CON LOS CINCO SENTIDOS
Hoy cotizo al alza
Me pregunto qué será eso de tener valor, pero no valor de valentía para afrontar los problemas que la vida te pone por delante cada día, sino de valor como el precio que puede que la gente piense que tienes, aunque sea incalculable para cada uno de nosotros. Hay días en los que pienso que valgo más que el oro y los diamantes, y días, algunos, en los que ese valor decae en la “bolsa” de la vida porque alguien utilizó algo de mí y luego lo tiró al suelo.
Eso que tiró al suelo tengo que recuperarlo, aferrarlo a mi cuerpo de nuevo sin falta, porque mi cuerpo se halla incompleto sin esa parte. Pero cuesta. Eso que alguien utilizó de ti y tiró al frío suelo de piedra está sucio, arrugado y pisoteado. Así que lo recojo, lo guardo con cariño de nuevo en mi bolsillo y me lo llevo a casa. Lo lavo y lo plancho con sumo mimo para volverlo a colocar en mi cuerpo en la parte que quedó dañada, como si me colocara una prótesis para continuar siendo más o menos funcional.
Y me curo, o eso creo, porque hay que seguir adelante y coger del suelo los pedazos que te arrancan de tí mismo para recomponerte día a día. Hoy cotizo al alza, el trozo que me quitaron ya vuelve a formar parte simbiótica de mí, porque volvía a ser extraño y ha tenido que adaptarse de nuevo a mi cuerpo. Nos hemos fusionado bien, con gran éxito y ya nos reconocemos como uno solo.
Nos regeneramos, aprendemos cada vez que nos caemos o nos empujan al abismo y todo ese dolor siempre nos hace más sabios. ¿Qué clase de personas seríamos si no aprendiésemos de los errores cometidos y no nos apartásemos a tiempo de la gente que nos daña sin motivo alguno, cuando les hemos dado parte de nuestro ser? Aprende y valórate, que nunca tengan la osadía de utilizarte impunemente, pensando que no habrá consecuencias.
Las hay. Siempre debe de haberlas cuando se trata de utilizar o ningunear a gente de bien. La primavera siempre vuelve después del aburrido otoño y el frío invierno. La primavera siempre vuelve. De eso no me cabe la más mínima duda. Aunque este año nos la hayamos comido escondidos y agazapados por miedo, por temor o porque somos inteligentes y es lo que hemos tenido que hacer para seguir vivos.
Nélida L. del Estal Sastre
Me pregunto qué será eso de tener valor, pero no valor de valentía para afrontar los problemas que la vida te pone por delante cada día, sino de valor como el precio que puede que la gente piense que tienes, aunque sea incalculable para cada uno de nosotros. Hay días en los que pienso que valgo más que el oro y los diamantes, y días, algunos, en los que ese valor decae en la “bolsa” de la vida porque alguien utilizó algo de mí y luego lo tiró al suelo.
Eso que tiró al suelo tengo que recuperarlo, aferrarlo a mi cuerpo de nuevo sin falta, porque mi cuerpo se halla incompleto sin esa parte. Pero cuesta. Eso que alguien utilizó de ti y tiró al frío suelo de piedra está sucio, arrugado y pisoteado. Así que lo recojo, lo guardo con cariño de nuevo en mi bolsillo y me lo llevo a casa. Lo lavo y lo plancho con sumo mimo para volverlo a colocar en mi cuerpo en la parte que quedó dañada, como si me colocara una prótesis para continuar siendo más o menos funcional.
Y me curo, o eso creo, porque hay que seguir adelante y coger del suelo los pedazos que te arrancan de tí mismo para recomponerte día a día. Hoy cotizo al alza, el trozo que me quitaron ya vuelve a formar parte simbiótica de mí, porque volvía a ser extraño y ha tenido que adaptarse de nuevo a mi cuerpo. Nos hemos fusionado bien, con gran éxito y ya nos reconocemos como uno solo.
Nos regeneramos, aprendemos cada vez que nos caemos o nos empujan al abismo y todo ese dolor siempre nos hace más sabios. ¿Qué clase de personas seríamos si no aprendiésemos de los errores cometidos y no nos apartásemos a tiempo de la gente que nos daña sin motivo alguno, cuando les hemos dado parte de nuestro ser? Aprende y valórate, que nunca tengan la osadía de utilizarte impunemente, pensando que no habrá consecuencias.
Las hay. Siempre debe de haberlas cuando se trata de utilizar o ningunear a gente de bien. La primavera siempre vuelve después del aburrido otoño y el frío invierno. La primavera siempre vuelve. De eso no me cabe la más mínima duda. Aunque este año nos la hayamos comido escondidos y agazapados por miedo, por temor o porque somos inteligentes y es lo que hemos tenido que hacer para seguir vivos.
Nélida L. del Estal Sastre
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.152