Reflexión

Ayer noche, reflexionando sobre la calidez, la candidez y la calidad humanas, me di cuenta de que no todo el mundo está preparado para las personas con una alta sensibilidad, para lo que consideramos como buenas personas. Me entristeció pensar que, a veces, esta manera de ser puede resultar incómoda, intensa y, para muchos, hasta molesta. Pero todos aprendemos de los errores cometidos intentando, aunque sea complicado porque nos va en los genes, no volver a repetirlos. Siempre se acaba aprendiendo, al menos la gente que tiene interés en ello e inquietudes, o corazón. Los demás, quizá crean que son más felices en su desidia y en su supuesta vida ordenada...

Perfecto. Cada cual a lo suyo, si se es feliz de esa manera, pues de fábula. Por eso hay tantas personas diferentes en el mundo: los aburridos, los estomagantes, los inteligentes, los “lissstos” (estos a los que me refiero los conocemos todos…) los imbéciles, los aprensivos, los avergonzados, los déspotas, los pusilánimes, los que creen que lo saben todo, los buenos, los que te dan hasta parte de su pan y se quedan con hambre...Hay de todo y para todos.

Tengo el placer y también la desgracia de haber conocido de todo un poco en mi ya larga trayectoria vital. Siempre encontrarás la mitad que buscas si buscas bien y, aún buscando bien, muchas veces hallarás lo que no quieres, lo que te daña, lo que sólo aporta más dolor a tu existencia. Supongo que el azar tiene que ver mucho con esto, uno no elige a su compañero de viaje ni en la vida ni en el amor. Normalmente, te enamoras de cosas, de detalles, cuerpo, inteligencia, talento, cosas que después, con el paso de los años, se van diluyendo o desvirtuando, e incluso, incomodando.

Pero quedan otras más importantes, el amor es así. Si es verdadero, dura para siempre y va más allá de la noche de los tiempos. Si ese amor no es verdadero, ya no es amor, no dura. Pero seas de la clase de persona que seas, bueno o malo, afable o estúpido, no dañes, no jodas. No se pide más.

Nélida L. del Estal Sastre