Martes, 23 de Septiembre de 2025

Marisol Martín Turiño
Sábado, 13 de Junio de 2020
ZAMORANA

Revueltas con causa

[Img #40467]La plebe no entiende de consideraciones, cuando se convierte en muchedumbre enardecida que camina tras una consigna y no importa que sea lógica o desatinada; el caso es concitar un gran número de personas y causar el mayor perjuicio posible: rebelarse, cortar caminos, formar barricadas, encender hogueras con neumáticos o contenedores... hasta que todo se convierta en deriva y caos. Es un medio de llamar la atención a la sociedad en general y a los políticos en particular y los ejemplos más recientes son las manifestaciones motivadas por el cierre de la planta de Nissan en Barcelona (aquí, en España) y, salvando las distancias y los motivos, las protestas y disturbios ocasionados en Estados Unidos (concretamente en Mineápolis), tras la muerte del afroamericano George Floyd, que falleció asfixiado a manos de un policía tras ser detenido.

Estos son solo dos ejemplos que ilustran cómo la fuerza, si es justa y contenida como en el caso de España, puede servir para dar voz a personas que han sido despedidas sin que el gobierno, que ya conocía la situación de la multinacional, haya hecho nada por preverlo y reubicar a sus trabajadores o darles una solución digna a sus despidos. En el otro lado está la situación de Mineápolis que, tratándose de una causa más que justa, como es la protesta por la brutalidad policial que ha conducido a la muerte de un sospechoso negro, no siendo además esta la primera vez que ocurre un hecho similar, ha desembocado en una serie de pillajes, vandalismo, devastación y violencia por donde quiera que han transcurrido las manifestaciones, convirtiéndose dichas protestas en la ola más amplia, en extensión e intensidad, que recuerda este país desde el asesinato de Martin Luther King, en 1968.

Supongo que ambos métodos son efectivos por cuanto dan a conocer a la sociedad una situación ilegal; sin embargo, este último ejemplo ha concatenado una serie de revueltas y saqueos en distintas ciudades que ya han producido varias muertes y la situación se ha convertido en una escalada de violencia muy difícil de atajar.

En estos casos son los gobiernos de turno los que tienen que tomar las riendas y poner freno a la par que ofrecer soluciones definitivas para que hechos así no vuelvan a producirse. La libertad de expresión y de manifestación es una herramienta válida para protestar contra una injusticia; de hecho, es así como se han conseguido logros muy beneficiosos para la sociedad, pero no pueden quedarse únicamente en protestas y demonizar a quienes las provocan, sino que deben ofrecerse canales de respuesta alternativos y eficaces; de lo contrario se desatará una oleada de violencia de graves consecuencias como ya está ocurriendo en EEUU. La inacción del gobierno es, en estos casos es la mecha que enciende una pólvora ansiosa por arder.

El caso de la brutalidad policial en ese país no es nuevo sobre todo con ciudadanos de raza negra y este hecho tiene una doble lectura; en primer lugar, la crueldad gratuita cuando existen alternativas menos lesivas para reducir a un sospechoso; el hecho de que estos actos de produzcan en plena calle, a la vista de todos, nos lleva a sospechar qué tipo de técnicas utilizarán estos mismos policías cuando estén interrogando a los delincuentes en las comisarías, sin testigos de sus actos.

Por otra parte, el hecho de que se ensañen especialmente con personas de raza negra: hombres, mujeres y niños, demuestra que la anhelada igualdad en derechos y libertades que creían haber conseguido no es más que una falacia en un sector de la sociedad que aún pretende segregarlos y anularles los logros conseguidos.


Marisol Martín Turiño

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