Cuando la bohemia es arte

 Después de intentar que todo el mundo que nos rodeaba te entendiera, que nos entendiera a ambas, pero sobre todo a ti. Después de intentar que aceptaran que tus diferencias eran riquezas de incalculable valor, me hallo aquí, frente a una foto que te he hecho, precisamente hoy, bajo una de tus múltiples apariencias. Y no doy crédito. No me puedo sentir más orgullosa en este momento, aunque a veces tu habitación se parezca más al camarote de los hermanos Marx que a un cuarto con un mínimo de orden, en eso, es en lo poco en lo que no nos parecemos, querida hija mía. Yo soy obsesiva con el orden, mal que me pese, que me pesa…Tú, en cambio, para tu sano regocijo eres caótica, aunque sabes en todo momento y en todo lugar donde se halla lo que buscas. Para eso también hay que tener talento, luz de mi vida. Aunque ese desorden en apariencia, no lo heredases de mi persona, te reconozco en cada pupila, en cada gesto, en tu mentón y tus pómulos “como inflados por un bombín de bicicleta” que decía mi padre, tu abuelo, al que ambas adorábamos y adoramos.

Después de intentar que fueras “normal” para que no sufrieras, para pasar inadvertida, reconozco mi error. ¿Cómo vas a ser normal si eres extraordinaria? Yo quería protegerte de un mundo de hienas que lanzan dardos contra dianas como tu rostro, como tu persona, de eso quería quitarte de en medio, pero reconozco que tienes más ovarios de los que imaginaba, quizá eso sí va con la genética y, aunque no comparta algunas de tus aficiones, sí te veo reflejada en mí en ese aspecto potente de tu personalidad. Eres fuerte, muy fuerte. Lo has pasado mal, hasta el agotamiento físico y psicológico. Y yo ahora me cago en todo el que te hizo daño, pero no hay suficiente estiércol en la tierra para taparlos. No lo hay.

Eres mi mundo desde que naciste, y has sabido salir casi sola de este entuerto que resulta la vida cuando eres diferente a los demás. Me alegro porque ahora ya te sabes defender. Ya vas por la calle con tus “pinturas de guerra” dándote lo mismo lo que los demás piensen o sientan, cómo te miren o lo que murmuren; mediocres aburridos que luego te encuentras en un bar sin hablarse, mirando a sus móviles o al vacío en lugar de tocar, hablar, sentir. VIVIR.

Ellos se reían de ti, de tu manera de ser. Pero has resultado demasiado lista para todos y, lo que más les jode, demasiado buena. Eso, hija mía, es imperdonable en esta sociedad líquida. Pero no lo pierdas, no te adaptes, sigue siendo tú, sigue siendo yo. Vive tu vida sin que te coarte nadie con su cerrazón, machismo o estupidez mental. Estás por encima. Tanto, que, para mí, levitas.

Eres mi norte y mi sur, mi este y mi oeste, eres mi Rosa de los Vientos. La que firma lo que será mi designio, a la que daré hasta mi último respiro. A los demás, que les vayan dando, porque el aburrimiento es la muerte más lenta, pero también la más asquerosa y tediosa del mundo. Ellos verán. Que hablen, que digan, que especulen, que llenen su vacío con gente como tú y como yo. Les damos para muchos cafés en su soledad mental absoluta. ELLA, caracterizada como "Phosphophyllite"

Nélida L. del Estal Sastre