ZAMORANA
Zamora resiste
Como ya he manifestado en diversas ocasiones, no me resisto a asistir a un réquiem por Zamora; mi ciudad no ha muerto, aunque se halle desvalida; no agoniza aunque esté algo enferma y, por ello, en este día sigo aporreando puertas para ver si acaso alguien quiere escuchar a esta mujer que solo desea lo mejor para su ciudad y provincia, como tantos otros, aunque para ello tenga que insistir hasta la saciedad pregonando para que la escuchen.
Hoy, no obstante, voy a prescindir de la pesadumbre y mostraré con orgullo el potencial de estas tierras dejadas de la mano de dios y de los hombres; porque resulta que disponemos de un pasado del que hemos de estar orgullosos y exhibirlo ante los profanos: tenemos una importante riqueza lingüística; a saber: el sayagués, lengua romance del antiguo Reino de León, Asturias y Extremadura; o dialectos de las comarcas del oeste de Zamora como el alistano o el sanabrés, variantes ambas del leonés y que aún hablan los lugareños en esos pueblos occidentales de la provincia a punto de extinguirse para siempre.
Disponemos también de un variopinto paisaje: lagos, lagunas y humedales que conviven con los inmensos campos de cereal de la meseta; gozamos de presas, sierra, parques naturales; un patrimonio arquitectónico que ya quisieran para sí otras ciudades; tenemos iglesias, conventos, palacios, puentes, ermitas, aceñas, castillo, murallas, museos… Celebramos romerías, festivales, fiestas patronales y ferias, tanto en la ciudad como en la provincia.
Asimismo podemos presumir de zamoranos ilustres nacidos en esta tierra, desde reyes (doña Urraca, Alfonso IX de León, Juan II de Castilla); nobles (Manuel de Bustamante y Vivero, Isabel de Borgoña y Molina, Arias Gonzalo); religiosos (San, Atilano, Diego de Deza, Pedro de Villagómez y Vivanco); políticos (mi pariente Carlos Pinilla Turiño, Claudio Moyano y Samaniego); militares (Cesáreo Fernández Duro, Pablo Morillo, Diego de Ordás); y así podría continuar una lista que no sigo enumerando ya que resultaría demasiado prolija, de intelectuales, deportistas, literatos, escultores, pintores… y un largo etcétera.
Hoy siento la necesidad de poner en valor el enorme potencial de esta tierra, sus grandes fortalezas, la calidad humana de sus gentes, las tradiciones, historia, cultura, gastronomía… y quiero hacerlo a la par que reivindico el lugar que merece en el gobierno regional, en la Junta y en el gobierno central. Zamora también está en el mapa y merece ser reconocida; es tiempo de insistir en sus notables méritos para que le confieran el título de patrimonio de la humanidad; es hora de tenerla en cuenta junto con otras ciudades que ya están en la palestra debido a la galopante despoblación que está diezmando la provincia; es hora de llamar a todas las puertas para que dignifiquen el trabajo de los jóvenes que aún permanecen en los pueblos labrando los campos; es hora de potenciar el turismo interior y exterior de Zamora, de darla a conocer, de sacarla de su estuche de terciopelo y permitir que todos disfruten de esta joya y de bruñirla para que destelle más que nunca.
Nada nos falta si no es la atención de los poderes públicos para empoderar a nuestra ciudad y provincia; así que desde el puesto que cada uno ocupamos hemos de seguir luchando por Zamora, apoyando a sus gentes y clamando a la conciencia de quienes tienen el poder de mejorarla. Los políticos zamoranos tienen el deber de optimizar las condiciones de esta tierra porque la llevan en la sangre; a ellos y a su condición de servidores públicos hay que apelar para que se ocupen y preocupen por ella, y apelo a los demás gobernantes, aunque no sean de aquí, porque tienen un compromiso que llevan con el cargo, para que Zamora vuelva a gozar del esplendor que tuvo un día.
Mª Soledad Martín Turiño
Como ya he manifestado en diversas ocasiones, no me resisto a asistir a un réquiem por Zamora; mi ciudad no ha muerto, aunque se halle desvalida; no agoniza aunque esté algo enferma y, por ello, en este día sigo aporreando puertas para ver si acaso alguien quiere escuchar a esta mujer que solo desea lo mejor para su ciudad y provincia, como tantos otros, aunque para ello tenga que insistir hasta la saciedad pregonando para que la escuchen.
Hoy, no obstante, voy a prescindir de la pesadumbre y mostraré con orgullo el potencial de estas tierras dejadas de la mano de dios y de los hombres; porque resulta que disponemos de un pasado del que hemos de estar orgullosos y exhibirlo ante los profanos: tenemos una importante riqueza lingüística; a saber: el sayagués, lengua romance del antiguo Reino de León, Asturias y Extremadura; o dialectos de las comarcas del oeste de Zamora como el alistano o el sanabrés, variantes ambas del leonés y que aún hablan los lugareños en esos pueblos occidentales de la provincia a punto de extinguirse para siempre.
Disponemos también de un variopinto paisaje: lagos, lagunas y humedales que conviven con los inmensos campos de cereal de la meseta; gozamos de presas, sierra, parques naturales; un patrimonio arquitectónico que ya quisieran para sí otras ciudades; tenemos iglesias, conventos, palacios, puentes, ermitas, aceñas, castillo, murallas, museos… Celebramos romerías, festivales, fiestas patronales y ferias, tanto en la ciudad como en la provincia.
Asimismo podemos presumir de zamoranos ilustres nacidos en esta tierra, desde reyes (doña Urraca, Alfonso IX de León, Juan II de Castilla); nobles (Manuel de Bustamante y Vivero, Isabel de Borgoña y Molina, Arias Gonzalo); religiosos (San, Atilano, Diego de Deza, Pedro de Villagómez y Vivanco); políticos (mi pariente Carlos Pinilla Turiño, Claudio Moyano y Samaniego); militares (Cesáreo Fernández Duro, Pablo Morillo, Diego de Ordás); y así podría continuar una lista que no sigo enumerando ya que resultaría demasiado prolija, de intelectuales, deportistas, literatos, escultores, pintores… y un largo etcétera.
Hoy siento la necesidad de poner en valor el enorme potencial de esta tierra, sus grandes fortalezas, la calidad humana de sus gentes, las tradiciones, historia, cultura, gastronomía… y quiero hacerlo a la par que reivindico el lugar que merece en el gobierno regional, en la Junta y en el gobierno central. Zamora también está en el mapa y merece ser reconocida; es tiempo de insistir en sus notables méritos para que le confieran el título de patrimonio de la humanidad; es hora de tenerla en cuenta junto con otras ciudades que ya están en la palestra debido a la galopante despoblación que está diezmando la provincia; es hora de llamar a todas las puertas para que dignifiquen el trabajo de los jóvenes que aún permanecen en los pueblos labrando los campos; es hora de potenciar el turismo interior y exterior de Zamora, de darla a conocer, de sacarla de su estuche de terciopelo y permitir que todos disfruten de esta joya y de bruñirla para que destelle más que nunca.
Nada nos falta si no es la atención de los poderes públicos para empoderar a nuestra ciudad y provincia; así que desde el puesto que cada uno ocupamos hemos de seguir luchando por Zamora, apoyando a sus gentes y clamando a la conciencia de quienes tienen el poder de mejorarla. Los políticos zamoranos tienen el deber de optimizar las condiciones de esta tierra porque la llevan en la sangre; a ellos y a su condición de servidores públicos hay que apelar para que se ocupen y preocupen por ella, y apelo a los demás gobernantes, aunque no sean de aquí, porque tienen un compromiso que llevan con el cargo, para que Zamora vuelva a gozar del esplendor que tuvo un día.
Mª Soledad Martín Turiño

















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