LITERATURA
Kintsugi
«El kintsugi es un arte japonés creativo que tiene su origen en el siglo XV, pero va mucho más allá de lo físico. Es un símbolo de reparación y resilencia personal».
Soy del pensamiento de que aquello a lo que llamamos resiliencia no es una característica especial para una minoría ni tampoco está reservada para personas extraordinarias, sino que es una respuesta natural, normal y frecuente en el ser humano. Forma parte de nosotros, parte de nuestra esencia, de nuestro objetivo y fin más primario: la supervivencia, sobrevivir, seguir siendo quienes somos. Es importante saber que tenemos muchas capacidades que no se desarrollan hasta que las circunstancias te obligan a ponerte al límite.
Muchas personas están hoy en una intensa búsqueda de sí mismas. Personas que desde la intención de ser felices, ocupan un rol activo convirtiéndose en agentes de cambio y transformación. Muchas veces decimos desde la posición de observadores, “yo no podría con eso”. La vida, sin embargo, muestra cómo el ser humano, (aunque la adversidad nos agote, sobre todo cuando se prolonga), es capaz de reconstruirse a sí mismo pese al dolor.
He conocido a personas capaces de luchar contra enfermedades terribles y a personas que se vienen abajo ante una gripe común. La diferencia entre las unas y las otras radica en las habilidades de afrontamiento y en el significado que tiene un problema. Un mismo suceso para distintas personas supone siempre diferentes respuestas. Es muy bueno atender a esos mundos interiores; escuchando, reconociendo, expresando, gestionando y transformando esos sentimientos para que fluyan siempre a nuestro favor y no en nuestra contra.
En esta vida todo se resume en la actitud que tienes ante las circunstancias que te han tocado vivir. La “capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último –pero no por ello menos importante–, la capacidad de empatizar y confiar en los demás”, son necesarias para descubrir soluciones alternativas que, aunque sean peores de lo que uno quisiera, seguro que son mejores que hundirse bajo esos obstáculos. Sólo hay que estar dispuesto a querer y a “perseverar a pesar de ésos obstáculos”. Esta es básicamente la metáfora del “kintsugi”, transmite un mensaje de esperanza. Recuerda que las cosas pueden repararse”; por lo que en este punto es bueno sentirse “orgulloso de tus progresos, de la belleza de tus imperfecciones y de tu recorrido vital”. De poco nos sirve un cerebro brillante y un elevado cociente intelectual si no entendemos de empatía, si no sabemos leer emociones propias y ajenas, si somos extranjeros del propio corazón y de esa conciencia social donde uno aprende a conectar, a gestionar el miedo, a ser asertivos... Estas características emocionales y atributos temperamentales son los que nos distinguen de los demás.
Emilia Casas Fernández.
Soy del pensamiento de que aquello a lo que llamamos resiliencia no es una característica especial para una minoría ni tampoco está reservada para personas extraordinarias, sino que es una respuesta natural, normal y frecuente en el ser humano. Forma parte de nosotros, parte de nuestra esencia, de nuestro objetivo y fin más primario: la supervivencia, sobrevivir, seguir siendo quienes somos. Es importante saber que tenemos muchas capacidades que no se desarrollan hasta que las circunstancias te obligan a ponerte al límite.
Muchas personas están hoy en una intensa búsqueda de sí mismas. Personas que desde la intención de ser felices, ocupan un rol activo convirtiéndose en agentes de cambio y transformación. Muchas veces decimos desde la posición de observadores, “yo no podría con eso”. La vida, sin embargo, muestra cómo el ser humano, (aunque la adversidad nos agote, sobre todo cuando se prolonga), es capaz de reconstruirse a sí mismo pese al dolor.
He conocido a personas capaces de luchar contra enfermedades terribles y a personas que se vienen abajo ante una gripe común. La diferencia entre las unas y las otras radica en las habilidades de afrontamiento y en el significado que tiene un problema. Un mismo suceso para distintas personas supone siempre diferentes respuestas. Es muy bueno atender a esos mundos interiores; escuchando, reconociendo, expresando, gestionando y transformando esos sentimientos para que fluyan siempre a nuestro favor y no en nuestra contra.
En esta vida todo se resume en la actitud que tienes ante las circunstancias que te han tocado vivir. La “capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último –pero no por ello menos importante–, la capacidad de empatizar y confiar en los demás”, son necesarias para descubrir soluciones alternativas que, aunque sean peores de lo que uno quisiera, seguro que son mejores que hundirse bajo esos obstáculos. Sólo hay que estar dispuesto a querer y a “perseverar a pesar de ésos obstáculos”. Esta es básicamente la metáfora del “kintsugi”, transmite un mensaje de esperanza. Recuerda que las cosas pueden repararse”; por lo que en este punto es bueno sentirse “orgulloso de tus progresos, de la belleza de tus imperfecciones y de tu recorrido vital”. De poco nos sirve un cerebro brillante y un elevado cociente intelectual si no entendemos de empatía, si no sabemos leer emociones propias y ajenas, si somos extranjeros del propio corazón y de esa conciencia social donde uno aprende a conectar, a gestionar el miedo, a ser asertivos... Estas características emocionales y atributos temperamentales son los que nos distinguen de los demás.
Emilia Casas Fernández.


















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122