LITERATURA
Causa y efecto
Una palabra de aliento a una persona que se siente sola o triste, una comida preparada, una sonrisa así como el apoyo económico a una persona necesitada puede cambiar la perspectiva de la vida de cualquier persona. ¿Por qué lo hacemos? Un filósofo noruego con el nombre de Arne Naess sugirió que esa habilidad de ayudar a otros era derivada del sentido de continuidad donde los humanos se sienten parte de un todo.
Los “filantropos” son las personas que se distinguen por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad. Según un informe de 2018 de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy (Universidad de Harvard) sobre la filantropía en el mundo, España ocupa el octavo puesto por el volumen de los activos de las instituciones dedicadas a la filantropía. La respuesta a esta cultura de generosidad, no es únicamente altruista. Por todos es sabido que existen incentivos fiscales para animar a los ricos a hacer donaciones. Y también que desde hace tiempo la filantropía ayuda a mejorar la imagen pública de todos; desde aquellos que no respetan los derechos de sus trabajadores hasta la élite de la tecnología. Pero que este tipo de aportaciones desgraven y generen beneficios fiscales a quienes las ejecutan no debería restar valor al hecho de que mejoran la vida de quienes las reciben.
Filantropía y Caridad, no son lo mismo. La segunda resuelve el problema de inmediato, en tanto que la filantropía busca resolver ese problema para siempre. Fue en la Grecia Clásica cuando se habló por primera vez de «filantropía». En la Academia de Platón se la definía como un ideal educativo, asociado estrechamente con la democracia y la libertad y cuyo objetivo no sería otro que el de la excelencia. Pero lo que más se asemeja a lo que hoy en día conocemos por filántropos, tuvo lugar en el Siglo XVII en los tiempos de la Ilustración. Por ese entonces muchos pensadores famosos calaron hondo en las más altas esferas de la sociedad con sus pensamientos, convenciéndolas de organizar asociaciones y clubs de caballeros cuyo único fin sería el de ayudar a los menos favorecidos.
El término “altruista” fue creado por el filósofo francés Auguste Comte. Su intención era indicar una actitud solidaria opuesta al egoísmo, es decir, dedicada a los demás. También éste término se interpreta como sinónimo de filantropía pero con una evidente y muy notable variante: hacer bien con la esperanza de hacer notar una personalidad filantrópica, donde se involucran los demás, a los otros. En realidad, hasta en su sentido más intrínseco, “caridad y filantropía” no están exentas de interés. Desde la limosna dada para contribuir a ganarse el paraíso o a cambio de tranquilizar conciencias hasta las fortunas puestas al servicio de causas filantrópicas, el interés, material o espiritual, relativo o absoluto, subyace en el exuberante territorio del “altruismo”.
Hay una escuela hindú del pensamiento llamada "karma" que asigna una reacción "energética" para cada acción. A este respecto, el beneficio de ayudar a otros se puede recibir en el regreso del favor a través de una ley universal de "energía" física. Dependiendo de las acciones de uno, uno cosechará los frutos de esas acciones. Los frutos pueden ser dulces o agrios, dependiendo de la naturaleza de las acciones realizadas. Por ejemplo, las películas de Hollywood. Imagina la clásica situación en que a una abuelita con dificultades para caminar y con un bastón, tiene problemas para cruzar la calle cuando el semáforo se pone con la luz verde. Entonces, justo en ese momento preciso, aparece repentinamente el jovencito de la película que le ayuda a cruzar la calle haciendo la buena acción del día y quedando como el héroe de la situación conquistando a la chica que observó todo el momento. Los humanos parecen tener una habilidad innata de ayudarse entre ellos... Quizá porque todos necesitamos un propósito en la vida, y ayudar a las personas siempre debe ser parte de ese propósito.
Emilia Casas Fernández.
Una palabra de aliento a una persona que se siente sola o triste, una comida preparada, una sonrisa así como el apoyo económico a una persona necesitada puede cambiar la perspectiva de la vida de cualquier persona. ¿Por qué lo hacemos? Un filósofo noruego con el nombre de Arne Naess sugirió que esa habilidad de ayudar a otros era derivada del sentido de continuidad donde los humanos se sienten parte de un todo.
Los “filantropos” son las personas que se distinguen por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad. Según un informe de 2018 de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy (Universidad de Harvard) sobre la filantropía en el mundo, España ocupa el octavo puesto por el volumen de los activos de las instituciones dedicadas a la filantropía. La respuesta a esta cultura de generosidad, no es únicamente altruista. Por todos es sabido que existen incentivos fiscales para animar a los ricos a hacer donaciones. Y también que desde hace tiempo la filantropía ayuda a mejorar la imagen pública de todos; desde aquellos que no respetan los derechos de sus trabajadores hasta la élite de la tecnología. Pero que este tipo de aportaciones desgraven y generen beneficios fiscales a quienes las ejecutan no debería restar valor al hecho de que mejoran la vida de quienes las reciben.
Filantropía y Caridad, no son lo mismo. La segunda resuelve el problema de inmediato, en tanto que la filantropía busca resolver ese problema para siempre. Fue en la Grecia Clásica cuando se habló por primera vez de «filantropía». En la Academia de Platón se la definía como un ideal educativo, asociado estrechamente con la democracia y la libertad y cuyo objetivo no sería otro que el de la excelencia. Pero lo que más se asemeja a lo que hoy en día conocemos por filántropos, tuvo lugar en el Siglo XVII en los tiempos de la Ilustración. Por ese entonces muchos pensadores famosos calaron hondo en las más altas esferas de la sociedad con sus pensamientos, convenciéndolas de organizar asociaciones y clubs de caballeros cuyo único fin sería el de ayudar a los menos favorecidos.
El término “altruista” fue creado por el filósofo francés Auguste Comte. Su intención era indicar una actitud solidaria opuesta al egoísmo, es decir, dedicada a los demás. También éste término se interpreta como sinónimo de filantropía pero con una evidente y muy notable variante: hacer bien con la esperanza de hacer notar una personalidad filantrópica, donde se involucran los demás, a los otros. En realidad, hasta en su sentido más intrínseco, “caridad y filantropía” no están exentas de interés. Desde la limosna dada para contribuir a ganarse el paraíso o a cambio de tranquilizar conciencias hasta las fortunas puestas al servicio de causas filantrópicas, el interés, material o espiritual, relativo o absoluto, subyace en el exuberante territorio del “altruismo”.
Hay una escuela hindú del pensamiento llamada "karma" que asigna una reacción "energética" para cada acción. A este respecto, el beneficio de ayudar a otros se puede recibir en el regreso del favor a través de una ley universal de "energía" física. Dependiendo de las acciones de uno, uno cosechará los frutos de esas acciones. Los frutos pueden ser dulces o agrios, dependiendo de la naturaleza de las acciones realizadas. Por ejemplo, las películas de Hollywood. Imagina la clásica situación en que a una abuelita con dificultades para caminar y con un bastón, tiene problemas para cruzar la calle cuando el semáforo se pone con la luz verde. Entonces, justo en ese momento preciso, aparece repentinamente el jovencito de la película que le ayuda a cruzar la calle haciendo la buena acción del día y quedando como el héroe de la situación conquistando a la chica que observó todo el momento. Los humanos parecen tener una habilidad innata de ayudarse entre ellos... Quizá porque todos necesitamos un propósito en la vida, y ayudar a las personas siempre debe ser parte de ese propósito.
Emilia Casas Fernández.



















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