La ucronía zamorana

Una persona a la que quiero mucho, me propuso ayer, mientras el sol de julio abrasaba mi cerebro, que escribiese un cuento sobre la ucronía de Zamora, sobre lo que pudo haber sido nuestra ciudad y provincia y no fue; que imaginase que los zamoranos, políticos, gente, empresarios, buscabamos el beneficio común, el progreso para nuestra tierra, la igualdad entre hombres y mujeres, adultos, mayores y jóvenes; que no se envidiase al más inteligente, culto, osado, valiente; que nadie fuese más que nadie, que la Justicia mantuviese su ceguera, que los buenos se impusieran a los malos, que la verdad derrotase a la mentira…En fin, lo voy a intentar en las líneas que espero escribir a partir de este primer párrafo, con un protagonista: la Biorrefinería Multifuncional de Barcial del Barco, idea de Vicente Merino Febrero, ingeniero zamorano y, por ende, leonés que hace unos 14 años, halló una idea extraordinaria para transformar nuestro sector primario y relanzar la agricultura de ciertas zonas de las provincias leonesa y zamorana.

Había una provincia en España, que miraba hacia occidente, que pudo ser portuguesa, pero una batalla, la de Toro, en la campa de Peleagonzalo, la convirtió en española. Pero los gobiernos de la nación, durante siglos, la olvidaron, la maltrataron, la machacaron. Un buen día, un ingeniero, con sangre leonesa, nacido en Zamora, tuvo una idea: extraer energía y piensos de remolacha y maíz. Ofreció su proyecto a las instituciones públicas de la región de la que formaba parte esta provincia y a los organismos empresariales. Y todos, pero todos, acogieron ese plan, que iba a cambiar la economía provincial y dar trabajo a mucha gente y transformar el sector primario, con los brazos abiertos. No hubo político, fuera cual fuese el partido en el que militase, ni empresario, que no saludasen ese pensamiento industrial para cambiar la deriva hacia la nada de esa tierra del occidente nacional.

Hubo homenajes al ideólogo zamorano. Las formaciones políticas festejaron la idea. Nadie intentó, por envidia o maldad, chantajear ese proyecto, ni exigir “mordidas” para su instalación en un terreno situado al norte de esa provincia. La prensa local escribió artículos maravillosos sobre nuestro ingeniero. La televisión regional realizó muchos documentales sobre el proyecto, contando cómo se transformarían remolacha y maíz en bioetanol. Las emisoras entrevistaban al héroe, un hombre joven, altruista, que solo buscaba que su provincia saliese de su retraso secular y que sus paisanos alcanzaran un extraordinario nivel de vida.

Por otra parte, la hermandad y solidaridad entre los vecinos de la provincia, asociaciones empresariales y partidos políticos habían alcanzado tanta vinculación y armonía que solo el amor presidía las celebraciones religiosas y festivas de esa tierra. Y vivieron felices y comieron perdices.

Postada: Lo escrito es solo un cuento. La realidad no tiene nada que ver con la ficción. Durante 14 años, los hijos de la sombra intentaron –todavía siguen en su diabólico empeño- y  buscaron que la idea de Vicente Merino no diera luz, que abortase. Persecuciones políticas, chantajes empresariales, tergiversaciones periodísticas, la último aparecida en ese periódico foráneo y extraño que se edita en la provincia, poniendo en boca del ingeniero, entrecomillado, lo manifestado en un comunicado por la Plataforma Pro Biorrefinería, jalonan la arquitectura del mal para deconstruir el edificio del progreso en nuestra provincia. Para el cacique local el obrero pondría en peligro su poderío económico e intelectual en nuestra Zamora. Tal cual. Ellos y sus vicarios periodísticos están muy a gusto en este desierto demográfico y pandemia económica.

Eugenio-Jesús de Ávila