Zamoranos: ¡Escapad gente tierna, que esta tierra está enferma…!

El zamorano inteligente, culto, preparado; el ciudadano que está al “loro”, asumió, ha tiempo, que los políticos de aquí, los que representan al PSOE y PP, en su escala de valores jerarquizan el servicio al partido que a la sociedad; obedecen siempre, prietas las filas, las órdenes de las jerarquías en Valladolid y Madrid. Saben que ocupan cargo, puesto, bicoca en las instituciones del Estado merced a sus obediencia, quasi religiosa, a los jefes de sus formaciones. Me parece muy humano. Entre cobrar, si hubiera profesión reconocida, un sueldo de poco más de mil euros a percibir más de 6.000 y otras prebendas, la elección resulta diáfana. El pueblo puede esperar. Los zamoranos ya se lo permiten todo. No pasa nada. Cuando lleguen otras elecciones, el ciudadano votará, cual la oveja entra en el redil cuando el pastor y los canes así lo consideran oportuno.

Aquí, en nuestra tierra, apenas hay organismos y asociaciones dispuestas a combatir al mal, la política de los distintos gobiernos centrales, desde Felipe González hasta la este 2020, y autonómicos. Nos queda Zamora10, con una quinta columna en su interior, y Viriatos, que es Ana Morillo, mujer viene dando la cara y perdiendo su tiempo por su tierra, por el futuro de todos. Cierto que también hay políticos locales que hacen lo que pueden, pero tampoco tienen la solución para el mal endémico que postró a Zamora en la miseria económica y el déficit demográfico.

Zamora tampoco tiene una prensa que la defienda, que denuncie las injusticias que, secularmente, padece. El periódico de papel, el de los bares y esquelas, no es de aquí. Su capital resulta extraño a la economía provincial. Los empresarios zamoranos fueron incapaces por cobardía, por falta de talento y de visión, de mantener al centenario El Correo de Zamora. La televisión tampoco forma parte del capital local, ni los digitales, que ni opinan, ni reflexionan, ni nada. Ahora, cuando esta ciudad y su provincia se aproximan al abismo de la historia, cuando el futuro se seca, cuando la gente asume que no hay nada que hacer, si no cruzarse de brazos y esperar una buena muerte social y económica, añoro una prensa combativa, crítica con el poder, el que sea, que denuncia, que señale, que editorialice y analice el estado de la cuestión en nuestra tierra. Como los medios dependen, más que nunca, de la publicidad institucional, se limitan a transmitir lo que cuenta el poder, y, si hay críticas, las oscurecen, opacan, silencian.

En Zamora todo es muerte viva. Como digo, son escasas las voces críticas que todavía fustigan a los que mandan, gobierno central, políticos locales, ejecutivo autonómico. Más pronto que tarde, el cansancio, el hastío y el tedio derrotarán a los intrépidos, esforzados y  bizarros que anhelaron transformar esta provincia en tierra de promisión, de desarrollo, con futuro. Recuerdo ahora unos versos de Serrat en celebérrima canción: “¡Escapad gente tierna, que esta tierra está enferma, y no esperes mañana lo que no te dio ayer, que no hay nada qué hacer!”.

El Duero recogerá nuestras lágrimas cuando nos toque llorar. Pero intuyo que ya no nos quedarán esos glóbulos rojos del alma, o que el río duradero evitará, en meandro del destino, besar los labios de la ciudad del Romancero. Un servidor elegirá llorar cerca del Arno. Es mi sino.

Eugenio-Jesús de Ávila