PASIÓN POR ZAMORA
Embellecer Zamora: críticas constructivas

Nunca me he limitado a criticar con mis escritos periodísticos. A veces, mis juicios condenan al que ejerce el poder, a las instituciones públicas y organismos privados; en otras, propongo, además censurar la acción política, ideas para transforma el actual estado de Zamora, su ciudad y su provincia. Hoy, me he preferido ofrecer proyectos, planes y opiniones para cambiar nuestra sociedad, nuestra vida cotidiana y asir un futuro digno para los zamoranos.
No voy a inventarme nada nuevo. Lo que escribiré forma parte de las ideas que he ido expresando desde hace muchos años. Parto de que el turismo culto, el intelectual, de erudito debería formar parte de nuestra oferta como ciudad. Zamora no ofrece sol y playa. El astro rey castiga en los meses de verano, cierto, porque, de momento, no nos lo han robado de nuestro cielo. Pero solo hay una playa que nos regala el Duero: la de los Pelambres, que carece de atractivo para vender como lugar de destino a españoles y extranjeros. Valga la gracieta. Por lo tanto, nuestra oferta turística debería pasar por patrimonio monumental, histórico y gastronómico. Zamora es pasado. Habrá que rejuvenecerlo. ¿Cómo? Acabar, de una vez por todas, con tantos solares abandonados. La Alcaldía ya ha advertido a sus propietarios. Si no se hace caso. A la expropiación con todas las consecuencias.
Propongo también que el Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento realice un estudio profundo del estado de los inmuebles del casco antiguo, viejo o histórico. No me fío de balconadas en edificios abandonados. Sin ir más lejos, la del que hace esquina entre las calles Mariano Benlliure y la Costanilla, que muestra una faja protectora, una especie de andamios metálicos desde hace años, con el objetivo que los cotidianos desprendimientos de esa hacienda no causasen graves daños a los viandantes que, a diarios, pasan por ese lugar.
Siempre denuncié que el tránsito entre la Plaza Mayor y la llegada al ágora de la Catedral parece un camino de torturas para los pies de los peatones cuando se ven obligados a pisar por encima de la calzada de cantos y piedras. Recuerdo que debería haberse colocado baldosas de granito de Sayago de 8 centímetros, pero, entonces, Alcaldía, bajo el mandato de Antonio Vázquez, prefirió granito chino de 6. Se ahorraría dinero. Digo. Pero el peatón, el foráneo y el extraño, salió perdiendo. Me gustaría que Guarido retirase tanta piedra y colocase granito zamorano en su lugar. Y no me olvido de la plaza de Viriato, intransitable, por sus espacios de más y más piedra. Si se observa, la gente camina por los bordillos. Demasiada tortura para juanetes y callos.
Los jardines del Castillo tienen sed. ¿No podría construirse una fuente, la más bella de Zamora, en aquel parque? No una chapuza como la que había en otros tiempos, con una barandilla de aluminio barato, ni como la de la plaza de Alemania, rodeada de otro collar de piedras.
Y hablando de fuentes, clamo, desde ha tiempo, por una fontana extraordinaria en ese secarral que es la plaza de la Constitución. ¡Qué austeridad, qué sobriedad, qué desierto urbano, qué pobreza de adornos! Y no se me argumente que debajo de ese espacio existe un aparcamiento subterráneo, porque un íntimo amigo del que esto escribe, erudito en fuentes urbanas, pues de hecho diseñó las de la hermana ciudad de Braganza, me confirmó que no existiría problema alguno para que ese ágora, en el cogollo de Santa Clara se refrescase con una fuente.
También necesita una reforma una de los espacios más hermosos de Zamora: la plaza de Sagasta. Se mencionó que había sido elegida para colocar la estatua de Barrón sobre Adán. Pero no se ha vuelto a saber nada al respecto.
No me voy a adentrar en temas de iluminación nocturna, adecuada a los monumentos históricos, porque sería un tema a tratar con Iberdrola, empresa multinacional que debe mucho a nuestra provincia. Pero el Ayuntamiento debería dar un toque a la hidroeléctrica para empezar a cambiar ciertos modales y olvidos.
En próximos escritos, dedicaré más espacios para embellecer Zamora.
Eugenio-Jesús de Ávila

Nunca me he limitado a criticar con mis escritos periodísticos. A veces, mis juicios condenan al que ejerce el poder, a las instituciones públicas y organismos privados; en otras, propongo, además censurar la acción política, ideas para transforma el actual estado de Zamora, su ciudad y su provincia. Hoy, me he preferido ofrecer proyectos, planes y opiniones para cambiar nuestra sociedad, nuestra vida cotidiana y asir un futuro digno para los zamoranos.
No voy a inventarme nada nuevo. Lo que escribiré forma parte de las ideas que he ido expresando desde hace muchos años. Parto de que el turismo culto, el intelectual, de erudito debería formar parte de nuestra oferta como ciudad. Zamora no ofrece sol y playa. El astro rey castiga en los meses de verano, cierto, porque, de momento, no nos lo han robado de nuestro cielo. Pero solo hay una playa que nos regala el Duero: la de los Pelambres, que carece de atractivo para vender como lugar de destino a españoles y extranjeros. Valga la gracieta. Por lo tanto, nuestra oferta turística debería pasar por patrimonio monumental, histórico y gastronómico. Zamora es pasado. Habrá que rejuvenecerlo. ¿Cómo? Acabar, de una vez por todas, con tantos solares abandonados. La Alcaldía ya ha advertido a sus propietarios. Si no se hace caso. A la expropiación con todas las consecuencias.
Propongo también que el Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento realice un estudio profundo del estado de los inmuebles del casco antiguo, viejo o histórico. No me fío de balconadas en edificios abandonados. Sin ir más lejos, la del que hace esquina entre las calles Mariano Benlliure y la Costanilla, que muestra una faja protectora, una especie de andamios metálicos desde hace años, con el objetivo que los cotidianos desprendimientos de esa hacienda no causasen graves daños a los viandantes que, a diarios, pasan por ese lugar.
Siempre denuncié que el tránsito entre la Plaza Mayor y la llegada al ágora de la Catedral parece un camino de torturas para los pies de los peatones cuando se ven obligados a pisar por encima de la calzada de cantos y piedras. Recuerdo que debería haberse colocado baldosas de granito de Sayago de 8 centímetros, pero, entonces, Alcaldía, bajo el mandato de Antonio Vázquez, prefirió granito chino de 6. Se ahorraría dinero. Digo. Pero el peatón, el foráneo y el extraño, salió perdiendo. Me gustaría que Guarido retirase tanta piedra y colocase granito zamorano en su lugar. Y no me olvido de la plaza de Viriato, intransitable, por sus espacios de más y más piedra. Si se observa, la gente camina por los bordillos. Demasiada tortura para juanetes y callos.
Los jardines del Castillo tienen sed. ¿No podría construirse una fuente, la más bella de Zamora, en aquel parque? No una chapuza como la que había en otros tiempos, con una barandilla de aluminio barato, ni como la de la plaza de Alemania, rodeada de otro collar de piedras.
Y hablando de fuentes, clamo, desde ha tiempo, por una fontana extraordinaria en ese secarral que es la plaza de la Constitución. ¡Qué austeridad, qué sobriedad, qué desierto urbano, qué pobreza de adornos! Y no se me argumente que debajo de ese espacio existe un aparcamiento subterráneo, porque un íntimo amigo del que esto escribe, erudito en fuentes urbanas, pues de hecho diseñó las de la hermana ciudad de Braganza, me confirmó que no existiría problema alguno para que ese ágora, en el cogollo de Santa Clara se refrescase con una fuente.
También necesita una reforma una de los espacios más hermosos de Zamora: la plaza de Sagasta. Se mencionó que había sido elegida para colocar la estatua de Barrón sobre Adán. Pero no se ha vuelto a saber nada al respecto.
No me voy a adentrar en temas de iluminación nocturna, adecuada a los monumentos históricos, porque sería un tema a tratar con Iberdrola, empresa multinacional que debe mucho a nuestra provincia. Pero el Ayuntamiento debería dar un toque a la hidroeléctrica para empezar a cambiar ciertos modales y olvidos.
En próximos escritos, dedicaré más espacios para embellecer Zamora.
Eugenio-Jesús de Ávila


















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