Sábado, 27 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Lunes, 20 de Julio de 2020
PASIÓN POR ZAMORA

Réquiem por Zamora

La prensa local, gente de poca fe, ateos del progreso de Zamora, ya cree en la Biorrefinería: a buenas horas, mangas verdes

[Img #41809]Después de más de diez días de la noticia de que Acciona construiría la planta de Barcial del Barco, ofrecida, de nuevo, por este medio de comunicación, ¡por fin!, el periódico de capital foráneo, que se edita en esta ciudad  y provincia, daba información sobre el particular. En mi artículo de ayer, domingo, 19 de julio, criticaba a toda la prensa local por silenciar lo que, a mi juicio, significaba que una gran empresa española, dirigida por esa familia ejemplar, Entrecanales, construyese la Biorrefinería de Barcial del  Barco. ¡Manda huevos!, como diría Trillo, siendo presidente del Congreso de los Diputados. A buenas horas, mangas verdes.

Ese medio siempre se ha movido por intereses económicos. Le trae sin cuidado que mande el PP, el PSOE o IU en las instituciones públicas locales y regionales. Se ordeña la ubre de la vaca que da leche. Jamás se critica al poder establecido, antítesis del periodismo lígrimo. Eso sí, si no hay “entendimiento” publicitario, apenas se menciona a quién no paga el canon. No es un caso excepcional. Conozco en Zamora a ciertos medios con un comportamiento semejante. Un periodismo que no critica al poder no es tal. Cuando se loa al que manda, te conviertes en una especie de Boletín Oficial de la institución pública correspondiente.  Comprendo que el tejido empresarial zamorano apenas da para mantener un medio de comunicación con muchos trabajadores. Si exceptuamos a Caja Rural, que se ha convertido en el mecenas de todo movimiento cultural, vecinal, deportivo y periodístico de nuestra tierra, apenas hay empresas que apuesten por la prensa local. Lógico.

Como escribía ayer, casi todos los medios de comunicación locales se tomaron a cachondeo a Merino y su idea. Les molestaba que Zamora progresase. Aquí ha habido políticos, del PP, verbigracia, que confesaron que esta ciudad no necesitaba 2.000 trabajadores más, que así se vivía muy tranquilo. Serían ellos, que se amamantaron de la loba del Estado, casi todos funcionarios. Pero los zamoranos que carecieron de padrinos políticos tomaron el camino del pueblo hebreo para edificar una vida lejos de su patria chica.

A un servidor, muy cerca de cerrar su carrera profesional, podría importarle un comino Zamora y su provincia. Pero, como me duele mi tierra, durante estos diez años como editor de El Día, y otros tres, como director de La Voz de Zamora, hasta que me echó el capitalista por no escribir al dictado, por hacer caso omiso de sus directrices subjetivas, mi objetivo fue criticar a todo político, a la diestra o a la siniestra, como recordará el lector, ya fuese Martínez-Maíllo o Maite Martín Pozo, a ahora Antidio Fagúndez y Ana Sánchez, que antepusiese el partido al pueblo.

No pertenezco a ninguna formación política. Soy zamorano. Soy periodista. Me provocan náuseas las injusticias que se cometan con Zamora. Todos los días, durante 13 años, he escrito un artículo, hecho inédito en la prensa local, analizando, estudiando y diseccionando las razones que condujeron a esta provincia al desguace económico y demográfico. Critiqué a los que considere reos de esa dinámica hacia el abismo, iniciada con las desinversiones del Estado, desde la entrada en Europa de España, que ahora, más tras la pandemia vírica, se dibuja sobre el futuro de Zamora.

Juzgo como necesarias, perentorias, imprescindibles  para detener esta deriva hacia el apocalipsis provincial, la instalación de la Biorrefinería de Barcial, ese genial idea de Vicente Merino; la recuperación de Monte La Reina como castro militar, más la transformación en autovía de la N-122 hasta la frontera lusa, más la cesión al Ayuntamiento de la capital de los terrenos de Adif en la Estación del Ferrocarril. A cuenta de Guarido y Requejo, otras inversiones relacionadas con el embellecimiento de Zamora y la recuperación del sector primario. El Estado abandonó a Zamora. Es el momento de que la acoja en su seno. Sé que somos pocos y mayores, cada vez menos y más viejos; pero somos españoles, con los mismos derechos y deberes que vascos y catalanes, los más privilegiados por los distintos gobiernos de la nación, ya desde Cánovas del Castillo.

Y si Europa se apiada de nosotros, que la inyección de dinero no se quede, como sucedió en los años 80, en el eje Valladolid-Burgos, más el apéndice de Palencia. Somos leoneses, la región más antigua de Europa, la más marginada por los ejecutivos del PP y del PSOE. Sin duda, mejor nos hubiera ido siendo solo tres provincias en una comunidad. Y lo afirma un jacobino con la razón de su inteligencia, no ya con el sentimentalismo del corazón.

Para recuperar nuestro orgullo, economía y población, la Biorrefinería de Barcial del Barco se convertirá en el Moisés que nos guíe hacia la tierra prometida del futuro. No somos más que nadie, pero tampoco menos. La prensa que ninguneó el porvenir de nuestra tierra ya inició su coba hacia Merino y su proyecto. En breve, pedirá lo de siempre. Arrieros somos.

Último dato de la pandemia demográfica:   Récord de envejecimiento en Zamora, la provincia más envejecida de España. El índice se sitúa en el 304,18 %, lo que indica que los mayores de 64 años triplican a los zamoranos de menos de 16.

Caminamos, inexorablemente, hacia la constitución de una provincia-residencia de ancianos, la última morada. O el pueblo exige a los partidos políticos acciones inmediatas o todo está preparado para el réquiem por Zamora. Solo nos queda la Biorrefinería Multifuncional. Lo de Monte La Reina me suena ya a propaganda electoral.

Eugenio-Jesús de Ávila

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