CON LOS CINCO SENTIDOS
A veces no te entiendo, mujer
No entiendo a las mujeres que piensan que una se ha de conformar con la desigualdad porque es lo que hay y poco se puede cambiar. Mujeres que piensan que hemos de agradecer pequeños gestos de "benevolencia masculina" para hacernos subir un poquito de nivel en la escala que se nos marca de manera predeterminada al nacer. Ya sé que el machismo domina el mundo y que eso habrá de cambiar más pronto que tarde, pero no entiendo a la mujer que se conforma y no lucha por la igualdad de condiciones en todos los ámbitos de la vida personal y profesional.
Los hombres y las mujeres somos distintos físicamente, eso es obvio e indiscutible, pero jamás pretendas, mujer, que eso determine mi condición de igualdad intelectual con un hombre. Jamás. Ellos son más fuertes, quizá sí a priori, pero no paren, ni alumbran, ni albergan vida. Así que eso de ser inferiores físicamente tampoco es que lo tenga muy claro. Vamos, que no. Nuestro cuerpo es un universo en sí mismo. Poner la semilla en dos minutos o menos no es tan complicado. Lo puede hacer cualquiera. Conseguir con mimo hacer crecer la semilla plantada y que te duela cuando crece en tu útero y sale al exterior, sí. Eso sí es complicado.
No sé a quién demonios se le ocurrió en su momento la estupidez de pensar que la mujer es la parte débil en la ecuación del género y en la ecuación de la vida. A algún cobarde, seguro. Alguno de esos que son valientes para darte una hostia delante de los hijos, o los que te utilizan, te humillan o denigran en casa o en el trabajo. O aquellos hombres que tienen que quitarte de en medio para sentirse más hombres, incluso matándote, porque sin ellos no serás nada. No lo van a permitir.
No me hagas comulgar, mujer, con ruedas de molino, tú no. No seas más papista que el Papa. Entiendo (que tampoco) el machismo en un varón anticuado y trasnochado, seductor impenitente que piensa que somos trozos de carne con ojos a los que conquistar y coleccionar como si fuéramos cromos de fútbol, y en la cama hemos de ser como las actrices porno, saberlo todo, mientras se nos presupone una dignidad a prueba de bombas en nuestro día a día, como esposas y madres. Iros a cagar.
No entiendo la dictadura, que lo es, del cuerpo en el sexo femenino. Nosotras hemos de ser y estar preciosas, o parecerlo, a vosotros os puede salir tripa cervecera y quedaros calvos y, aún así, nos seguiréis atrayendo igual, porque sí, porque es lo que tiene la inteligencia y el ser honesto.
Nos gusta un tío bueno, una primera impresión que impacte, pero nos quedamos con el que nos hace reír y nos pone luces de colores en los días grises, no los que te hacen sufrir, haciendo que la que parezca culpable, paranoica o celosa seas siempre tú. No lo permitas jamás. Lucha, y si no merece la pena, abandona. Sólo es una batalla y un hombre, no la guerra y el género masculino en su totalidad. Hay hombres vomitivos, como mujeres, en eso somos iguales. Hay mujeres maravillosas, como hombres, en eso también somos iguales. No, mujer. No. Porque es gracias a mujeres como yo que tú tienes cada día un poquito más de parcela en el terruño que sólo labra el hombre. No permitas que se nos arrebate. No eres culpable ni estás loca, no eres una paranoica cuando te dañan, tú no tienes la culpa. Sólo eres mujer, y eso lo es todo, aunque les joda.
Nélida L. del Estal Sastre
No entiendo a las mujeres que piensan que una se ha de conformar con la desigualdad porque es lo que hay y poco se puede cambiar. Mujeres que piensan que hemos de agradecer pequeños gestos de "benevolencia masculina" para hacernos subir un poquito de nivel en la escala que se nos marca de manera predeterminada al nacer. Ya sé que el machismo domina el mundo y que eso habrá de cambiar más pronto que tarde, pero no entiendo a la mujer que se conforma y no lucha por la igualdad de condiciones en todos los ámbitos de la vida personal y profesional.
Los hombres y las mujeres somos distintos físicamente, eso es obvio e indiscutible, pero jamás pretendas, mujer, que eso determine mi condición de igualdad intelectual con un hombre. Jamás. Ellos son más fuertes, quizá sí a priori, pero no paren, ni alumbran, ni albergan vida. Así que eso de ser inferiores físicamente tampoco es que lo tenga muy claro. Vamos, que no. Nuestro cuerpo es un universo en sí mismo. Poner la semilla en dos minutos o menos no es tan complicado. Lo puede hacer cualquiera. Conseguir con mimo hacer crecer la semilla plantada y que te duela cuando crece en tu útero y sale al exterior, sí. Eso sí es complicado.
No sé a quién demonios se le ocurrió en su momento la estupidez de pensar que la mujer es la parte débil en la ecuación del género y en la ecuación de la vida. A algún cobarde, seguro. Alguno de esos que son valientes para darte una hostia delante de los hijos, o los que te utilizan, te humillan o denigran en casa o en el trabajo. O aquellos hombres que tienen que quitarte de en medio para sentirse más hombres, incluso matándote, porque sin ellos no serás nada. No lo van a permitir.
No me hagas comulgar, mujer, con ruedas de molino, tú no. No seas más papista que el Papa. Entiendo (que tampoco) el machismo en un varón anticuado y trasnochado, seductor impenitente que piensa que somos trozos de carne con ojos a los que conquistar y coleccionar como si fuéramos cromos de fútbol, y en la cama hemos de ser como las actrices porno, saberlo todo, mientras se nos presupone una dignidad a prueba de bombas en nuestro día a día, como esposas y madres. Iros a cagar.
No entiendo la dictadura, que lo es, del cuerpo en el sexo femenino. Nosotras hemos de ser y estar preciosas, o parecerlo, a vosotros os puede salir tripa cervecera y quedaros calvos y, aún así, nos seguiréis atrayendo igual, porque sí, porque es lo que tiene la inteligencia y el ser honesto.
Nos gusta un tío bueno, una primera impresión que impacte, pero nos quedamos con el que nos hace reír y nos pone luces de colores en los días grises, no los que te hacen sufrir, haciendo que la que parezca culpable, paranoica o celosa seas siempre tú. No lo permitas jamás. Lucha, y si no merece la pena, abandona. Sólo es una batalla y un hombre, no la guerra y el género masculino en su totalidad. Hay hombres vomitivos, como mujeres, en eso somos iguales. Hay mujeres maravillosas, como hombres, en eso también somos iguales. No, mujer. No. Porque es gracias a mujeres como yo que tú tienes cada día un poquito más de parcela en el terruño que sólo labra el hombre. No permitas que se nos arrebate. No eres culpable ni estás loca, no eres una paranoica cuando te dañan, tú no tienes la culpa. Sólo eres mujer, y eso lo es todo, aunque les joda.
Nélida L. del Estal Sastre



















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