Domingo, 28 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Sábado, 18 de Julio de 2020
REPÚBLICO

No ser de esta izquierda jamás debería traducirse como ser de derechas

[Img #41728]No ser de izquierdas, ni del PSOE, que es un partido que pasa del marxismo revolucionario, leninismo a veces, como en 1917, 1934 y 1936, hasta el liberalismo económico, caso del felipismo, ni de Unidas Podemos, no significa que seas de derechas o que te seduzcan PP, Vox o Ciudadanos. En absoluto. Esta izquierda, simplemente, me parece cutre y anacrónica, sectaria y desechable, y la derecha, arcaica y fuera de la realidad. La política, esa forma de organizarse la sociedad, a la que tanto amo, sufre los embates, ataques, invectivas de los políticos para acabarán por destruirla.

Intentaré ser más claro para que se me entienda: de no ser del Real Madrid no se colija que se es del Barça o del Atlético de Madrid. De ninguno. Yo soy del Athletic Club de Bilbao. Me explico. ¡A qué sí!

El pueblo, convertido en pura masa, en plastilina a la que se da forma, diría mejor que se deforma desde su cumbre, desde el poder, no se entera. Cree que esto es una democracia, que vive en un sistema de libertades, que lo disfruta. Mascarada. Si no hay división, tajante, de poderes y solo se refrenda en las urnas la elección realizada por los partidos; se controlan los medios de comunicación, púlpitos a través de los que se transmiten las proclamas del poder, lo que es bueno y malo, la mentira se transforma en verdad y el bien en mal, y la igualdad real de los españoles ante la ley no es tal, la democracia solo es un disfraz, una falacia, un formato.

Del recordado 15-M debió salir una verdadera democracia. Pero Pablo Iglesias, al que yo bauticé como el Prometeo de la democracia, cambió la ruta para alcanzar el objetivo.  Listo más que inteligente, desvió el enorme caudal democrático para embalsarlo y construir un estanque en el que solo él pudiera pescar, engodar, controlar. Después, mutó en neocomunista. Y el comunismo jamás aspiró a la libertad, solo a la dictadura del proletariado, otra mentira, más bien la dictadura de una clase dirigente, la nomenklatura, siempre burguesa y aristocrática, para convertir a la sociedad en un enjambre u hormiguero. Las doctrinas totalitarias, todas de ultraizquierda, también, por supuesto, el fascismo –lea el lector el programa de San Sepolcro de Mussolini y refrendará cuanto escribo-, convierten al hombre en nada, en número, en cifra, en muerte viva. Le roban hasta el espíritu y antes reducen su cuerpo a máquina, una más en  engranaje de un Estado criminal, enemigo del ser humano, de la libertad, de la vida.

España necesita profundizar en su democracia, no golpes revolucionarios, dictaduras chavistas, ni coreanas, ni chinas, el capitalismo comunista. Esta nación, la más antigua de Europa debería poner punto final a los privilegios medievales vascos, con sus fueros, el cupo de la desigualdad, y catalanes; construir un estado jacobino, en el que los tres poderes se limiten, se conviertan en contrapeso; acabar con tantos políticos de salón y parlamentos y gobiernos autonómicos, impropios de un país pobre que vive como si fuera un territorio riquísimo; revisar y estudiar una salida a la quiebra del sistema de pensiones; eliminar empresas estatales, donde se cobijan los enchufados de todos los partidos; una nueva ley electoral por la que el ciudadano elija a su político y le exija cuentas de sus promesas, no como viene sucediendo, que el diputado, senador o procurador actúa como representante del partido, a las órdenes del jefe, caudillo o líder, jamás como voz del pueblo. Y, por supuesto, ni un euro público para partidos y sindicatos.

Tampoco es cuestión de república o monarquía constitucional. Ese debate no toca.  Primero más democracia, mucha, nunca sería demasiada la libertad del individuo frente al estado opresor, limitador, liberticida. Ahora bien, se me dieran a elegir entre monarquías como la británica, holandesa, sueca, noruega o danesa o repúblicas como la de Venezuela, Corea del Norte o China, mi opción es diáfana.

Eugenio-Jesús de Ávila

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