarios, según este rojerío burgués del ejecutivo socialcomunista. Somos los malos.
A Sánchez le importa un higo la patria. A Iglesias la palabra España le duele en el alma. A ambos esta democracia les sirve para enfatizar su poder. Estos políticos son republicanos, como son hombres. Diferenciemos: Manuel Azaña fue republicano, pero jamás marxista, revolucionario, ni comunista, ni socialista ni anarquista. El último presidente de la II República se equivocó. No captó que España se precipitaba a tres revoluciones totalitarias: la liderada por Largo Caballero y el sector más bolchevizado del PSOE; la del PCE, dirigido por Stalin, y el de la CNT, anarquista, sindicato con un millón de militantes. Estas formaciones nunca combatieron por la libertad -para qué, en expresión de Lenin-, sino por una república comunista, soviética, si bien la CNT no comulgaba con las ruedas de molino marxistas. Entre ellos se mataron. Ahí está la historia documentada. Pero todos, exceptuando algunos dirigentes socialistas, fueron trabajadores, gente con callo en las manos y quizá en el alma.
La española de 1936 fue la única revolución realmente obrera de nuestra historia. La rusa, jamás, solo burguesa y aristocrática. Azaña, ante la deriva caótica del régimen de 14 de abril de 1931, en plena contienda civil, pidió “paz, piedad, perdón”. Ya era tarde. 18 de julio de 1938. Discurso en el Ayuntamiento de Barcelona, la ciudad que vivió de forma más cruenta el Terror Rojo. La guerra estaba perdida cuando el último presidente de la II República ofrecía ese discurso.
Ahora este Gobierno de burguesitos acomodados, de clase media picando hacia arriba, aspira a realizar su revolución izquierdista, como si España desease políticas económicas comunistas, todas un absoluto fracaso, como evidencia la historia; como si los españoles anhelasen un Estado sin partidos, sin sindicatos, sin elecciones, sin prensa libre. Este dúo de narcisistas, de ególatras, estos apóstoles, Pedro y Pablo, anacrónicos, nos vienen a predicar el amor a los humildes, a los sencillos, a los parias de la tierra, mientras disfrutan de los privilegios de la burguesía explotadora. Solo quieren al pueblo para utilizarlo, manosearlo, manipularlo, engañarlo. No hay ideología más anacrónica que la del comunismo, tanto que el propio Marx no sería marxista si viviera en nuestro tiempo. Todo ser humano que ame la libertad debería combatir todo síntoma de comunismo y nacionalsocialismo.
Conozcamos la historia para no repetirla. Hay un analfabetismo absoluto en estos rojos burgueses y entre sus votantes e hinchas, gente con fe.“La política republicana de izquierdas es una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. Cierro, como abrí este artículo, con otra frase de Azaña, la esencia del republicanismo español. Considero que nada diferencia a estos denominados políticos republicanos de esta monarquía constitucional, de los que criticaba el presidente Azaña en plena Guerra Civil. La patria no es un mito. Para Sánchez e Iglesias, una quimera, un concepto que discutido y discutible. Estamos ante la peor izquierda de Europa, a la que combate una derecha vergonzante.
¡Qué esperanzas puede tener un ciudadano sin gran carga ideológica, si hasta la Falange Auténtica apoya a Unidas Podemos! Diferencia a la formación de Primo de Rivera y la de Iglesias el carácter de socialismo patriótico de aquella del internacionalismo de la segunda.
No va más. Una de las dos Españas nos helará el corazón. Siempre nos quedará Portugal y Pessoa. ¡Qué les den!
Eugenio-Jesús de Ávila
“Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la Patria no es un mito". El aserto lo pronuncio Manuel Azaña. Pedro Sánchez despreció, en sede parlamentaria, a la patria, al afirmar, sin vergüenza, que “Marlasca está destapando a la policía patriótica, por eso le atacan”. Traduzco lo que vino a decir el presidente del Gobierno, el doctor en las mentiras, que su ministro de Interior, está purgando de “fachas” a la Guardia Civil y Policía Nacional. Y, cuando obtenga el poder absoluto, purgará también al Ejército, con permiso de la ministra de Defensa, una magistrada y política decente; Marlasca ya ha iniciado esa caza de brujas en la Justicia. Paso a paso hasta llegar al totalitarismo. Al menos, el 50% de los españoles somos fachas o millonarios, según este rojerío burgués del ejecutivo socialcomunista. Somos los malos.
A Sánchez le importa un higo la patria. A Iglesias la palabra España le duele en el alma. A ambos esta democracia les sirve para enfatizar su poder. Estos políticos son republicanos, como son hombres. Diferenciemos: Manuel Azaña fue republicano, pero jamás marxista, revolucionario, ni comunista, ni socialista ni anarquista. El último presidente de la II República se equivocó. No captó que España se precipitaba a tres revoluciones totalitarias: la liderada por Largo Caballero y el sector más bolchevizado del PSOE; la del PCE, dirigido por Stalin, y el de la CNT, anarquista, sindicato con un millón de militantes. Estas formaciones nunca combatieron por la libertad -para qué, en expresión de Lenin-, sino por una república comunista, soviética, si bien la CNT no comulgaba con las ruedas de molino marxistas. Entre ellos se mataron. Ahí está la historia documentada. Pero todos, exceptuando algunos dirigentes socialistas, fueron trabajadores, gente con callo en las manos y quizá en el alma.
La española de 1936 fue la única revolución realmente obrera de nuestra historia. La rusa, jamás, solo burguesa y aristocrática. Azaña, ante la deriva caótica del régimen de 14 de abril de 1931, en plena contienda civil, pidió “paz, piedad, perdón”. Ya era tarde. 18 de julio de 1938. Discurso en el Ayuntamiento de Barcelona, la ciudad que vivió de forma más cruenta el Terror Rojo. La guerra estaba perdida cuando el último presidente de la II República ofrecía ese discurso.
Ahora este Gobierno de burguesitos acomodados, de clase media picando hacia arriba, aspira a realizar su revolución izquierdista, como si España desease políticas económicas comunistas, todas un absoluto fracaso, como evidencia la historia; como si los españoles anhelasen un Estado sin partidos, sin sindicatos, sin elecciones, sin prensa libre. Este dúo de narcisistas, de ególatras, estos apóstoles, Pedro y Pablo, anacrónicos, nos vienen a predicar el amor a los humildes, a los sencillos, a los parias de la tierra, mientras disfrutan de los privilegios de la burguesía explotadora. Solo quieren al pueblo para utilizarlo, manosearlo, manipularlo, engañarlo. No hay ideología más anacrónica que la del comunismo, tanto que el propio Marx no sería marxista si viviera en nuestro tiempo. Todo ser humano que ame la libertad debería combatir todo síntoma de comunismo y nacionalsocialismo.
Conozcamos la historia para no repetirla. Hay un analfabetismo absoluto en estos rojos burgueses y entre sus votantes e hinchas, gente con fe.“La política republicana de izquierdas es una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. Cierro, como abrí este artículo, con otra frase de Azaña, la esencia del republicanismo español. Considero que nada diferencia a estos denominados políticos republicanos de esta monarquía constitucional, de los que criticaba el presidente Azaña en plena Guerra Civil. La patria no es un mito. Para Sánchez e Iglesias, una quimera, un concepto que discutido y discutible. Estamos ante la peor izquierda de Europa, a la que combate una derecha vergonzante.
¡Qué esperanzas puede tener un ciudadano sin gran carga ideológica, si hasta la Falange Auténtica apoya a Unidas Podemos! Diferencia a la formación de Primo de Rivera y la de Iglesias el carácter de socialismo patriótico de aquella del internacionalismo de la segunda.
No va más. Una de las dos Españas nos helará el corazón. Siempre nos quedará Portugal y Pessoa. ¡Qué les den!
Eugenio-Jesús de Ávila
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