Sábado, 20 de Diciembre de 2025

Lorena Hernández del Río
Lunes, 17 de Agosto de 2020
POR DERECHO

La vuelta al cole: ¡Qué viene el lobo!

[Img #42747]El mes de agosto traspasa su ecuador y son bastantes los españoles con hijos en edad escolar que comienzan a leer noticias contradictorias relativas al inicio del curso. Aún se desconoce si se están adoptando medidas preventivas que posibiliten a los más pequeños acudir a clase en condiciones de seguridad. Pareciera que la educación en España no fuese importante. Sin embargo, ya se asoman voces que aventuran un segundo confinamiento en el mes de septiembre provocado por el incremento paulatino de contagios. ¡Qué viene el lobo!

Nadie del gobierno informa acerca de la pertinencia en el uso de la mascarilla, ni siquiera hacen un somero análisis comparativo para explicar por qué en otros países vecinos tales como Dinamarca, Suecia o Noruega, no solamente no usan la mascarilla, sino que la desaconsejan, o por qué en países como Alemania solamente la usan en transportes públicos o centros comerciales. ¡Que viene el lobo!

Nadie del gobierno informa acerca del ocio nocturno y de sus horarios. Pareciera que hasta la una de la madrugada puedes pernoctar con una copa de Seagrams de la mano acompañado de tus amigos pero a las dos puedes caerte con todo el equipo y estar abocado a las penas del infierno  ¿Cambió algo de la una a las dos de la mañana? ¡Que viene el lobo!

Sin embargo, sí podemos leer el último sondeo en el que ninguna figura política cala en la sociedad. Ni Pedro Sánchez, ni ninguno de sus políticos aprueban. Digamos que el españolito de a pie los rechaza contundentemente por la desafección que siente. Pareciese que nos bastase con conocer el efecto sin llegar a preguntarnos por qué se produce esta situación.

La mayoría de la clase política no resulta creíble para el común de los mortales. Ya existe un neologismo para mencionar esto: “Street creed”. En España no hay credibilidad callejera hacia nuestros políticos.

Lo que sucede, es que la credibilidad viene a componerse de confianza y grado de conocimiento y parece ser que este binomio brilla por su ausencia en la mayoría de nuestros representantes políticos. Detrás de este tándem, pienso que existirán afinidades ideológicas, acreditaciones académicas, prestigio profesional, trayectoria vital y rigor en el mensaje. La credibilidad, va de la mano de la verdad y junto a ambas, el liderazgo en mayúsculas. Entiendo que, trasladando esta teorización al plano práctico, todo se reduce a dos cuestiones esenciales: la primera de ella, es la falta de comunicación y la segunda, la ausencia de planificación.

La mayoría de nuestros políticos siguen empeñados en comunicar a través de las redes sociales e incluso a través de grupos de WhatsApp de los que te hacen participes los distintos partidos políticos, sin tan siquiera haber profundizado en lo siguiente: en la comunicación verdadera, el 55% depende del lenguaje corporal, el 38% de la modulación de la voz y solo, el porcentaje restante, es decir un 7% depende del contenido de lo escrito.

La otra carencia que se aprecia, es la falta de planificación tal y como he apuntado al inicio de este artículo poniendo como ejemplo el comienzo del curso escolar y los horarios de cierre de los locales de ocio nocturno. Y en esto, he llegado a pensar en la súper inteligencia de nuestros políticos al recordar la película Parásitos del director surcoreano Bong Joon Ho quién apunta lo siguiente: ¿Sabes qué tipo de plan nunca falla? Ningún plan. ¿Sabes por qué? Si haces un plan, la vida nunca funciona así. Mira a nuestro alrededor... La gente no debe hacer planes. Sin un plan nada puede salir mal y si ese algo sale de control, no importa; ya sea que mates a alguien o traiciones a tu país. Nada de eso importa. ¿Entiendes?

Mientras el gobierno queda para ir al cine, Galicia pide al gobierno reformas para poder confinar y contar con herramientas complementarias a las autorizaciones judiciales y Ayuso reclama una estrategia gubernamental única.

He llegado a imaginarme a todos los miembros del gobierno viendo juntos esta película y, a Fernando Simón, cual servil acomodador, distribuyéndoles las mascarillas estampadas, eso sí, con la debida distancia de seguridad. Se apagan las luces y comienza la emisión de la película. No sé si verás parásitos o el filme del pastor Emilio el mentiroso. ¿Vendrá el lobo?

Lorena Hernández del Río

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